En los últimos años, la salud mental es un tema que está tomando protagonismo. Con el avance de la tecnología y las investigaciones se ha comenzado a comprender un poco sobre el funcionamiento del cerebro y sus afectaciones neuroanatómicas en diversos trastornos. Entre ellos, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC). En su caso, la persona presenta afectaciones neuropsicológicas, emocionales y sociales específicas. Es importante conocerlo y así obtener un mejor manejo del cuadro.

¿De qué trata el trastorno obsesivo compulsivo?

Este trastorno se caracteriza por tener patrones de miedo y pensamientos irracionales que hacen a la persona llevar a cabo comportamientos repetitivos. Es decir, la presencia de obsesiones y compulsiones genera tanta angustia que llega a un punto en el que afecta al desarrollo normal de las actividades diarias. 

Como consecuencia, la persona lleva una rutina de comportamientos o pensamientos que, con el paso del tiempo, llega a afectar a su entorno.

Para comenzar, es importante explicar qué son las obsesiones. Estas se producen como ideas, imágenes o impulso que son recurrentes, intrusivos e irracionales. Suelen imponerse en la persona a pesar de los intentos de esta por crear algún tipo de resistencia contra ellas.

Es por ello, que generan malestar e incluso llegan a dominar la vida diaria. Según Sanz y Fernández-Cuevas (2015), los principales contenidos de las obsesiones son:

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  • Religiosas, sagradas y metafísicas
  • Pureza y protección corporal
  • Protección ante peligros interiores o exteriores
  • Orden y simetría
  • Precisión y completud
  • Referentes al paso del tiempo
  • Sexuales
  • Acumulación

Por otra parte, las compulsiones, son actos motores y/o físicos recurrentes, que se realizan para hacer frente a la obsesión, con el objetivo de disminuir el malestar.

Estos actos pueden ser manifestados (por ejemplo, cerrar tres veces la puerta) o encubiertos (contar mentalmente las baldosas del piso). Una forma de ejemplificarlo es entender que una obsesión ante peligros exteriores lleva a la coexistencia del ritual constante de lavado de manos.

Así pues, en la mayoría de los casos, las compulsiones surgen en respuesta a una obsesión. Sin embargo, ambas pueden existir sin ninguna relación o sin necesidad de la presencia de la otra. 

¿Qué se conoce del TOC?

Existen múltiples factores que se pueden relacionar con su desarrollo. Los más notables son los factores ambientales estresantes, alteraciones neuroanatómicas, alteraciones neuroquímicas y factores genéticos. Sin duda, la presencia o no de cada uno de ellos es independiente en el caso de la persona, provocando que sea muy variado.

Asimismo, se ha encontrado una prevalencia del 2-3% en la población general. No muestra diferencia de género y se reporta una menor posibilidad de desarrollo a partir de los 35 años.

Además, tiene un inicio insidioso o agudo, pero en el transcurso del tiempo se convierte en crónico. Actualmente, se ha encontrado que existen dos picos importantes para el debut del cuadro, la infancia y el inicio de la edad adulta (Vellosillo y Vicario, 2015).

Afectaciones neuroanatómicas en el trastorno obsesivo compulsivo

Se ha encontrado que en la neuroanatomía de las personas con trastorno obsesivo compulsivo aparece una afectación en el funcionamiento de los circuitos frontroestriados.

Este proceso inicia en la corteza orbitofrontal o del cíngulo que envía información, activando al núcleo caudado. Que, a su vez, envía fibras inhibitorias al globo pálido, dando paso a la salida de un mensaje inhibitorio que llega al tálamo. Zona que proyecta de vuelta a la corteza completando el proceso (Pena, 2011).

Un fallo en las estructuras neuroanatómicas anteriormente mencionadas podría originar una desinhibición general en las personas con trastorno obsesivo compulsivo. En consecuencia, se produce un sistema hiperactivo y reverberante. Esta actividad excesiva en el circuito se relaciona con la producción de síntomas asociados con las obsesiones y las compulsiones.

De igual manera, se han realizado múltiples investigaciones usando imagenología para conocer más la neuroanatomía del trastorno obsesivo compulsivo.

Como resultado, se han encontrado cambios tanto en el volumen como en la funcionalidad de algunas áreas cerebrales como (Pauls et al., 2014; Pena et al., 2011):

  • Corteza prefrontal, especialmente orbitofrontal
  • Núcleo caudado
  • Corteza cingulada anterior
  • Corteza parietal
  • Giro temporal superior
  • Ganglios basales
  • Tálamo
  • Ínsula izquierda

Afectaciones neuropsicológicas en el trastorno obsesivo compulsivo

Aunque en la actualidad no hay unanimidad en el perfil neuroanatómico y neuropsicológico de una persona con TOC, se ha encontrado que están afectadas principalmente tres funciones. 

La primera función que se encuentra comprometida es la memoria. En este caso, las personas presentan dificultades en la formación de estrategias de organización y recuperación de información.

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En consecuencia, quedan afectados los procesos de consolidación y evocación (Perpiñá et al., 2002). Por ende, las dificultades se relacionan más con una disfunción en el lóbulo frontal que en el hipocampo.

La segunda función afectada es la visoespacial; se observa que hay dificultades en la unión de estímulos y la capacidad para manipular elementos en tercera dimensión.

Por tanto, las personas se enfocan en los detalles y descuidan la percepción global de los estímulos (Soto, 2012).

Estos efectos se manifiestan mayormente por una disfunción en lóbulos frontales y temporales.

Por último, se han reportado dificultades en las funciones ejecutivas. Específicamente, se ha visto una disminución en los procesos de inhibición de respuesta y flexibilidad. Como consecuencia, las personas presentan dificultad para detener las compulsiones.

“En otras palabras, al verse reducida la capacidad para pensar o generar alternativas viables de razonamiento, acción y solución a las demandas del entorno, el paciente se encuentra atrapado en su compulsión” (Soto, 2012).

Diagnóstico

Para un adecuado diagnóstico, la Asociación Americana de Psiquiatría (2014) indica que se deben cumplir los siguientes criterios:

  1. Presencia de obsesiones, compulsiones, o ambas.
  2. Las obsesiones o compulsiones requieren una cantidad importante de tiempo o causan un malestar clínico significativo. Por ende, se ve un deterioro social, laboral y otras áreas relevantes de funcionamiento.
  3. Los síntomas no se pueden explicar por los efectos fisiológicos de una sustancia o afección médica.
  4. Las dificultades no se pueden explicar mejor por los síntomas de otros trastornos mentales.

De igual manera, el diagnóstico diferencial se debe realizar principalmente con la esquizofrenia, la depresión y algunos trastornos neurológicos, todo con el fin de ayudar al manejo correcto del trastorno obsesivo compulsivo. No obstante, también se puede relacionar con ansiedad, trastornos de control de impulso, trastornos de personalidad y anorexia nerviosa (Vellosillo y Vicario, 2015).

Manejo del trastorno obsesivo compulsivo

Para el manejo del trastorno obsesivo compulsivo se han encontrado tres estrategias. La primera relacionada a un tratamiento farmacológico en el cual se utilizan inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. Estos medicamentos tienen un efecto tanto a corto como a largo plazo (Veale y Roberts, 2014).

Otra estrategia que se utiliza es la aplicación de la terapia cognitivo conductual. Para la que se suele emplear estrategias de exposición y prevención de respuesta.

Estas pueden ser usadas de manera aislada al medicamento si los síntomas son de leves a moderados.

Así mismo, también se ha mostrado efectividad en la mejora de los síntomas con la terapia de aceptación y compromiso.

Por último, se ha encontrado que el uso de la estimulación cerebral profunda ha mostrado gran efectividad para el manejo del trastorno obsesivo compulsivo. La técnica se aplica cuando los casos son muy severos o no se evidencia una mejora con otros tratamientos.

Conclusión

El trastorno obsesivo compulsivo tiene como base fundamental la presencia de obsesiones y compulsiones que dificultan el desarrollo adecuado de las actividades diarias. Asimismo, se observan características a nivel neuroanatómico como neuropsicológico.

Aunque se ha investigado de manera exhaustiva, aún no se conocen todos los aspectos relacionados con este cuadro. Por ello, es necesario seguir investigando para comprender mejor no solo el trastorno sino también para desarrollar mejores herramientas de manejo y aumentar la calidad de vida.

Referencias bibliográficas

  • American Psichiatric Association (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Editorial médica panamericana.
  • Pauls, D. L., Abramovitch, A., Rauch, S. L. y Geller, D. A. (2014). Obsessive-compulsive disorder: An integrative genetic and neurobiological perspective. Nature Reviews. Neuroscience, 15(6), 410-424. Doi: 10.1038/nrn3746
  • Pena, J., Barrós-Loscertales, A., Ventura-Campos, N., Rodríguez, M., Villamón, S. y Ávila, C. (2011). Implicación del circuito corticoestriadotalámico en pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo durante una tarea de control inhibitorio con contingencias de recompensa y castigo. Revista de Neurología, 53(2), 77. Doi: 10.33588/rn.5302.2010767
  • Perpiñá, A., García, L., Canalda-Salhi, G. y Boget, T. (2002). Aspectos neuropsicológicos del trastorno obsesivo compulsivo. Revista Neurología, 35(10), 959-963. Doi: 10.33588/rn.3510.2002117
  • Soto, M. (2012). Aspectos neuropsicológicos del trastorno obsesivo compulsivo. Revista de Psicología, 2(1), 61-68. https://revistas.ucsp.edu.pe/index.php/psicologia/article/view/10
  • Veale, D. y Roberts, A. (2014). Obsessive-compulsive disorder. The BMJ, 348(g2183). Doi: 10.1136/bmj.g2183
  • Vellosillo, P. S. y Vicario, A. F.-C. (2015). Trastorno obsesivo compulsivo. Medicine, 11(84), 5008-5014. Doi: 10.1016/j.med.2015.07.010