Las representaciones de ciertas condiciones psiquiátricas en los medios de comunicación ha permitido, en parte, darlas a conocer. En el caso de la catatonia, en su retrato estereotípico, se la muestra como una persona en estado cuasi vegetativo, inmóvil y muda. Muchas veces, ha sido asociada con la imagen del manicomio del siglo pasado, semejante a los de la aclamada serie American Horror Story o la película La Isla Siniestra (Shutter Island, 2010, en inglés). Pero, ¿qué implica el síndrome de la catatonia hoy? A continuación, se despliegan los distintos cambios en su diagnóstico y la controversia que genera incluso hoy en día.
En resumen: ¿Qué es la catatonia?
En la actualidad, distintos autores están de acuerdo en que la catatonia constituye un síndrome neuropsiquiátrico que se caracteriza por la desregulación motora y puede tener aparición en la esquizofrenia, trastornos afectivos y enfermedades neurobiológicas (entre otras). Un concepto que fue primeramente descripto por Karl Kahlbaum, en 1874, al observar a pacientes que demostraban una condición de profunda melancolía, como le llamó. Inicialmente, Kahlbaum comprendió la catatonia como una enfermedad en sí misma, pero rápidamente otros profesionales le reconocieron como un componente que podía aparecer en distintos trastornos.
Los síntomas catatónicos
La presentación de los signos catatónicos ocurre en asociación a alteraciones de la conciencia, el afecto y pensamiento. Estos signos son variados y no existe un consenso total sobre todos ellos. Sin embargo, típicamente se los agrupa en cuatro categorías.
Por un lado, se encuentran los puramente motores, como la inmovilidad. Luego están las perturbaciones de la voluntad, donde se aprecian la ambitendencia, el negativismo o la obediencia automática. Dentro de la inhabilidad para suprimir actividades motoras complejas se hallan las estereotipias, rituales y ecofenómenos como la ecolalia. Por último, en la categoría de disfunción autonómica se clasifican aquellos signos de desregulación del sistema autónomo, como la taquicardia y la hipertermia (Walther y Strik, 2016).
Catatonia y esquizofrenia
El error de Kraeplin
Inicialmente, la catatonia de Kahlbaum se reconoció como estupor. Más tarde, Emil Kraeplin lo volvió un concepto importante en su desarrollo del estudio de la demencia prematura y, durante el transcurso del siglo XX, este síndrome llegó a considerarse un tipo de esquizofrenia. Esto es lo que autores como Fink y colaboradores (2011) denominaron el error de Kraeplin.
Llegados los años 70, frente al tratamiento con neurolépticos en personas con esquizofrenia, se identificó en algunos pacientes el síndrome maligno por neurolépticos (neuroleptic malignant syndrome, NMS, en inglés), también llamado catatonia maligna. Esto constituye una respuesta tóxica hacia los agentes neurolépticos suministrados como tratamiento. La reacción permitió afirmar que la catatonia no era un tipo de esquizofrenia, sino una condición que surgía, en este caso, por un precipitador (Fink et al., 2011).
Una diferenciación importante
Frente a los hallazgos anteriores se propuso al NMS como parte de la catatonia por un precipitador específico. Esto devino en la confirmación de su identidad frente a su tratamiento eficaz con benzodiacepinas y terapia de electro-convulsión que, por el contrario, no configura un tratamiento adecuado para la esquizofrenia.
Frente a la diferenciación catatonia-esquizofrenia en cuanto al tratamiento, surgió la necesidad de crear escalas de medición y procesos de examinación adecuados para identificarla. A partir de lo anterior, el síndrome comenzó a conocerse como una respuesta mayormente relacionada con pacientes que sufrían de manía y depresión, así como también en enfermedades neurológicas, y solo ocasionalmente se encontraría en personas con esquizofrenia (Fink et al., 2011).
La situación en el último tiempo
Desde la publicación de la versión previa del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fourth Edition, DSM-IV, en inglés) hasta hoy, la catatonia se planteó como un desorden que podría ser una complicación de una condición médica general, o como un especificador dentro de los trastornos afectivos.
Más recientemente, se ha propuesto su aparición de forma relativamente común en pacientes diagnosticados con trastorno del espectro autista (TEA). Al mismo tiempo, continúa habiendo discusiones acerca de si la catatonia debería conformar su propia categoría diagnóstica (Rasmussen et al., 2016).
Cambios en el diagnóstico de la catatonia
De la cuarta versión al DSM-V se propusieron cuatro cambios esenciales. Para empezar, en el DSM-V se unifican los criterios para el diagnóstico de la catatonia, en un intento de rectificar las discrepancias de definiciones diversas en la versión anterior del manual.
Por otro lado, el subtipo catatónico de la esquizofrenia se eliminó, y la catatonia se volvió entonces un especificador de la esquizofrenia. También, en el DSM-V se agregan cuatro trastornos psicóticos adicionales para los cuales la catatonia puede ser un especificador. Como último cambio, una categoría diagnóstica se añadió para permitir el diagnóstico de pacientes en los cuales la causa de la catatonia no sea inmediatamente reconocida (Tandon et al., 2013).
El impacto del cambio
Wilson et al. (2015) llevaron a cabo un estudio donde se revisan los cambios realizados en el DSM-V y se comparan con su versión anterior y la Escala de catatonia de Bush Francis (Bush-Francis Catatonia Rating Scale, BFCRS, en inglés), la más utilizada comúnmente.
Se aplicó la BFCRS a 339 pacientes psiquiátricos y se examinó la prevalencia y severidad de los signos de catatonia comparando los tres instrumentos diagnósticos y se obtuvo que de la totalidad de pacientes, 300 serían diagnosticados utilizando esta escala. De estos, 232 fueron validados a través de una selección para el tratamiento con benzodiacepinas o terapia electro-convulsiva. Y, de los 232 casos validados de catatonia, 91% cumplieron con los criterios del DSM-IV, mientras que 73% cumplieron con lo propuesto por el DSM-V.
Esto ha generado controversia…
Autores como Ungvári (2014) discuten que, dada la falta de una sólida evidencia científica, la cobertura del síndrome en el DSM-V es prematura y, por lo tanto, ambigua. Esto se debe a que los fundamentos psicopatológicos del concepto moderno de catatonia son insuficientes y, por lo tanto, su delimitación es difusa.
El autor comenta que existen pocas respuestas al tratamiento que cuenten con solidez metodológica. Asimismo, propone la necesidad de llevar llevar a cabo estudios de pruebas aleatorias con grupos placebo y control. Además, plantea que debería revisarse el tratamiento con benzodiacepinas, ya que hasta ahora su recomendación se ha basado en ensayos clínicos abiertos o en reportes de casos.
Conclusión
En conclusión, la naturaleza enigmática del síndrome intriga y continúa desafiando las esferas de las neurociencias. A través de los años, ha sido sujeto de fascinación, malentendido, e intenso estudio, y aún así permanece no del todo definido. Es posible, que su extenso estudio sin consenso contribuya a la mistificación de la condición. Desde su retrato histórico en la literatura psiquiátrica hasta su visión más contemporánea se devela la imperante necesidad de generar investigaciones que exploren su diagnóstico y tratamiento en mayor escala.
Referencias bibliográficas
- Fink, M., Shorter, E. y Taylor, M. A. (2011). Catatonia is not schizophrenia: Kraepelin’s error and the need to recognize catatonia as an independent syndrome in medical nomenclature. Schizophrenia Bulletin, 36(2), 314-320. https://doi.org/10.1093/schbul/sbp059
- Rasmussen, S. A., Mazurek, M. F. y Rosebush, P. I. (2016). Catatonia: Our current understanding of its diagnosis, treatment and pathophysiology. World journal of psychiatry, 6(4), 391. https://doi.org/10.5498/wjp.v6.i4.391
- Tandon, R., Heckers, S., Bustillo, J., Deanna, M., Gäebel, W., Gur, R. E., Malaspina, D., Owen, M. J., Schultz, S. K., Tsuang, M. T., Van Os, J. y Carpenter, W. T. (2013). Catatonia in DSM-5. Schizophrenia Research, 150(1), 26-30. https://doi.org/10.1016/j.schres.2013.04.034
- Ungvári, G. S. (2014). Catatonia in DSM 5: Controversies regarding its psychopathology, clinical presentation and treatment response. PubMed, 16(4), 189-194. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25577482
- Walther, S. y Strik, W. (2016). Catatonia. CNS Spectrums, 21(4), 341-348. https://doi.org/10.1017/s1092852916000274
- Wilson, J. E., Niu, K., Nicolson, S. E., Levine, S. Z. y Heckers, S. (2015). The diagnostic criteria and structure of catatonia. Schizophrenia Research, 164(1-3), 256-262. https://doi.org/10.1016/j.schres.2014.12.036