En los últimos años, la depresión se ha consolidado como uno de los principales desafíos de salud pública a nivel global. Millones de personas conviven con síntomas que afectan su calidad de vida. No obstante, una parte considerable no responde a los tratamientos convencionales. En este contexto, la Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares (Eye Movement Desensitization and Reprocessing, EMDR, en inglés) dejó de ser solo una herramienta para el estrés postraumático. Hoy, se investiga como alternativa para otros cuadros clínicos. En la siguiente nota, analizaremos un estudio reciente que evalúa el efecto de dicho recurso en síntomas depresivos.
¿Cómo funciona el EMDR en depresión?

El proceso implica reactivar memorias dolorosas mientras se realizan movimientos oculares bilaterales o estímulos equivalentes. Esto facilita su reprocesamiento y reduce la intensidad emocional de recuerdos difíciles. La práctica también abre espacio a interpretaciones más adaptativas. Por lo tanto, los análisis sugieren que influye en la memoria de trabajo, disminuyendo la vividez de los recuerdos y favoreciendo la flexibilidad cognitiva.
Se observan además cambios en la regulación emocional. Aparece menor activación de circuitos vinculados a la ansiedad y mayor implicación de áreas prefrontales relacionadas con el control consciente. Tales mecanismos ayudan a explicar por qué la relación entre EMDR y los síntomas depresivos resulta sólida en personas con experiencias traumáticas no resueltas. Siguiendo esa línea, en 2024 un grupo de investigadores quiso analizar el vínculo entre dichas variables.
¿Cómo se llevó a cabo?
Se recopilaron artículos de diversas bases de datos internacionales. Un grupo de revisores independientes realizó la selección para garantizar transparencia. Por otro lado, los síntomas depresivos se evaluaron con instrumentos estandarizados y reconocidos, como el Inventario de Depresión de Beck y la Escala de Hamilton.
Además, se analizaron variables moderadoras como la severidad de la depresión, la edad de los participantes y el número de sesiones. Cabe mencionar que el metaanálisis integró múltiples ensayos clínicos que compararon su impacto con grupos de control, como lista de espera o tratamiento habitual.
EMDR en acción: Evidencia sólida contra la depresión
Los hallazgos confirman que la terapia logra reducciones notables en la intensidad de las manifestaciones, con mejoras clínicamente significativas. Paralelamente, la eficacia es especialmente marcada en personas con depresión severa. Dicho patrón sugiere que este modelo podría ocupar un lugar central como recurso no farmacológico dentro de planes de intervención más amplios.
Más allá de los protocolos: La consistencia del efecto

A su vez, otro aspecto a resaltar es que los ensayos incluidos abarcan contextos y perfiles diversos: desde adultos con episodios depresivos mayores hasta adolescentes y poblaciones con comorbilidades (fobias o trastornos del estado de ánimo).
Siguiendo esa línea, la eficacia del EMDR en el tratamiento de la depresión es sólida y consistente. No se encontraron indicios de sesgo de publicación —es decir, los resultados no se ven afectados porque solo se hayan difundido los estudios con efectos positivos—, y las pruebas de sensibilidad confirmaron el mismo patrón de beneficio incluso al modificar los criterios de análisis.
Aunque la calidad metodológica varió entre los estudios, la evidencia general mantuvo una señal clara de eficacia. Esto significa que el EMDR demostró ser útil en distintos contextos clínicos, con diversos tipos de participantes, formatos de aplicación y tiempos de seguimiento, reforzando su valor como herramienta terapéutica aplicable más allá de un único protocolo o población específica.
Del consultorio a lo digital: Aplicaciones prácticas
Para los profesionales de la salud mental, estos resultados abren varias oportunidades. El EMDR podría sumarse a los protocolos de atención para pacientes que no responden a fármacos o que presentan recaídas frecuentes. También se podría aplicar en formatos breves y adaptables a distintos contextos, incluyendo la modalidad en línea.
La flexibilidad del método lo vuelve además compatible con enfoques multimodales. Integrado con intervenciones psicoeducativas, apoyo farmacológico o terapias de tercera ola, logra potenciar la eficacia de los tratamientos. Así, reduce la frustración de pacientes que ya pasaron por múltiples intentos fallidos. Este potencial sinérgico amplía las posibilidades de que las mejoras en la relación entre EMDR y síntomas depresivos sean más duraderas y significativas en la vida diaria.
Debilidades metodológicas y vacíos de investigación
Aunque los hallazgos son alentadores, persisten varias limitaciones que invitan a la cautela. La mayoría de los estudios disponibles cuentan con muestras pequeñas, seguimientos de corta duración y protocolos poco uniformes. Estas debilidades dificultan evaluar la sostenibilidad de los beneficios en el largo plazo. Además, falta diversidad cultural en las poblaciones estudiadas. Esto impide conocer con certeza cómo se comporta la relación entre EMDR y síntomas depresivos en distintos entornos.

Otro aspecto a señalar es la heterogeneidad metodológica. Las investigaciones difieren en número de sesiones, duración de los tratamientos y rigor de los diagnósticos, generando una alta variabilidad en las conclusiones. Conjuntamente, esa falta de información es clave para evaluar su integración en planes terapéuticos modernos.
Un recurso con proyección
Para concluir, el panorama que ofrece la investigación es claro: el EMDR constituye una herramienta prometedora para el abordaje de la depresión, sobre todo en los casos más complejos. Su potencial no reside solo en reducir las manifestaciones, sino en brindar nuevas oportunidades a quienes han agotado otros caminos. Sin embargo, el entusiasmo debe ir acompañado de rigor científico. La evidencia debe seguir creciendo para permitir integrar de forma responsable esta técnica en los servicios de salud mental.
En definitiva, el futuro del vínculo entre EMDR y síntomas depresivos depende de investigaciones que amplíen la base empírica. También de profesionales dispuestos a explorar su uso con criterio clínico. Si estos dos caminos se encuentran, la terapia podría consolidarse como un recurso fundamental dentro de la lucha contra una de las problemáticas más urgentes de nuestro tiempo. Si te interesa fortalecer tu formación profesional con herramientas científicas y actualizadas, te invitamos a conocer nuestra especialización en Psicología Basada en Evidencia.
Referencia bibliográfica
- Seok, J.-W. y Kim, J. I. (2024). The Efficacy of Eye Movement Desensitization and Reprocessing Treatment for Depression: A Meta-Analysis and Meta-Regression of Randomized Controlled Trials. Journal of Clinical Medicine, 13(18), 5633. https://doi.org/10.3390/jcm13185633

























