El concepto “fobia” de manera coloquial se usa para describir situaciones en las que una persona experimenta un miedo intenso o una aversión hacia algo, incluso cuando técnicamente no cumple con los criterios clínicos para ser considerado una fobia. ¿Cuántas veces hemos escuchado a alguien decir: “tengo fobia a los exámenes”? Cuando en realidad, solo es ansiedad o nerviosismo antes de dicha prueba, pero no llega a ser un trastorno de ansiedad específico. Entonces, ¿cuál es la diferencia ente un simple miedo y un trastorno fóbico? ¿Por qué no los distinguimos bien? A continuación, veamos la comparativa.
Dos situaciones diferentes
Cómo distinguir entre miedo y fobia no es solo una cuestión de semántica, sino de reconocimiento de la profundidad del sufrimiento humano y la necesidad de abordarlo con sensibilidad y eficacia, veamos dos pequeños casos.
A lo Hitchcock
C. F. experimenta un miedo moderado al ver películas de terror. Aunque evita activamente ver este tipo de películas debido a la incomodidad y la ansiedad que le generan, su miedo no interfiere significativamente con su vida diaria. Lo cierto es que puede ver otras películas y participar en actividades sociales sin dificultad. Sin embargo, cuando se expone películas específicamente de terror, tiene una leve sensación de nerviosismo y malestar. A pesar de ello, no llega al punto de evitar completamente situaciones relacionadas con ellas.
Insectos de ocho patas
Desde su infancia, M. S. ha evitado cualquier lugar donde pudiera encontrarse con una araña y su ansiedad aumenta significativamente ante la sola idea de ver una. Esto le ha impedido disfrutar de actividades al aire libre, especialmente en el verano, y ha afectado su vida social, ya que evita visitar hogares de amigos o familiares donde pueda haber arañas.
M. S. describe un miedo intenso e irracional que la lleva a experimentar síntomas físicos como palpitaciones, sudoración y dificultad para respirar cuando se encuentra con una araña o incluso piensa en ello. Y, a pesar de ser consciente de que su temor es desproporcionado, no puede controlarlo y siente una necesidad abrumadora de escapar o evitar la situación temida.
¿Diferencias? María exhibe un caso evidente de aracnofobia, fobia específica caracterizada por un temor intenso e irracional hacia las arañas, lo que resulta en una respuesta de ansiedad extrema. Observamos cómo la fobia impacta significativamente su vida diaria, generando una evitación activa de situaciones relacionadas con arañas y manifestándose con síntomas fisiológicos. En contraste, Carlos manifiesta un miedo específico asociado con ver películas de terror, pero este miedo claramente no alcanza el nivel de una fobia. Dado que ni siquiera llega a interferir en su día a día.
Reacciones que no se sienten igual
Aunque pudiera parecer que el miedo y la fobia comparten similitudes, en el sentido de que ambos implican una respuesta emocional negativa ante una situación o estímulo específico, no son lo mismo. Y es que, el miedo, al fin y al cabo, es una emoción natural y adaptativa en respuesta a una amenaza inminente o percepción de peligro. Una parte natural de la comintación humana cuya funcionalidad es la adaptación y protección de la persona a situaciones potencialmente peligrosas.
Por otro lado, la fobia es un tipo de trastorno de ansiedad caracterizado por un miedo irracional y persistente hacia un objeto, situación o actividad específica. Esto es, va más allá del miedo ordinario y puede desencadenar una respuesta intensa de ansiedad o pánico incluso en ausencia de una amenaza real. Y, por supuesto, pueden interferir significativamente con la vida diaria de una persona y requerir tratamiento profesional para superarlas.
Pero… ¿No es la fobia miedo, al fin y al cabo?
Ciertamente, se puede apreciar que la propia definición de fobia incluye el miedo irracional. Pero es, justamente, ese adjetivo (sumado a otros como excesivo e irrazonable) el que distingue el cuadro de otros tipos de miedo o trastornos de ansiedad ansiedad que pueden ser más proporcionados o justificados. Una distinción que puede difuminarse con los niños pequeños sobre todo.
Y es que, aún tienen una capacidad limitada para expresar la intensidad o naturaleza específica de su miedo. Además de aspectos como la influencia del aprendizaje social y la imitación de comportamientos temerosos en su entorno.
El papel del miedo en la fobia
Se ha sugerido que la aparición de un trastorno fóbico se debe al condicionamiento del miedo clásico, mientras que su mantenimiento es por el condicionamiento del miedo operante que, a su vez, refuerza el comportamiento de evitación. Esto es, el acondicionamiento del miedo clásico puede ocurrir asociando la presentación de una señal neutral, como un sonido, con un evento aversivo, como una descarga eléctrica.
Por ende, después del entrenamiento, la presentación de la señal (o estímulo condicionado), en ausencia del estímulo no condicionado, causa comportamientos de miedo. Con esto, hay que considerar que no todos los subtipos de fobia se desarrollan según el principio de condicionamiento clásico únicamente (Van Houtem et al., 2013).
Ahora, el miedo también se puede adquirir a través de otras formas, incluido un condicionamiento observacional, reflejando una especie de transmisión social del miedo. Junto con lo anterior, ¿podríamos decir que la fobia se asocia a disfunciones en los mecanismos de miedo? ¿Y que tales disfunciones tienen que ver con las características dependientes del aprendizaje de dichos mecanismos? Sí, un ejemplo sería la deficiencia en la extinción (Garcia, 2017).
El cerebro también tiene algo que decir sobre el miedo y la fobia
Las respuestas ante los dos protagonistas de esta nota, por supuesto, tienen un impacto en el cerebro del ser humano. Dado que los circuitos cerebrales del miedo también se activan en pacientes con fobia, pero a niveles significativamente mayores que en individuos sin esta.
Por ejemplo, entre otras zonas, la amígdala y los núcleos del lecho de la estría terminal aumenta la actividad en respuesta a un estímulo de amenaza. Pues también podrían nombrarse áreas como la ínsula media, el cingulado anterior dorsal y la corteza prefrontal ventrolateral.
Concretamente, resultados recientes indican que la fobia a las arañas puede caracterizarse por una mayor retención diferencial del miedo y patrones alterados de activación cerebral durante la adquisición del miedo y el recuerdo de la extinción. Así, durante la adquisición temprana del miedo, la personas con fobia pueden presentar mayor activación diferencial en el giro angular y la corteza occipital lateral, y durante el recuerdo de la extinción, más desactivación del precúneo (Lange et al., 2019).
Conclusión
Es cierto que a veces se usa el término “fobia” de manera más laxa en el lenguaje cotidiano. Sobre todo para describir cualquier tipo de miedo intenso o aversión. Sin embargo, en un contexto clínico, una fobia específica se define por su naturaleza de miedo irracional y desproporcionado. De esta manera, el miedo en demasía o inapropiado explica diversos trastornos psiquiátricos crónicos, incluido el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y las fobias. Por último, si te interesa aprender más acerca de la evaluación y el diagnóstico de las fobias, así como también de su tratamiento con terapia cognitivo conductual, te invitamos a nuestro curso sobre fobias específicas.
Referencias bibliográficas
- Garcia, R. (2017). Neurobiology of fear and specific phobias. Learning & memory (Cold Spring Harbor, N.Y.), 24(9), 462-471. https://doi.org/10.1101/lm.044115.116
- Lange, I., Goossens, L., Bakker, J., Michielse, S., Marcelis, M., Wichers, M., van Os, J., van Amelsvoort, T. y Schruers, K. (2019). Functional neuroimaging of associative learning and generalization in specific phobia. Progress in neuro-psychopharmacology & biological psychiatry, 89, 275-285. https://doi.org/10.1016/j.pnpbp.2018.09.008
- Rofé, Y. y Rofé, Y. (2015). Fear and Phobia: A Critical Review and the Rational-Choice Theory of Neurosis. International Journal of Psychological Studies, 7(2), p37. https://doi.org/10.5539/ijps.v7n2p37
- Van Houtem, C. M. H. H., Laine, M. L., Boomsma, D. I., Ligthart, L., Van Wijk, A. J. y Jongh, A. (2013). A review and meta-analysis of the heritability of specific phobia subtypes and corresponding fears. Journal of Anxiety Disorders, 27(4), 379-388. https://doi.org/10.1016/j.janxdis.2013.04.007