En los últimos años hemos estado viviendo una verdadera revolución. Sobre todo en el ámbito de las psicoterapias. Y es que, se han retomado y multiplicado los estudios acerca de la psicoterapia asistida con psicodélicos, mostrando una alta eficacia en diversas problemáticas de salud mental. Lo revisamos a continuación.
Psicoterapia asistida con psicodélicos: El comienzo de la historia
Si bien el consumo de sustancias psicoactivas data de miles de años, las primeras investigaciones científicas en el ámbito de la psicología y la psiquiatría con estos compuestos se remontan a las décadas del 40′ y 50′ del siglo XX.
Uno de los grandes protagonistas de la presente historia fue el químico suizo Albert Hofmann.
Este científico participó en los laboratorios de la farmacéutica suiza Sandoz, encargada de sintetizar el LSD (1943).
Unos quince años más tarde, en 1958, consiguió aislar el compuesto psicoactivo de los hongos alucinógenos psilocibios, la psilocibina (Hofmann, 1979).
Por aquellos años, estos compuestos fueron distribuidos a psicólogos y psiquiatras dado que se sospechaba sobre su potencial uso psicoterapéutico.
Como resultado, durante las décadas del 50′ y 60′, se publicaron cerca de 1000 artículos científicos que reportaron sobre el tratamiento con alucinógenos clásicos en aproximadamente 40.000 pacientes.
Los mismos arrojaron resultados muy prometedores. Sin embargo, no se contaba con la tecnología y rigor científico con el que contamos en la actualidad.
Un desvío en el uso y una larga pausa en la investigación
Debido al arribo de las drogas alucinógenas a la esfera social y cultural de la época, el auge de la contracultura y el movimiento hippie, en Estados Unidos (EE. UU.) se inicia una campaña en contra de estas sustancias. Desprestigiándolas, por ende, con informes inventados y propagandas antagonistas sin sustento científico.
Incluso, se les atribuyó la generación de estados de “locura”, asesinatos y suicidios. Por supuesto, los verdaderos factores para el armado de tales campañas fueron económicos y políticos. La contracultura de la década de 1960 fue un fenómeno cultural antisistema (véase ello, por ejemplo, a través de las protestas contra la guerra de Vietnam, entre otros).
Debido a esto, el presidente estadounidense, Richard Nixon, a principios del 70′ prohibió el uso de psicodélicos, dándoles un status de sustancias ilegales.
En consecuencia, esto terminó afectando a las investigaciones psicoterapéuticas que se venían llevando a cabo. Por lo tanto, estas sustancias quedaron en desuso en el ámbito de la salud/medicina.
El retorno de los psicodélicos en el ámbito psicoterapeútico
A finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI, se retomó la investigación con psicodélicos en el ámbito de la psicoterapia.
Un ejemplo de ello es la Asociación Multidisciplinaria para Estudios Psicodélicos (Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies, MAPS, en inglés). Una de las principales instituciones involucradas en el desarrollo de estos modelos psicoterapéuticos combinados.
La asociación lleva trabajando más de 30 años en la aplicación del MDMA (3,4-metilendioximetanfetamina) para el tratamiento del trastorno por estrés postraumático (TEPT).
En la actualidad, se encuentran en la fase III de la investigación, proyectando su aprobación en el territorio estadounidense para finales de este año o principios del que viene.
A dicha institución se le suman otras de notable prestigio a nivel mundial, como la Universidad Johns Hopkins, la Universidad de Yale y la Escuela Imperial de Londres.
Que, del mismo modo, están dedicando parte de sus recursos a la investigación en psicoterapia asistida con psicodélicos.
Algunas investigaciones con psicodélicos
Lo cierto es que algunas de las investigaciones han proporcionado resultados, donde la eficacia de este tratamiento combinado en distintas problemáticas de salud mental ha sido sorprendente.
Por ejemplo, se han obtenido resultados satisfactorios en el tratamiento de la depresión resistente con psicoterapia combinada con psilocibina (Carhart-Harris et al., 2016). Asimismo, se han encontrado otros tantos prometedores en el tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo, tabaquismo y alcoholismo (Moreno et al., 2006).
Y, como ya se ha mencionado, se le suma a lo anterior las investigaciones de la MAPS en el trastorno por estrés postraumático. Cuyo tratamiento psicológico, combinado con MDMA, redujo los síntomas y la tasa de suicidios de los pacientes significativamente.
Por otro lado, el LSD también presentó eficacia para acompañar una terapia para la depresión y, por supuesto, la Ibogaina. Este compuesto psicoactivo que se extrae de la corteza de ciertos árboles africanos viene siendo utilizado en muchas clínicas alrededor del mundo. Sobre todo para tratar las adicciones profundas.
Algunas limitaciones
Ahora bien, todo conglomerado de investigaciones sobre un campo innovador también conlleva limitaciones.
En muchos estudios las muestras fueron muy reducidas. Algo tiene que ver con que, recientemente, se haya creado el test Wave.
Un test que facilita el proceso de cribado inicial de pacientes en entornos clínicos que lleven a cabo este tipo de terapia.
Su objetivo es detectar el riesgo potencial de estos de desarrollar trastornos psicóticos o bipolares.
Ahora, esto tiene un motivo. Sobre todo, evitar que aparezcan reacciones adversas graves.
Y es que, uno de los mayores riesgos asociado al consumo de drogas alucinógenas es la exacerbación de trastornos mentales.
De esta forma, en muchas de las muestras se prescinde de personas con antecedentes de cualquier trastorno mental grave (psicosis, trastorno bipolar o trastornos disociativos). Así como niveles altos de rasgos como el neuroticismo. O, en su defecto, se seleccionan pacientes con experiencia previa en el uso de drogas alucinógenas que no hayan desarrollado reacciones adversas por su uso.
A día de hoy, se trabaja con el Paradigma de Alto Riesgo Psicométrico (PARP) para poder suplir estas limitaciones, por ejemplo (Oña, 2020).
Así mismo, su eficacia en ámbitos clínicos será completamente comprobada en la fase IV (en farmacovigilancia). Es más, una vez estén comercializados será cuando se puedan observar las reacciones adversas en su totalidad.
Los psicodélicos como complemento de las terapias contextuales
Las terapias contextuales son un grupo de terapias desarrolladas en la década del 90′.
Y es que, dado que mucho del trabajo con los psicodélicos tiene que ver con la exposición a emociones, pensamientos y sensaciones corporales que se vivencian aversivamente, estas terapias resultan muy útiles.
Se perfilan como el principal modelo psicoterapéutico para ser usado como complemento a los compuestos psicodélicos.
¿Por qué? Enfocan gran parte de su procedimiento en la exposición y aceptación de eventos privados con el fin de alcanzar un bienestar.
Por esta razón, uno de los primeros manuales o protocolos psicoterapéuticos que vio la luz, y que fue publicado por la Universidad de Yale el año pasado (Guss et al., 2020), utiliza la terapia de aceptación y compromiso. Una de las terapias contextuales con mayor evidencia empírica con tratamiento con psilocibina como compuesto psicodélico en el tratamiento de la depresión.
A modo de inciso
Ahora, no se ha de olvidar que lo importante en la terapia es la persona. Y, por supuesto, que ha de velarse para que el tratamiento que se lleve a cabo sea idóneo para esta o no, sea el que sea.
Por lo tanto, la disposición personal y una amplia red de muchos factores de distinta naturaleza determinarán el curso y éxito de cualquier tratamiento, incluida la psicoterapia asistida con psicodélicos. Y es que, esta técnica añadida, no deja de ser un factor minoritario en el conjunto de aquellos aspectos que determinan el cambio terapéutico.
Así pues, un proceso psicoterapéutico sólido y bien establecido, anterior a la administración de la sustancia, logrará integrar con mayor profundidad la experiencia. Así como obtener beneficios a largo plazo (Oña, 2018).
Finalmente ¿Cómo es una psicoterapia asistida con psicodélicos?
La psicoterapia asistida con psicodélicos consta de 3 etapas bien definidas que demandan diferentes posturas por parte del terapeuta y del paciente:
- La primera etapa es la de preparación. En esta etapa se espera que se construya una sólida relación terapéutica. Así pues, se busca que el paciente desarrolle la confianza necesaria con el terapeuta para que pueda sentirse seguro en la toma del psicodélico. Por otro lado, se indaga sobre lo que la persona quiere trabajar. Ya sean emociones, patrones de conductas, pensamientos, ideas o creencias. Finalmente, el paciente tendrá que tener clara cuál es su intención afectiva, cognitiva y conductual para realizar tal proceso.
- La segunda etapa consta de las sesiones psicodélicas. En esta etapa el paciente ingiere el compuesto psicodélico terapéutico (psilocibina, mdma, LSD, entre otros) y es acompañado por los terapeutas. En esta fase, el paciente suele encontrarse recostado, con los ojos cerrados y escuchando música funcional a través de auriculares. El rol de los terapeutas (suelen ser dos) es acompañarle con el fin de brindarle seguridad. Y, sobre todo, interviniendo únicamente cuando sea necesario.
- La tercera etapa es de integración. Es fundamental para realizar un profundo trabajo psicoterapéutico. Pues hace que la experiencia con psicodélicos contenga un verdadero valor terapéutico, ya que se marca la diferencia más importante respecto al uso recreativo. Ahora, en la integración existen diversos momentos y elementos con los que se trabaja. Por ejemplo: el recuerdo de la experiencia psicodélica, los aspectos simbólicos del viaje llevados a la propia experiencia de vida, el abordaje de los valores o la fisicalización del contenido cognitivo y emocional, entre otros.
Conclusión
Si bien estamos en los inicios de lo que promete ser una revolución en el ámbito de la psicoterapia y la reivindicación de los compuestos psicodélicos, es importante que la evidencia empírica siga acumulándose. Especialmente, para revertir el imaginario popular que hay con estas sustancias.
Todavía queda mucho por hacer. Sobre todo, en la elaboración de estudios más robustos y muestras más representativas. Parece ser, que hay investigaciones que no cuentan con la validez metodológica necesaria para el contraste de hipótesis y, por ende, caen en sesgos.
Con esto, no deja de ser un campo todavía por explorar. Lo cierto es que, de confirmarse con mayor cantidad de investigaciones, la psicoterapia asistida con psicodélicos podría instalarse como primera opción de tratamiento en los próximos años.
Referencias bibliográficas
- Carhart-Harris, R. L., Boldstrige, M., Day, C.M.J., Rucker, J., Watts, R., Erritzoe, D. E., Kaelen, M., Giribaldi, B., Bloomfield, M., Pilling, S., Rickard, J. A., Forbes, B., Feilding, A., Taylor, D., Curran, H. V. y Nutt, D. J. (2017). Psilocybin with psychological support for treatment-resistant depression: an open-label feasibility study. Lancet Psychiatry, 235(2), 399-408. https://doi.org/10.1016/S2215-0366(16)30065-7
- Gus, J., Krause, R. y Sloshower, J. (2020). Yale Manual for Psilocybin-Assisted Therapy of Depression (First Edition). The Library of Congress.
- Hofmann, A. (1979). LSD: cómo descubrí el ácido y qué pasó después con el mundo. Editorial Gedissa.
- Moreno F. A., Wiegand C. B., Taitano E. K. y Delgado P. L. (2006). Safety, tolerability, and efficacy of psilocybin in 9 patients with obsessive-compulsive disorder. The Journal of Clinical Psychiatry, 67(11), 1735-40. Doi: 10.4088/jcp.v67n1110. PMID: 17196053.
- Oña, G. (2018). Consideraciones sobre el estado actual de la terapia psicodélica: limitaciones, sesgos y propuestas metodológicas. Revista Cultura y Droga, 23(26), 37-47. Doi: 10.17151/culdr.2018.23.26.3.
- Oña, G. (2020). Elaboración y validación de un cuestionario para detección del riesgo de reacciones adversas graves por empleo de drogas psicodélicas en terapia. International Journal of Psychology, 20(2), 211-222. https://www.researchgate.net/publication/341781202_Development_and_validation_of_a_questionnaire_to_detect_the_risk_of_serious_adverse_reactions_due_to_use_of_psychedelic_drugs_in_therapy