Sabemos que la enfermedad de Parkinson es un trastorno progresivo y neurodegenerativo del movimiento que suele acompañarse de una alteración del equilibrio y la marcha. Entre los tratamientos, los beneficios del ejercicio son claros. Así, una de las actividades que puede abordar cada una de las áreas clave de este es la danza, que no solo mejora ambos aspectos mencionados, sino también la fuerza y/o la flexibilidad. ¿Sabías que un programa de danza mixta puede disminuir la congelación de la marcha tras bailar durante ocho semanas? Y, además… ¡También se han reportado mejoras en el rendimiento cognitivo! Pues este tipo de actividades dinámicas favorece los comportamientos saludables junto con una oportunidad mínima de interacción social. Veamos un poco más de la influencia de la danza en el párkinson, una combinación de ejercicio y enriquecimiento sensorial.

Un caso real

K. V. era un hombre de 86 años en la etapa IV de la enfermedad de Parkinson que vivía en un centro residencial. Sus síntomas comenzaron en el lado izquierdo de su cuerpo e incluían rigidez, congelación de la marcha, dificultad para iniciar el movimiento, deterioro del equilibrio y mareos.

Párkinson y danza: Cuando bailar sana

Podía caminar con la asistencia del andador a distancias cortas, pero normalmente estaba en silla de ruedas, ya que necesitaba la máxima asistencia de otra persona para levantarse.

Podía comunicarse bien, pero su movilidad era muy limitada.

Y vino el tango

El principio de las clases incluía ejercicios de respiración, flexibilidad y aumento del rango de movimiento y atención a la alineación postural. Después del calentamiento, se escuchaba y bailaba música de tango.

K. V. se movía al ritmo designado con ayuda de su cuidador y un voluntario. Asimismo, se ponía de pie practicando su juego de pies y pasos con la pareja de baile, aproximadamente en el 50% de las clases.

Los pasos que la clase practicó incluyeron pasos multidireccionales, cambios de peso en el balanceo, levantamientos de piernas y pasos decorativos al estilo del tango.

Mientras estaba sentado, K. V. aplaudía con la música, practicaba las posiciones de los brazos y el trabajo de pies.

¿Cuál fue le resultado?

K. V. mejoró en las medidas de equilibrio, confianza en este y calidad de vida. Expresó disfrute, satisfacción con la mejora del bienestar físico e interés en continuar las clases de baile. Y, además, muchas de las ganancias se mantuvieron en el seguimiento un mes después de completar la intervención (Hackney y Earhart, 2010).

Cuando la danza funciona en el párkinson

Es bien sabido que la danzaterapia puede mejorar eficazmente y ralentizar (que no revertir) la disminución de la función motora y los déficits cognitivos en las enfermedades neurodegenerativas. Pues la terapia alternativa de baile combina aspectos físicos, rítmicos, psicológicos y emocionales.

¿Qué ocurre en el cerebro?

¿Sabías que las intervenciones basadas en la música y la danza se han explorado como medio para complementar los déficits de sincronización resultantes del deterioro de los ganglios basales en el párkinson?

La percepción del tiempo rítmico y la posterior producción de movimiento dependen de la actividad dopaminérgica en los circuitos corticoestriales.

Las personas con párkinson muestran una disminución de la activación de los ganglios basales al escuchar música. Además de déficits tanto en la percepción rítmica como en la producción.

La danza, en este caso, es una actividad que combina señales auditivas y visuales rítmicas para coordinar el movimiento (Krotinger y Loui, 2021). 

Lo beneficioso de bailar y observar bailar

La experiencia de la danza afecta la estructura y función de las regiones cerebrales involucradas tanto en la observación como en la producción de movimiento.

Esto quiere decir que cuando se observa a otra persona bailar, hay una mayor actividad en la red de observación de acción frontoparietal, circuito que cumple un papel importante en dicha observación y producción de movimiento.

Asimismo, quienes bailan muestran una mayor conectividad funcional en las vías corticoestriales, implicadas en la postura, el movimiento y selección de acciones, mayor difusividad de la materia blanca y neuroplasticidad en regiones motoras.

¿Resultados de la danza en el párkinson?

Al parecer, se ha encontrado que la intervención basada en la danza enfocada en adultos mayores da lugar a un aumento significativo en el volumen de materia gris (giro precentral y el área motora suplementaria, entre otros) y blanca (partes frontales y parietales). Especialmente, en zonas que se relacionan con procesos cognitivos superiores, como la memoria de trabajo y atención.

Al fin y al cabo, en el baile hay que aprender las coreografías con sus secuencias de movimiento y atender los movimientos del instructor para retener, recuperar y realizar dichas coreografías.

Este efecto puede ser mediado por el aumento de los niveles plasmáticos del factor neurotrófico (implicado en la plasticidad sináptica).

Hay resultados que sugieren que participar en un programa de baile a largo plazo que requiere un aprendizaje cognitivo y motor constante es incluso superior a participar en ejercicios físicos repetitivos para inducir neuroplasticidad en el cerebro de adultos mayores (Rehfeld et al., 2018).

Así mismo, en cuanto a tareas duales se trata, y con cierta precaución en la interpretación de los resultados, las intervenciones de baile pueden mejorar la velocidad del caminar con una tarea cognitiva (Murillo-García et al., 2021).

Conclusión

El resultado terapéutico de la terapia de movimiento es un fenómeno cada vez más en boga. Esto no es de extrañar cuando el baile supone un gran número de procesos al mismo tiempo. Ya sea la orientación espacial, coordinación del movimiento, equilibrio, resistencia, interacción o comunicación.

Ahora, entre las limitaciones de los estudios referentes se encuentra la amplia variedad de tipos de intervención de danza, la percepción del usuario del beneficio y la aceptabilidad en el desarrollo de directrices de la práctica.

Referencias bibliográficas

  • Hackney, M. E. y Earhart, G. M. (2010). Effects of dance on balance and gait in severe Parkinson disease: a case study. Disability and rehabilitation32(8), 679-684. https://doi.org/10.3109/09638280903247905
  • Jola, C., Sundström, M. y McLeod, J. (2022). Benefits of dance for Parkinson’s: The music, the moves, and the company. PloS one17(11), e0265921. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0265921
  • Krotinger, A. y Loui, P. (2021). Rhythm and groove as cognitive mechanisms of dance intervention in Parkinson’s disease. PloS one16(5), e0249933. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0249933
  • Murillo-García, A., Villafaina, S., Collado-Mateo, D., Leon-Llamas, J. L. y Gusi, N. (2021). Effect of dance therapies on motor-cognitive dual-task performance in middle-aged and older adults: a systematic review and meta-analysis. Disability and rehabilitation43(22), 3147-3158. https://doi.org/10.1080/09638288.2020.1735537
  • Rehfeld, K., Lüders, A., Hökelmann, A., Lessmann, V., Kaufmann, J., Brigadski, T., Müller, P. y Müller, N. G. (2018). Dance training is superior to repetitive physical exercise in inducing brain plasticity in the elderly. PloS one13(7), e0196636. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0196636