Las personas con trastorno del espectro autista (TEA) suelen enfrentar dificultades en la comunicación, la interacción social y la regulación emocional. Sin embargo, más allá de dichos desafíos, quizás más conocidos, las conductas autolesivas también representan una preocupación relevante, debido a su alta prevalencia en esta población. En este contexto, diversos factores, como la presencia de comorbilidades psiquiátricas, la intensidad de los síntomas y las dificultades en el procesamiento sensorial, influyen en su desarrollo. Entonces… ¿Qué factores explican la alta prevalencia de la autolesión en el TEA? ¿Cómo pueden abordarse estas conductas para reducir su impacto? Veámoslo.

Comprender las conductas autolesivas en el TEA

Las conductas autolesivas en personas dentro del espectro autista, se definen como acciones repetitivas que causan daño físico sin intención suicida. Las mismas incluyen golpes contra objetos, mordeduras, tirones de cabello y arañazos, entre otras formas. A su vez, se ha observado que dichas conductas funcionan como un mecanismo de regulación emocional, o una respuesta a la hipersensibilidad sensorial característica del TEA.

Conductas autolesivas en el TEA

En lo que respecta a la prevalencia del comportamiento mencionado, el mismo varía ampliamente. En concreto, las estimaciones actuales oscilan entre el 33 % y el 71 %, dependiendo de la metodología utilizada y la población evaluada (Steenfeldt-Kristensen et al., 2020).

Trastornos psiquiátricos: Mayor riesgo

Al mismo tiempo, el riesgo de autolesión en esta población es vinculable con la presencia de trastornos psiquiátricos, como ansiedad o depresión, que se manifiestan con frecuencia en esta población. En consiguiente, las comorbilidades aumentan la probabilidad de desarrollar conductas de daño al propio cuerpo, lo que resalta la necesidad de intervenciones preventivas y un abordaje clínico adaptado.

Estudios sobre la autolesión en el TEA

Diferentes investigaciones han analizado la relación entre el TEA y las conductas autolesivas, proporcionando datos clave sobre su prevalencia y factores de riesgo. En particular, un metaanálisis reciente revisó 37 estudios con más de 14.000 participantes, estimando que el 42 % de las personas con la mencionada condición del desarrollo, presenta autolesiones en algún momento de su vida (Steenfeldt-Kristensen et al., 2020).

Por otra parte, una investigación actual evaluó el riesgo de autolesión y suicidabilidad en niños y adultos con TEA. El principal hallazgo indica que la probabilidad de autolesión en dicho grupo es más de tres veces mayor que en la población general. De tal modo, el análisis aporta datos fundamentales que respaldan la necesidad de emplear estrategias de intervención a lo largo del desarrollo (Blanchard et al., 2021).

Autolesión en el TEA: Factores influyentes

La investigación del señalado vínculo, ha identificado múltiples elementos destacados. Uno de los principales, como se comentó anteriormente, es la presencia de trastornos como ansiedad, depresión y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), ya que los mismos, aumentan significativamente la probabilidad de conductas nocivas. Asimismo, el mencionado comportamiento suele utilizarse como un mecanismo de afrontamiento ante el estrés o la frustración. Lo anterior, producto de las dificultades en la comunicación y regulación emocional frecuentes en el TEA (Steenfeldt-Kristensen et al., 2020).

Regulación emocional y TEA

Otro factor determinante es la sensibilidad sensorial atípica, característica del TEA. Así, algunas personas recurren a la autolesión para regular la sobrecarga sensorial o generar estimulación, sugiriendo que el comportamiento dañino cumple una función compensatoria. Además, la frecuencia e intensidad de las manifestaciones varían según la edad, el género y la presencia de discapacidad intelectual.

Cuando el patrón de autolesión persiste

Siguiendo esta línea, lejos de ser un comportamiento pasajero, la conducta autolesiva en el TEA tiende a mantenerse con el tiempo. Tanto es así que el 77.8 % de quienes la presentan continúan con dichas conductas durante años. Indicando que, sin intervenciones adecuadas, podrían convertirse en patrones arraigados.

TEA y discapacidad intelectual: ¿Es relevante en la autolesión?

Otro hallazgo importante radica en la relación entre el tipo de autolesión y la presencia de discapacidad intelectual. Concretamente, las personas con TEA y discapacidad intelectual suelen mostrar conductas autolesivas repetitivas, como golpes o mordeduras, mientras que aquellas sin discapacidad intelectual desarrollan formas más cercanas a la autolesión observada en trastornos psiquiátricos, como cortes o quemaduras. Por ello, la literatura es institente en este punto. Las estrategias de intervención deben adaptarse a las características cognitivas y emocionales de cada persona.

Diferencias en la prevalencia según edad y género

Adicionalmente, se ha demostrado que la autolesión se agrava de forma habitual con el paso de los años, y manifestándose de manera diferenciada en hombres y mujeres. Profundizando, los adultos dentro del espectro autista, presentan una mayor frecuencia autolesiva (así como riesgo de suicidabilidad), que los niños.

Entonces, se sostiene que los desafíos emocionales y ambientales tienden a intensificarse con la edad. Además, algunos estudios sugieren que las mujeres con dicha condición son más a dañar el propio cuerpo, en comparación con los hombres (Blanchard et al., 2021).

Implicaciones clínicas y estrategias de intervención

Autolesión y TEA

La alta prevalencia y persistencia de la autolesión plantea desafíos significativos en su abordaje. Dado que el mencionado comportamiento es capaz de cumplir funciones reguladoras, es fundamental identificar sus desencadenantes y adaptar las estrategias de intervención a cada persona. En ciertos casos, la conducta dañina responde a dificultades en la comunicación, por lo que será indispensable considerar herramientas alternativas, como, por ejemplo, el entrenamiento en habilidades sociales.

Además, el tratamiento debe considerar las diferencias en los patrones de autolesión según la edad y el perfil cognitivo. Particularmente, las personas con TEA y discapacidad intelectual pueden beneficiarse de enfoques basados en el análisis conductual aplicado (ABA), mientras que aquellas sin discapacidad intelectual responderían mejor a intervenciones psicológicas como la terapia cognitivo-conductual (TCC) (Steenfeldt-Kristensen et al., 2020).

Prevención y abordaje multidisciplinario

Más allá del tratamiento de la autolesión establecida, la prevención es un aspecto clave. De esta manera, intervenciones tempranas centradas en la regulación emocional, la reducción del estrés y la enseñanza de estrategias de afrontamiento son capaces de disminuir el riesgo de autolesión futura en personas con TEA.

En adición, el abordaje debe ser integral. Combinando el trabajo de profesionales de la salud mental, terapeutas ocupacionales y educadores para ofrecer un soporte ajustado a las necesidades de cada persona.

Conclusión

Las conductas autolesivas en el TEA son más que frecuentes; representan una problemática, que, a falta de intervención, es propensa a volverse persistente. Al presentar un origen multifactorial, abarcando dificultades en la comunicación, alteraciones sensoriales y la coexistencia de trastornos psiquiátricos, resulta indiscutible la necesidad de un abordaje individualizado.

Más allá del tratamiento, la prevención temprana y el soporte continuo son fundamentales. En este sentido, ¿qué medidas pueden implementarse para identificar los factores de riesgo y fortalecer las estrategias de intervención? La investigación al respecto nos permitirá optimizar la calidad del tratamiento para las personas con TEA. Si te interesa profundizar en los criterios diagnósticos del TEA en adultos, así como también sobre su evaluación, te invitamos a nuestro curso sobre TEA en adultos: Evaluación y estrategias de intervención.

Referencias bibliográficas

  • Blanchard, A., Chihuri, S., DiGuiseppi, C. G. y Li, G. (2021). Risk of Self-harm in Children and Adults With Autism Spectrum Disorder: A Systematic Review and Meta-analysis. JAMA network open4(10), e2130272. https://doi.org/10.1001/jamanetworkopen.2021.30272
  • Steenfeldt-Kristensen, C., Jones, C. A. y Richards, C. (2020). The Prevalence of Self-injurious Behaviour in Autism: A Meta-analytic Study. Journal of autism and developmental disorders50(11), 3857-3873. https://doi.org/10.1007/s10803-020-04443-1