Los pensamientos intrusivos (PI) son pensamientos indeseados y desagradables que suelen “aparecer” en nuestra mente de manera súbita. Pueden ser pensamientos verbales, pero también ocurre con imágenes, impulsos (como si uno quisiera hacer algo) o sensaciones de duda. Lo cierto es que, experimentar PI es una experiencia común en la mayoría de las personas (ej.: escuchar una canción que suena en nuestra mente en diferentes momentos del día, sin importar qué hagamos). Sin embargo, en ocasiones, estos pueden causar mucho malestar y las personas que lo experimentan pueden desarrollar un trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Veremos, a continuación, algunos mitos de los pensamientos intrusivos en salud mental (parte I) que carecen de fundamento y que es más que importante desmentir para contar con información basada en evidencia científica.
“Todos tenemos un poco de TOC. Lo que se realiza de manera repetida es TOC”
Existe la creencia errónea de que un TOC consiste en realizar cualquier acción de manera repetitiva.
Comúnmente se utiliza el término “obsesivo” para referirse a, por ejemplo, personas que realizan o participan de manera constante en alguna actividad determinada (por ejemplo, el deporte), que se concentran demasiado en un tema particular o, incluso, para referirse a quienes mantienen rutinas preferidas u ordenadas.
La principal diferencia entre los ejemplos anteriores y una persona con TOC es que los primeros pueden elegir hacer o no algo, mientras que quien presenta TOC no decide experimentar determinadas obsesiones.
Y es que, su comportamiento está impulsado por sentimientos de intensa y debilitante ansiedad, no por elección propia.
“El TOC se caracteriza por obsesionarse con la limpieza o lavarse las manos”
Si bien las conductas de limpieza pueden ser compulsiones comunes en el TOC, no son las únicas, ni necesarias para el desarrollo del trastorno. El contenido de los PI, y, por lo tanto, las compulsiones que se realizan para neutralizarlos, son tantos y tan variados que resultaría imposible enumerar todas las posibles manifestaciones.
Algunas de los más comunes no relacionadas con la limpieza son las conductas de chequeo, acumulación de objetos, dudas obsesivas, repetición de conductas un número determinado de veces o tratar de recordar todo con exactitud, entre otras.
“Las personas con TOC están locas”
Existe mayor estigma social asociado con el TOC que con otros trastornos. Por ejemplo, aquellos relacionados con la ansiedad o del estado de ánimo. En parte debido al desconocimiento sobre el mismo.
De esta forma, dicho estigma dificulta que las personas con TOC busquen ayuda profesional y comenten lo que les ocurre. Generalmente, por temor, vergüenza o miedo a ser juzgados.
Sin embargo, sobra decir que, quienes conviven con un TOC solo presentan un trastorno mental similar a los trastornos de ansiedad (y que muchas veces es confundido en clínica). Con esto, las personas con TOC están en completo contacto con la realidad y reconocen lo “alarmante” o “extraño” que el contenido de sus pensamientos intrusivos puede parecer. Así como cuán improbable es que su temor se cumpla.
“El contenido de los pensamientos intrusivos por algún motivo se piensa. Hay que averiguar por qué y descubrir su significado oculto”
Este mito proviene de tratamientos psicológicos no basados en evidencia. Un tipo de abordajes donde se busca el “motivo” o “verdadero significado” de los pensamientos intrusivos. Lo cual resulta iatrogénico para tratar el TOC.
Y es que, ciertas terapias sostienen esto, pudiendo reforzar las creencias infundadas de la persona. E incluso, brindar más argumentos rumiativos (McKay, Abramowitz y Storch, 2021).
Hay que tener clara la premisa de que los pensamientos intrusivos son ocurrencias cotidianas para todas las personas.
Esta afirmación está respaldada por investigaciones realizadas desde finales de la década de 1970 y 1980, que ya indagaron si había diferencias entre los pensamientos intrusivos de personas con TOC y los experimentados por personas sin TOC.
¿Qué encontraron?
Hallaron que el contenido de pensamientos intrusivos fugaces que experimentaban las personas sin TOC era, sorprendentemente, similar a los pensamientos de personas con TOC (impulsos de herir o abusar de otros, imágenes de seres queridos heridos o pensamientos de que las cosas podrían salir mal, entre otros).
Por lo tanto, el contenido de los pensamientos de quienes presentan un cuadro de TOC no es diferente al contenido de pensamientos que puede tener cualquier persona (Rachman y de Silva, 1978).
Sin embargo, aunque experimentar PI de contenido negativo o desagradable es normal, hay quienes se “inquietan” más por su aparición que otros. De esta forma, aquellos más afectados por el contenido de sus PI suelen intentar dejar de repensar en sus pensamientos intrusivos.
Con esto, es entendible comprender que si tan solo el pensamiento no apareciera o lo pudiéramos bloquear de alguna manera, el problema estaría resuelto. Algo que puede parecer una idea atractiva, pero no una solución realista.
Lo cierto es que, mientras más intentos por deshacerse de un pensamiento, mayor malestar y presencia tendrá el mismo.
Ahora, ¿por qué hay que tener muy en cuenta este mito?
Ya hemos aclarado que los PI son muy comunes. Sin embargo, la diferencia entre alguien que se encuentra altamente afectado por un pensamiento y alguien que no yace en lo que se interpreta del hecho de haber tenido dicho pensamiento.
Esta valoración o interpretación acerca de qué significa un pensamiento es lo que determina el grado de afectación ante el evento interno (ej.: “Haber tenido este pensamiento significa que soy un posible asesino o que me gusta este tipo de cosas sexuales”).
Ahora, mientras más extrañeza o alteración produzca el PI, más probable será el intento de “defensa” (o lo que es lo mismo, realizar compulsiones para evitar que aquello pensado ocurra o haya ocurrido). Y, de esta manera, puede desarrollarse un TOC.
Así pues, este mito mantiene y fomenta las creencias disfuncionales sobre la importancia o significado del PI. Lo que, a su vez, dificulta a la persona desestimar el pensamiento.
“Las personas desean actuar conforme el contenido de sus pensamientos intrusivos”
Mito relacionado al anterior, frecuentemente se (mal)explica que quienes experimentan tales pensamientos es porque en realidad desean que ocurran, o realizar sus consecuentes actos.
De esta forma, si la persona dice que no desea esto, (mal)explica que en realidad sí lo desea según ciertas interpretaciones pseudocientíficas.
Ahora, quienes presentan PI no desean realizar el contenido de sus pensamientos.
De hecho, justamente por este motivo experimentan continuamente pensamientos que les producen malestar y realizan comportamientos para evitar que sucedan.
Las investigaciones señalan que aquellos con TOC suelen poseer creencias denominadas “fusión pensamiento-acción” (Shafran y Rachman, 2004), cuyas principales características son:
- Sobreestimar el grado de probabilidad de que algo ocurra por haberlo pensado (ej.: “Si pienso que podría enfermar es más probable que enferme”, o “si me ha venido a la mente que hice algo malo puede que sea porque lo haya hecho”).
- Creer que tener un pensamiento intrusivo inaceptable es el equivalente moral de haber realizado ese hecho en particular (ej.: “Pensar en gritar, golpear o dañar a alguien es tan malo como hacerlo”).
- Es su responsabilidad evitar que estos eventos ocurran (ej.: “Si pensé que mi madre podría sufrir un accidente, es mi responsabilidad asegurarme de que no lo tenga”).
Conclusión
Muchos de los mitos que rodean al TOC se deben al desconocimiento sobre qué son los PI, cómo funciona el TOC y la proliferación de explicaciones pseudocientíficas.
Estos mitos no solo generan y mantienen estigmas que dificultan que las personas con TOC busquen ayuda, sino que también resultan perjudiciales para quienes creen en ellos.
De esta forma, la mejor solución para combatirlos radica en la difusión de información y material de psicoeducación basado en evidencia científica.
El objetivo es derribar estos mitos y ayudar a crear una sociedad menos estigmatizante. Un aspecto que facilitaría el acceso a personas con TOC a servicios de salud mental.
Referencias bibliográficas
- Challacombe, F., Salkovskis, P. M. y Oldfield, V. B. (2011). Break Free from OCD: Overcoming Obsessive Compulsive Disorder with CBT. Vermilion.
- McKay, D., Abramowitz, J. S. y Storch, E. A. (2021). Mechanisms of harmful treatments for obsessive–compulsive disorder. Clinical Psychology: Science and Practice, 28(1), 52-59. https://doi.org/10.1111/cpsp.12337
- Rachman, S. y de Silva, P. (1978). Abnormal and normal obsessions. Behaviour research and therapy, 16(4), 233-248. Doi: 10.1016/0005-7967(78)90022-0
- Shafran, R. y Rachman, S. (2004). Thought-action fusion: A review. Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 35(2), 87-107. https://doi.org/10.1016/j.jbtep.2004.04.002