La interrupción voluntaria del embarazo (IVE) es legal en un tercio de los países del mundo, reconociéndose como un derecho de salud sexual y reproductiva. Si bien se considera un acto médico, diversos factores tales como el contexto legal o la estigmatización, condicionan su acceso. En cuanto al conocimiento previo, la mayor parte de las investigaciones se centraron en aspectos técnicos y de seguridad de los procedimientos. No obstante, el impacto emocional comenzó poco a poco a tomar mayor relevancia. Por este motivo, un estudio reciente realizado en España buscó explorar las vivencias emocionales de las mujeres en torno a dicha experiencia. En esta nota, exploraremos los principales hallazgos de dicha investigación.

Controversias sobre la IVE

Antes de comenzar, es necesario mencionar que todo lo referido al impacto emocional de la IVE se posiciona como un tema controversial. En este sentido, se han formulado diversas posturas teóricas y políticas que hacen hincapié en la implicancia emocional y el daño que provoca en la salud mental. De tal forma, hay quienes la consideran como un evento excepcional y trágico, que solo debe de ocurrir en contextos sumamente particulares.

Aspectos emocionales y IVE. Salud sexual y reproductiva

En contraposición a dicha postura, surgieron perspectivas críticas que resaltan el daño emocional que dicha experiencia conlleva y la autonomía en la toma de decisiones de la mujer sobre su propio cuerpo. Por último, posturas más radicales muestran la prevalencia de emociones tales como el alivio, y ofrecieron marcos interpretativos para la tristeza y el duelo más allá del arrepentimiento, recalcando que este es un derecho de salud sexual y reproductiva.

Pero… ¿Qué sabíamos hasta el momento?

Hasta el 2010, las revisiones no mostraron evidencia de las secuelas que la IVE tenía en la salud mental. En cambio, destacaron los beneficios de la relación con el entorno, relacionando el impacto emocional negativo a contextos y niveles socioeconómicos desfavorecidos.

Actualmente, los autores de dicha revisión entienden que la IVE representa una experiencia sumamente compleja, donde se da una heterogeneidad de vivencias que, a su vez, no son lineales. Por ello, lo consideran desde una teoría política cultural de las emociones, argumentando que se construyen a través del encuentro con el otro y de las prácticas culturales.

Un nuevo estudio

Partiendo del interés por conocer las experiencias emocionales de cada una, los autores realizaron una revisión sistemática cualitativa de los estudios publicados en la última década en diversos idiomas. Para ello, se realizaron búsquedas exhaustivas en diversas bases de datos.

Destacaron la importancia de realizar una investigación con perspectiva de género. Con el fin de que esto les pudiera permitir analizar la experiencia de la IVE como una práctica que refuerza la identidad social de género, que organiza la estructura social y configura la propia identidad. A partir de ello, ¿qué hallazgos se obtuvieron?

Experiencias en el proceso de la IVE

En primer lugar, en cuanto a lo referido a la accesibilidad, las participantes describieron gran variabilidad en las vías y los recorridos según ámbito geográfico y sanitario. Respecto al conjunto de visitas antes de la intervención, cuando consideraron que el proceso fue rápido y fácil, las emociones fueron positivas.

Por el contrario, las mujeres percibieron estrés, cansancio y angustia cuando los procedimientos fueron largos, complicados y poco transparentes. En tales experiencias, manifestaron falta de información, esperas prolongadas y dificultad para conciliar tareas personales.

Aspectos emocionales y IVE. Salud sexual y reproductiva

En segundo lugar, en cuanto al procedimiento, el mismo representó un determinante fundamental en los aspectos emocionales de la IVE. Ciertas mujeres consideraron que el aborto farmacológico era más “natural”, menos doloroso y traumático, y más cómodo y privado. De todas formas, otras tuvieron muchas dudas, preocupación y temor con respecto al curso de la IVE cuando lo realizaron en su domicilio. Por otra parte, hay quienes valoraron positivamente el procedimiento quirúrgico debido a que les permitió confirmar inmediatamente la finalización del embarazo.

¿Y sobre la asistencia?

Los tiempos de espera previos a la intervención fueron caracterizados como la peor parte del proceso, siendo fuente de ansiedad, preocupación y estrés. En general, las mujeres lo señalan como el principal aspecto a mejorar. Sobre el personal sanitario, se menciona que este condicionó en gran medida la vivencia debido a su labor informativa y de apoyo emocional.

Por último, con relación a la privacidad, las participantes de los estudios apreciaron la intimidad y discreción durante los procedimientos. No obstante, algunas resaltaron que esta protección de la confidencialidad podía reducir las posibilidades de generar espacios de apoyo entre pares y acompañamiento.

Las dificultades emocionales

Debido a la estigmatización que trae consigo este proceso, el conflicto ético en la toma de decisión es uno de los factores que dificulta la gestión de las emociones. Al haber internalizado el estigma, afloraron sentimientos de culpa, vergüenza y autocrítica. Incluso en algunos casos se sintió, según relatan algunas mujeres, como su error. Por el contrario, cuando la IVE se interpretó como un evento desafortunado, parecieran haberlo vivido con menos estrés. Pese a esto último, no lograron deshacerse del temor ante las posibles consecuencias del rechazo por parte de su entorno social.

Facilitadores de la gestión emocional

En el transcurso de la IVE, un factor que puede ayudar a la gestión de las emociones es sentirse como sujetos de derechos. Asimismo, el apoyo familiar, la gestión de la autoestima y la legitimidad de la decisión, se posicionan como aspectos facilitadores en el afrontamiento. Si bien se observó un consenso en torno a la identificación de las principales barreras y facilitadores de la experiencia de la IVE, los resultados ponen de manifiesto la complejidad del aspecto emocional. Esta, se encuentra condicionada por factores individuales, del sistema sanitario y del contexto político y sociocultural.

Aspectos emocionales y IVE. Salud sexual y reproductiva

Cuestiones de género

A lo largo de este análisis, los autores destacan que se han evidenciados desigualdades de género. En primer lugar, observaron el reparto desigual de las responsabilidades sobre la salud sexual y reproductiva entre hombres y mujeres, donde las presiones sociales en relación a la maternidad dificultan la toma de decisiones.

Como consecuencia, se visualizó una tendencia coercitiva, de control y de castigo social hacia las mujeres que deciden sobre su salud. En último lugar, identificaron sesgos de género en asunciones erróneas sobre la salud femenina, manifestándose en la excesiva generalización y homogeneización de las necesidades.

Limitaciones

En primer lugar, es importante aclarar que existe un sesgo de selección debido a la aplicación de un filtro idiomático, lo que excluye estudios relevantes que no están disponibles en el idioma del análisis. Además, el diseño metodológico dejó fuera investigaciones mixtas que combinaban técnicas cuantitativas y cualitativas. Por último, el sesgo geográfico y la diversidad de los sistemas asistenciales también dificultaron el análisis e interpretación de los resultados. Estos factores, en su conjunto, limitan la generalización de los hallazgos a otros contextos y poblaciones.

Entonces… ¿Qué nos aporta este estudio?

En síntesis, dicha investigación nos permitió notar la variabilidad y ambivalencia de los aspectos emocionales que el proceso de IVE trae consigo. Es crucial entender que cada vivencia es única y que no debemos juzgar los procesos individuales. En suma, se identificaron aspectos a mejorar a lo largo de todo el período asistencial, lo que podría ayudar a las mujeres a atravesarlo de la mejor manera posible, mitigando las angustias que la estigmatización provoca.

Los resultados evidencian a su vez las desigualdades y sesgos de género que se perpetúan antes, durante y después, reafirmando los roles establecidos en la salud sexual y reproductiva. Finalmente, se destaca el potencial del sistema sanitario para condicionar la experiencia emocional de la IVE. ¿Cómo podemos fomentar un entorno más comprensivo y libre de juicios para las mujeres que atraviesan la IVE?

Referencia bibliográfica

  • Danet Danet, A. (2020). Experiencias emocionales en la interrupción voluntaria del embarazo. Gaceta Sanitaria, 35(4), 361-373. Doi: 10.1016/j.gaceta.2020.02.006