Como seres humanos la capacidad de socializar es inherente a nuestra naturaleza. Desde una perspectiva instintiva, el ser humano ha desarrollado el lenguaje, una habilidad necesaria para la comunicación con su especie. Desde el plano más evolutivo, las características que tenemos nos han permitido desarrollar un nivel de pensamiento superior con respecto a otros animales. Por tanto, gozamos del privilegio de lograr una interacción social con otros y validar dichas experiencias como parte del aprendizaje. En consecuencia, gracias a que hemos promovido actividades de enseñanza-aprendizaje, nuestro conocimiento puede ser aprendido de manera formal o informal, dando paso a lo que conoceremos como la teoría del aprendizaje social. Veamos más a continuación.
El rol de las emociones en el aprendizaje social
El aprendizaje social es un concepto entendido como un proceso básico que sustenta la transmisión cultural (Ojeda Martínez et al., 2018). En consecuencia, al involucrar aspectos culturales, viene a ser potenciado por el entorno social que nos rodea.
Hemos analizado cómo la motivación es un elemento indispensable en el aprendizaje, sumado a diversas prácticas educativas que son muy necesarias en el proceso, tales como la evaluación o el feedback.
Ciertamente, la percepción del estudiante sobre su desempeño y aprendizaje también tiene una fuerte influencia emocional.
Es decir, si el estudiante percibe que el entorno es favorecedor, que lo apoya y alienta, el nivel de motivación será mayor.
El efecto Pigmalión: El docente y el aprendizaje social
Mencionamos este efecto en una nota anterior, aunque recordaremos brevemente de qué se trata. La premisa del efecto Pigmalión es que la influencia en el trato que le damos a nuestros alumnos afecta su nivel de motivación.
El trato está construido inconscientemente a través de las expectativas que depositamos en los estudiantes que, consecuentemente, contribuyen a que tales ideas preconcebidas puedan reforzarse e incluso cumplirse.
Por tanto, hablamos de que las creencias del docente pueden llegar a afectar (aunque no siempre en gran medida) al nivel de autoeficacia y motivación de los alumnos. Convirtiéndose, así, en un factor emocional del ambiente que influye en ellos.
En consecuencia, el entorno, espacio del que también forma parte el docente, influye en cómo aprenden los estudiantes (Ruiz, 2020).
Aprendizaje social por medio de la interacción con los demás
A lo largo de la historia, varios autores han investigado acerca del aprendizaje social mediante la interacción con los otros. A continuación, se exponen brevemente algunas de las teorías más influyentes:
Teoría del aprendizaje social de Bandura
Albert Bandura, psicólogo canadiense, planteó la teoría cognoscitiva conductual. Nos resultará familiar el experimento denominado como “Muñeco Bobo” sobre las conductas de agresividad aprendidas por los niños.
En dicho experimento, los pequeños observaron un vídeo en el que se mostraba a un adulto que golpeaba un muñeco inflable al que llamó Bobo.
A partir de ese momento, cuando los niños fueron presentados ante el mismo muñeco, sus conductas eran similares a las que habían mostrado los adultos previamente.
Así pues, a través de la teoría del aprendizaje social, Bandura explica que tanto los factores externos del entorno como los factores internos de cada persona intervienen al momento de aprender.
Y es que, en muchas ocasiones, pueden estar limitados a la observación de una determinada conducta. La interacción, entre estos factores, tiene una relación dinámica con respecto a la conducta (Woofolk, 1999).
Teoría del aprendizaje social: La perspectiva de Piaget
Jean Piaget, epistemólogo y biólogo suizo, planteó que las interacciones sociales se producen a través del intercambio de ideas. Cuando este intercambio produce conflictos cognitivos (discrepancia entre lo que el niño conoce y lo que le dicen), el menor pasa a un nivel progresivo de comprensión.
Es decir, a través del diálogo, se produce un cambio conceptual en la mente del niño y, así, incorpora las nuevas ideas a sus esquemas cognitivos previos. Posteriormente, estas nuevas ideas se manifestarán a través de sus comportamientos.
Teoría del aprendizaje social: La visión de Vygotsky
Lev Vygotsky, psicólogo ruso, planteó que el aprendizaje es social. Es decir, a través de la colaboración e interacción social que se produce entre las personas, se da paso a una comprensión compartida y colaborativa.
Adicionalmente, dentro de su propuesta teórica habla sobre un concepto denominado como la “zona de desarrollo próximo (ZDP)“.
La ZDP es entendida como la capacidad del estudiante para resolver problemas por sí mismo en relación a lo que puede lograr con la compañía de un guía, adulto o compañero. En consecuencia, en dicha relación, el estudiante será capaz de aprender desde una perspectiva colaborativa (Ruiz Martín, 2020).
La importancia de la interacción social en el aprendizaje
A través del escueto análisis de las teorías anteriores, se evidencia al lector la influencia que el entorno y la interacción con los otros tiene en nosotros.
Sin duda alguna, se destaca la importancia de que el aprendizaje sea colaborativo, con ejemplos positivos y mediado a través del diálogo.
Ahora, ¿cómo lograr que este aprendizaje sea efectivo?
Ruiz (2020) destaca la importancia de que el estudiante adquiera un rol dinámico y participativo.
Pues cuando dialogamos, nos obligamos a evocar ideas, analizar, reflexionar y relacionarlas con nuestra realidad.
Estrategias en el aula que potencian el aprendizaje social
Como bien se ha indicado a lo largo de la nota, la interacción con los otros resulta ser de gran utilidad para dar paso a un proceso de aprendizaje más dinámico y mejor consolidado. A continuación, se plantean dos estrategias de aprendizaje clave para hacerlo posible:
Aprendizaje cooperativo
Para Guillén (2017), el aprendizaje cooperativo puede resultar útil para alentar al aprendizaje social. Es decir, cuando el docente ofrece la posibilidad de que los alumnos interactúen entre ellos se producen grandes beneficios.
Este autor indica que los circuitos de recompensa cerebral asociados a la motivación dan paso a un deseo de cooperación en los estudiantes. Para que esta enseñanza entre pares sea posible, plantea dos condiciones:
- La persona que enseña pone a prueba su conocimiento, lo cual permite detectar errores y tomar consciencia sobre su propio aprendizaje.
- Quien enseña debe establecer relaciones con los diferentes conceptos a través de la narrativa.
De esta manera, se desarrollan habilidades de metacognición y se procede a la búsqueda de nuevas estrategias de aprendizaje.
Adicionalmente, se destaca a la cooperación como competencia fundamental para lograr la inclusión educativa.
Aprendizaje colaborativo
El objetivo principal de esta metodología es que mediante la colaboración de los estudiantes del grupo, y a través de cada uno de sus miembros, se alcancen los objetivos del aprendizaje.
No obstante, esta estrategia no es equivalente al trabajo en grupo. Es decir, en este caso, todos los estudiantes aprenden puesto que deben ayudarse mutuamente. Por ello, más allá de un producto final, se busca que se contribuya al aprendizaje de todos.
Para hacerlo posible, se deben considerar tres condiciones importantes (Slavin, 2013):
- Los grupos deben ser heterogéneos en relación a sus conocimientos iniciales y habilidades; es recomendable que sean conformados por el docente.
- Es crucial que los miembros del grupo sepan que todos recibirán la misma calificación por el trabajo realizado.
- El éxito del grupo deberá ser valorado de acuerdo al desempeño individual y el aprendizaje obtenido de cada miembro por separado. Evitando que sea limitado al producto final.
Para que este tipo de aprendizaje sea aplicado con eficiencia es clave que sea guiado por parte del docente.
En consecuencia, es importante brindar pautas de comunicación, resolución de conflictos y de aprendizaje autorregulado para que los estudiantes tengan una mejor orientación sobre cómo trabajar con otros.
Conclusión
Sin duda alguna, nuestra dimensión social cobra gran importancia cuando se trata de aprender. No podemos separarnos del entorno y, ciertamente, necesitamos de la interacción con el mismo para poder desenvolvernos en el día a día.
Comprender que esta relación dinámica puede impulsarnos a aprender mejor es esencial para promover el aprendizaje social como una experiencia enriquecedora y beneficiosa.
Referencias bibliográficas
- Guillén, J. (2017). Neuroeducación en el aula. De la teoría a la práctica. CreateSpace.
- Ojeda Martínez, R. I., Becerill Tello, M. N. y Vargas, L. A. (2018). La importancia del aprendizaje social y su papel en la evolución de la cultura. Revista Argentina de Antropología Biológica, 20(2), 1-13. https://doi.org/10.17139/raab.2018.0020.02.02
- Ruiz Martín, H. (2020). ¿Cómo aprendemos? Una aproximación científica al aprendizaje y la enseñanza (1a edición). Editorial Graó.
- Woolfolk, A. (1999). Psicología Educativa (Séptima edición). Pearson.