La mente se encuentra continuamente bombardeada por una multitud de pensamientos, sensaciones, y estímulos. A su vez, este flujo de actividad mental es constante, automático y, en ocasiones, irracional. En lo que respecta a la aplicación terapéutica del mindfulness, esta consiste en observar la realidad en el momento presente, sin intenciones de juzgar y con plena apertura y aceptación. Siguiendo la misma línea, dicha técnica ha demostrado su utilidad en una variedad de problemas tanto mentales como físicos, así como efectos positivos en la relación terapéutica y la obtención de habilidades importantes para la práctica psicoterapéutica. En esta nota, exploraremos más acerca del mindfulness y su aplicación terapéutica.
¿Qué es el mindfulness?
El concepto mindfulness es relativamente nuevo en términos terapéuticos. No obstante, no es un descubrimiento moderno, aunque actualmente se esté viviendo un redescubrimiento. Dicha técnica tiene sus raíces hace unos 2.500 años, aproximadamente. Alcanzó la cima, concretamente, con la figura de Siddharta Gautama (el Buda Shakyamuni), que fue el iniciador de una tradición religiosa y filosófica ampliamente extendida por todo el mundo (el Budismo) y cuya piedra angular es, precisamente, la práctica de mindfulness (Simón, 2007).
A partir de la década de los 60’s, la psicología trató de incorporar dicha práctica como parte del proceso psicoterapéutico. Sin embargo, fue a partir del año 2002 cuando algunos investigadores y psicólogos clínicos comenzaron a mostrar un creciente interés por los posibles beneficios que pudiese tener en el tratamiento de pacientes.
El concepto mindfulness se ha traducido al castellano como consciencia plena o atención plena. En concreto, Bishop et al. (2004) lo han definido como una forma de atención no elaborativa, que no juzga, centrada en el presente, en la que cada pensamiento, sentimiento o sensación que aparece en el campo atencional es reconocida y aceptada tal como es. Hoy en día, su uso se ha centrado en la aplicación terapéutica del mindfulness.
Componentes del mindfulness
Según Vásquez (2016) y Pérez y Botella (2006), entre otros, ciertos componentes del mindfulness provienen del Zen, una escuela de budismo Mahāyāna. Tales componentes son:
- Atención al momento presente: Centrarse en el momento presente en lugar de estar pendiente del pasado (rumiaciones) o del futuro (expectativas, deseos y temores).
- Apertura a la experiencia: Capacidad de observar la experiencia sin interponer el filtro de las propias creencias. En otras palabras, observar la experiencia como si fuera la primera vez, cualidad que en el Zen se denomina “mente de principiante”.
- Aceptación: Experimentar los eventos plenamente, tal y como son.
- Dejar pasar: Consiste en desapegarse de algo a lo que nos aferrábamos. Una de las características de nuestro yo (ego) es procurar atesorar cosas, relaciones, poder, etc. El afán de aferrarse choca con una característica básica de la realidad que es la temporalidad.
- Intención: Cuando se está meditando no se debe tratar de conseguir ningún propósito inmediato, simplemente hay que participar con conciencia plena de lo que se está haciendo.
Beneficios descubiertos en la práctica del mindfulness
Respecto a ello, algunos autores indican que el mindfulness es beneficioso para diversos aspectos de nuestra vida y salud. En suma, cada vez son más los estudios que evidencian que la práctica continuada de esta técnica tiene consecuencias positivas (Hodann y Serrano, 2016; Hervás et al., 2016). Así pues, entre los beneficios de la aplicación terapéutica del mindfulness encontramos:
- Reduce el estrés y la ansiedad
- Mejora el autoconcepto
- Incrementa la productividad
- Mejora la calidad del sueño
- Presenta efectos positivos en la memoria y la atención
- Reduce el riesgo de padecer un infarto
- Bienestar psicológico
- Educación
- Ámbito social
- Regulación emocional
Neurociencia y mindfulness
La investigación neurobiológica confirma que al practicar mindfulness se produce un cambio inmediato en nuestro estado mental. Además, si la práctica se prolonga en el tiempo, lo que al principio no era más que una modificación funcional transitoria, se convierte en cambios permanentes en la estructura cerebral.
En otras palabras, los cambios van más allá de la actividad concreta que los provocó. Por tanto, acaban modificando una gran cantidad de comportamientos y formas de reacción de la persona, teniendo un efecto multiplicador sobre su vida y sus relaciones interpersonales. Esto, como resultado de la repercusión que posee, por su propia naturaleza, y la reacción cerebral de dichos procesos integradores cerebrales.
¿Qué hallazgos se han hecho con respecto al mindfulness?
Son diversos los estudios que se están realizando sobre mindfulness y neurobiología cuyas conclusiones son positivas. A continuación, algunos de ellos.
Activación de redes neuronales
Brefczynski et al. (2007) estudiaron, por RM, la actividad cerebral en dos grupos de meditadores (unos expertos y otros principiantes) que practicaban la concentración de la atención sobre un pequeño punto en una pantalla. Por su parte, una de las conclusiones más importantes del estudio fue que la activación de redes neuronales relacionadas con mecanismos de atención sostenida, se producía de manera diferente en función de la experiencia meditativa.
Esto sugiere que en el cerebro de los meditadores más experimentados, se han producido cambios de plasticidad cerebral. Es decir, podían alcanzar estados similares de concentración que los practicantes intermedios pero sin necesidad de realizar tanto esfuerzo atencional.
Los trabajos demuestran que la práctica de mindfulness, no solo provoca cambios funcionales transitorios, sino que también deja huellas estructurales en el cerebro. Lo que significa que la experiencia de la meditación, si es suficientemente prolongada, acaba produciendo cambios de rasgo, no meramente de estado.
Aplicación terapéutica del mindfulness
Estudios también indican que el minfulness puede ser aplicado en diferentes circunstancias y como complemento terapéutico en algunos casos. Exploremos algunos de sus principales ámbitos de apliación.
Aplicaciones clínicas
Por ejemplo, el artículo de Vásquez (2016) enumera las posibles aplicaciones clínicas del mindfulness, con evidencia científica contrastada, entre las que figuran: Estrés-Distrés, Trastornos del estado de ánimo, Trastornos de ansiedad, Somatización, Abuso de sustancias, Trastornos de conducta alimentaria, Trastornos de personalidad y Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Incluso, se utiliza como herramienta terapéutica en casos de dolor crónico, cáncer o enfermedad cerebrovascular. Adicionalmente, se han encontrado resultados clínicos positivos para su aplicación también en cuadros de hipertensión arterial, esclerosis múltiple, fibromialgia y artritis reumatoide.
Aplicación en psicoterapia
Algunas de las terapias que han optado por incluirlo como complemento son: terapia de aceptación y compromiso, psicoterapia gestálica, terapia breve relacional, terapia cognitiva basada en mindfulness y conductual dialéctica y reducción del estrés basado en mindfulness. Algunos investigadores como Siegel (2010), afirman que la práctica del mindfulness puede considerarse el entrenamiento básico para la mente del terapeuta. Esto, como resultado de lograr un estado de consciencia que permite ser flexible a nivel cognitivo, tomar parte y estar presente en el momento de aplicación terapéutica del mindfulness.
Críticas frente a la práctica del mindfulness
Ahora bien, es importante destacar que la evidencia clínica muestra una serie de posibles aplicaciones de esta técnica en problemas de salud mental y físicos. Asimismo, plantea su utilidad en la relación terapéutica y el fortalecimiento de habilidades del terapeuta.
Sin embargo, a pesar de los estudios sobre aplicaciones de mindfulness, sus hallazgos aún no son del todo concluyentes. Lo que puede deberse a la heterogeneidad del concepto, las poblaciones pequeñas encontradas en los estudios y la utilización de autoreportes para evaluar los resultados de las intervenciones. Por tanto, es necesario ampliar las investigaciones sobre esta temática, que permitan entender mejor sus mecanismos de acción, aspectos neurobiológicos, así como fortalecer su evidencia clínica.
Conclusión
Podemos concluir, por tanto, que en la actualidad estamos viviendo un “reencuentro” con el mindfulness, ya que no es una práctica novedosa. Este reencuentro está permitiendo desarrollar diversas líneas de investigación interesadas tanto en los beneficios de la práctica, como en algunas aplicaciones. Además de posibles cambios en la neuroanatomía cerebral. Y es que, puede ser una herramienta muy útil en la relación terapéutica y el fortalecimiento de habilidades necesarias para todo terapeuta, siendo relevante la aplicación terapéutica del mindfulness en diferentes casos.
Sea como fuere, los resultados parecen ser muy alentadores. Sin embargo, a pesar de existir abundantes estudios sobre las aplicaciones del mindfulness, aún no son concluyentes sus hallazgos. Esto se puede deber a la heterogeneidad del concepto, la falta de operacionalización de los conceptos relacionados al mismo o las muestras pequeñas encontradas en los estudios. Por tanto, es necesario ampliar la investigación del mindfulness en aspectos importantes que permitan entender mejor la forma en la que actúa. Estudios sobre mecanismo de acción, aspectos neurobiológicos y fortalecimiento la evidencia clínica son puntos a tener en cuenta en futuras investigaciones.
Referencias bibliográficas
- Brefczynski-Lewis, J. A., Lutz, A., Schaefer, H. S., Levinson, D. B. y Davidson, R. J. (2007). Neural correlates of attentional expertise in long-term meditation practitioners. Proceedings of the national Academy of Sciences, 104(27), 11483-11488. https://doi.org/10.1073/pnas.0606552104
- Delgado, L. C., Guerra, P., Perakakis, P., Viedma, M. I., Robles, H. y Vila, J. (2010). Eficacia de un programa de entrenamiento en conciencia plena (mindfulness) y valores humanos como herramienta de regulación emocional y prevención del estrés para profesores. Psicología Conductual, 18(3), 511.
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- Luders, E. y Kurth, F. (2019). The neuroanatomy of long-term meditators. Current opinion in psychology, 28, 172-178. Doi: 10.1016/j.copsyc.2018.12.013
- Pérez, M. A. y Botella, L. (2006). Conciencia plena (mindfulness) y psicoterapia: concepto, evaluación y aplicaciones clínicas. Revista de psicoterapia, 17(66-67), 77-120. Doi: 10.33898/rdp.v17i66/67.907
- Quintana, M. y Rincón, M. E. (2011). Eficacia del entrenamiento en mindfulness para pacientes con fibromialgia. Clínica y salud, 22(1), 51-67.
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- Siegel, D. (2010). Cerebro y mindfulness (Primera Edición). Espasa Libros.
- Simón, V. (2007). Mindfulness y neurobiología. Revista de psicoterapia, 66(67), 5-30.
- Vásquez, E. R. (2016). Mindfulness: Conceptos generales, psicoterapia y aplicaciones clínicas. Revista de Neuro-Psiquiatría, 79(1), 42-51.
BUENISIMO LO PUBLICADO, LEAN EL LIBRO SIDDHARTA GAUTAMA DE HERMAN HESS. UNA CONSULTA ES BUENA LA MEDITACION POR MUCHO TIEMPO ES MEJOR UN PERIODO CORTO? MIL GRACIAS POR TODO VUESTRO TRABAJO