Extender las habilidades naturales de nuestro cuerpo mediante máquinas ha desvelado a la humanidad desde el comienzo de la civilización. Sin embargo, la tecnología nunca había avanzado los suficiente como para permitir la integración de máquinas y cerebro de una manera tan estrecha. Veamos qué es la interfaz cerebro-ordenador.

China: Un país pionero en la interfaz cerebro-ordenador

China puso en marcha un novedoso laboratorio destinado a investigar “desde lo microscópico a lo macroscópico”, la relación entre el cerebro humano y los ordenadores y otros dispositivos electrónicos.

Se trata de un laboratorio “líder” situado en la ciudad de Tianjin, para estudiar las interfaces cerebro-máquina. Tecnología que tiene como objetivo crear un enlace de comunicación directo entre la mente humana y dispositivos, por ejemplo, un ordenador que no dependa de la información cerebral convencional.

¿Qué es una interfaz cerebro-ordenador?

Interfaz cerebro-ordenador: ¿La última barrera?

Una interfaz cerebro-ordenador es un sistema que establece la comunicación directa entre el cerebro y un ordenador.

La actividad eléctrica, producida cuando las neuronas se disparan para comunicarse entre sí, se procesa y decodifica en comandos que se envían a un dispositivo para llevar a cabo una acción deseada.

Estas acciones cubren diversas aplicaciones, desde rehabilitación de funciones perdidas hasta el aumento de las capacidades.

¿Con qué intención?

Según Science and Technology Daily, el periódico oficial del Ministerio de Ciencia y Tecnología, el gobierno quiere que el recientemente inaugurado Sexto Laboratorio Haiheimpulse la innovación y cree nuevas áreas para el crecimiento económico.

Este también trabajará en formas de detectar y medir señales en el cerebro y mejorar la comunicación entre humanos y máquinas. Además de desarrollar nuevas tecnologías para que las máquinas y los humanos puedan trabajar juntos.

¿De qué se trata esta conexión?

La unión se conseguirá mediante la llamada interacción entre cerebro y ordenador (brain-computer interface; BCI, en inglés). Utilizanda en dispositivos de asistencia —como sillas de ruedas— que se mueven gracias a la actividad cerebral o videojuegos en los que, en vez de utilizar un ratón, el cursor se mueve con la mente.

¿Cómo funciona una interfaz cerebro-ordenador?

Hay distintos tipos de interfaces cerebro-máquina, pero todo equipo y componentes de un interfaz cerebro-máquina debe incluir:

Prevención Integral (2018). Las interfaces cerebrales revolucionan el mundo de la medicina [Fotografía del Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática – UMH]. Recuperado de www.prevencionintegral.com
  • Sensores: Para registrar la actividad eléctrica del cerebro
  • Decodificador: Un algoritmo que convierte la actividad eléctrica del cerebro en una señal de comando
  • Efectores o actuadores: Como un cursor de ordenador, brazo robótico o prótesis, entre otros.

Los sensores detectan la información (actividad eléctrica del cerebro) que puede ser actividad local de neuronas individuales o la actividad agregada de cientos, miles o millones de neuronas simultáneamente.

El decodificador es un algoritmo matemático que procesa, filtra el ruido y amplifica la señal para operar el efector o actuador. La decodificación de la señal es clave para el funcionamiento efectivo del interfaz cerebro-máquina.

Finalmente, el efector o actuador viene a reflejar el tipo de aplicación de la interfaz cerebro-máquina.

¿Para qué sirven?

Las interfaces cerebro-máquina utilizan la información neuronal para el control de dispositivos externos como prótesis, cursores de ordenador, sillas de ruedas, domótica, exoesqueletos o armamento.

Se han aplicado en casos de limitaciones motoras, con el objetivo de facilitar la comunicación a través de la escritura en una pantalla de ordenador o como respuesta física para controlar un efector.

Entre las interfaces más exitosas, se encuentran las interfaces de estimulación, como por ejemplo, los implantes de cóclea en el caso de personas con sordera; y la estimulación cerebral profunda, para aliviar los síntomas en casos de enfermedad de Parkinson.

Conexiones cerebro-máquina: ¿Un problema ético?

García de Quesada, I. (2022). Una interfaz cerebro-máquina de rehabilitación neurológica. Un casco con electrodos capta las ondas cerebrales que luego son procesadas por el ordenador [Fotografía de Bauernhansl, R./ Flickr]. Recuperado de www.theconversation.com

Desde la neuroética se advierte de algunos de los riesgos del uso de las neurotecnologías.

Por ejemplo, las interfaces cerebro-máquina, en su vertiente de estimulación, pueden cambiar aspectos de la personalidad o del “yo”.

E incluso, dado que tienen como objetivo áreas especificas del cerebro, durante su uso pueden alterar los estados de ánimo, deseos, la conducta e incluso los valores y la identidad personal.

La neurociencia detrás de las interfaces cerebro-máquina avanza tan rápido que se pueden desarrollar aplicaciones como la comunicación de estímulos entre dos personas, la comunicación cerebro-a-cerebro a través de Internet, o la exploración del océano profundo y del espacio exterior con robots controlados por el pensamiento.

¿Podría una máquina reemplazar un cerebro?

Con características tan diferentes es obvio que cerebro y máquina no puedan funcionar de la misma manera. Sus procesos, capacidades y formas de actuación son tan distintos que se puede afirmar que ni el cerebro computa, ni el computador piensa.

Eso sí, la imaginación no falta. Los escenarios que se proponen muestran un futuro distópico dominado por entes, en este caso máquinas de gran inteligencia.

La predicción abarca desde pensar en la extinción de nuestra especie hasta la coexistencia pacífica y satisfactoria entre máquinas y humanos, pasando por varias complicaciones socioeconómicas y culturales de un mundo cada vez más mecanizado.