El duelo es una experiencia humana universal que, aunque inherente a la condición humana, se manifiesta de maneras diversas y complejas. Tradicionalmente, se ha entendido como un proceso natural de adaptación ante la pérdida de un ser querido. Sin embargo, en las últimas décadas, la psicología y la psiquiatría han profundizado en las particularidades de este proceso, reconociendo que, en ciertos casos, el duelo complicado puede transformarse en una condición patológica que requiere atención clínica. Veamos qué decir y qué no en el duelo.
Evolución del concepto de duelo
La clasificación y comprensión del duelo han experimentado cambios significativos en los manuales diagnósticos de referencia. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-V, en inglés) y su posterior revisión textual, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición, Revisión de Texto (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, Text Revision, DSM-V-TR, en inglés), ha introducido criterios específicos para el diagnóstico del trastorno de duelo prolongado (TDP). Esta inclusión responde a la necesidad de diferenciar entre el duelo considerado normal y aquel que, por su intensidad y duración, interfiere de manera significativa en la funcionalidad del individuo (Eisma, 2023).
Criterios diagnósticos del trastorno de duelo prolongado
Según el DSM-V-TR, para diagnosticar el trastorno de duelo prolongado, deben cumplirse los siguientes criterios:
- Pérdida de un ser querido: El individuo ha experimentado la muerte de una persona cercana.
- Síntomas principales: Presencia de uno de los siguientes síntomas de forma persistente y dominante:
- Anhelo o añoranza intensa por el fallecido.
- Preocupación constante por el fallecido o por las circunstancias de la muerte.
- Síntomas adicionales: Presencia de al menos tres de los siguientes síntomas:
- Dificultad para aceptar la muerte.
- Sentimiento de incredulidad o entumecimiento emocional.
- Evitación de recordatorios de la pérdida.
- Intenso malestar emocional relacionado con la pérdida.
- Problemas para reanudar la vida tras la pérdida, incluyendo dificultades para relacionarse con otros o para retomar actividades significativas.
- Sensación de que la vida carece de sentido sin el fallecido.
- Sentimiento de que una parte de uno mismo ha muerto junto con el ser querido.
- Percepción de que la vida es vacía o sin propósito.
- Duración: Estos síntomas deben persistir durante al menos 12 meses tras la pérdida.
- Impacto funcional: Los síntomas causan un deterioro significativo en áreas clave de la vida del individuo, como el ámbito social, laboral o personal.
- Exclusiones: Los síntomas no se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental, como depresión mayor, trastorno de estrés postraumático (TEPT) o trastorno de ansiedad generalizada.
Es importante destacar que estos criterios buscan identificar a aquellos individuos cuyo proceso de duelo se ha desviado de lo que se considera una adaptación saludable, permitiendo así una intervención clínica adecuada.
Consideraciones clínicas en la intervención del duelo
La intervención clínica en procesos de duelo, especialmente en casos de duelo prolongado, requiere una aproximación cuidadosa. Así, las intervenciones deben ser flexibles y adaptadas a las necesidades específicas de cada persona. Esto es, aunque las siguientes estrategias ofrezcan un marco general, el duelo es profundamente personal y las respuestas emocionales pueden variar significativamente de una persona a otra (Neimeyer et al., 2011).
Lo que se debe decir y hacer en el contexto del duelo
- Validación de emociones: Es esencial reconocer y validar las emociones del doliente, permitiéndole expresar su dolor sin juicios ni presiones para “superarlo”.
- Escucha activa: Ofrecer un espacio seguro donde el individuo pueda compartir sus sentimientos y recuerdos del fallecido, fomentando una comunicación abierta.
- Normalización del proceso: Informar al doliente que las reacciones que experimenta son comunes y forman parte del proceso de duelo, ayudando a reducir sentimientos de aislamiento o anormalidad.
- Apoyo en la reconstrucción de rutinas: Ayudar al individuo a reintegrarse en sus actividades diarias y a encontrar nuevos significados y propósitos tras la pérdida.
- Fomento de redes de apoyo: Animar al doliente a buscar y aceptar el apoyo de amigos, familiares o grupos de apoyo, reconociendo la importancia de la comunidad en el proceso.
Lo que no se debe decir ni hacer en el contexto del duelo
- Minimizar la pérdida: Evitar frases como “sé cómo te sientes” o “al menos ya no sufre”, ya que pueden invalidar la experiencia del doliente.
- Imponer plazos: No sugerir que el doliente debería “superar” la pérdida en un tiempo determinado, ya que el duelo no sigue un cronograma fijo.
- Ofrecer consuelos simplistas: Frases como “todo pasa por una razón” pueden parecer insensibles y no abordan el dolor real del individuo.
- Evitar el tema: No esquivar conversaciones sobre el fallecido o la pérdida; esto puede hacer que el doliente sienta que su dolor es ignorado o inapropiado.
- Presionar para cambiar: No forzar al individuo a asumir nuevas responsabilidades o roles antes de que esté preparado, respetando su ritmo personal de adaptación.
¿Qué varía en el trastorno de duelo prolongado?
Lo acabamos de ver, en un duelo normal es esencial validar las emociones del doliente, ofrecer acompañamiento empático y permitir que el proceso siga su ritmo natural sin presiones. No obstante, en el trastorno de duelo prolongado, las necesidades son más complejas y requieren intervenciones clínicas especializadas (Iglewicz et al., 2020).
Por tanto, mientras que en el duelo normal la intervención se centra en el acompañamiento y la escucha, en el TDP es necesario implementar estrategias más estructuradas y específicas para prevenir que el sufrimiento se perpetúe y cause un deterioro significativo en la calidad de vida del doliente. La clave está en identificar cuándo el duelo ha dejado de ser un proceso natural para convertirse en una barrera para la adaptación.
Diferencia importante del duelo complicado y el TDP
Ojo, el duelo complicado y el TDP están relacionados, pero no son exactamente lo mismo. El duelo complicado es un término más general que describe un proceso de duelo que no sigue un curso típico y que puede incluir dificultades significativas para adaptarse a la pérdida, como evitación, intrusiones persistentes o un dolor emocional intenso que afecta la funcionalidad diaria. Por el contrario, el TDP es una categoría diagnóstica formal, con los criterios específicos descritos anteriormente, que definen casos más graves y persistentes de duelo.
El rol de la psicoeducación en el proceso de duelo
Brindar información clara y accesible sobre las etapas del duelo, los síntomas comunes y las diferencias entre un duelo saludable y uno complicado es fundamental para reducir la incertidumbre y el miedo que frecuentemente acompañan a la pérdida. Es importante establecer expectativas realistas, ayudando al doliente a comprender que el duelo no es un proceso lineal y que es normal experimentar altibajos emocionales a lo largo del tiempo (Stroebe et al., 2017).
Además, reconocer factores de riesgo, como la evitación persistente, la culpa abrumadora o la incapacidad de realizar actividades cotidianas, permite identificar señales de alerta de un duelo complicado y actuar en consecuencia. Por último, enseñar técnicas de afrontamiento saludables, como la práctica de mindfulness, el journaling emocional o actividades creativas, ofrece herramientas prácticas para canalizar el dolor de manera constructiva y fomentar la resiliencia.
Factores socioculturales en el duelo
En la psicoeducación hay que tener en cuenta que el duelo no ocurre en el vacío; está profundamente influenciado por factores socioculturales que moldean la manera en que las personas experimentan y expresan su dolor. Las expectativas culturales sobre cómo se debe manejar el duelo pueden variar enormemente, desde sociedades que promueven una expresión abierta de las emociones hasta aquellas que valoran la contención emocional.
- Impacto de los rituales: Los rituales funerarios y conmemorativos, adaptados a las creencias culturales y religiosas del doliente, juegan un papel clave en el procesamiento del duelo, proporcionando estructura y apoyo comunitario.
- Duelos no reconocidos: Pérdidas como las de una pareja no oficial, un aborto espontáneo o un animal de compañía pueden ser minimizadas por la sociedad, llevando al doliente a un duelo no reconocido (disenfranchised grief, en inglés), que dificulta su procesamiento adecuado.
Intervenciones clínicas basadas en evidencia
El tratamiento del duelo prolongado requiere enfoques terapéuticos específicos que aborden tanto los síntomas emocionales como los patrones de pensamiento desadaptativos que perpetúan el sufrimiento.
- Terapia cognitivo conductual (TCC): Esta intervención se enfoca en modificar pensamientos irracionales, como la culpa excesiva o la creencia de que no es posible seguir adelante sin la persona fallecida. La exposición gradual a recuerdos o situaciones asociadas con la pérdida puede ayudar a reducir la evitación.
- Terapia de duelo complicado (Complicated Grief Therapy, CGT, en inglés): Un modelo desarrollado específicamente para tratar el duelo prolongado, combina técnicas de TCC con la exploración del apego y la reconstrucción de significados tras la pérdida. Más que un tratamiento para el sufrimiento, es un proceso de reorganización personal.
- Mindfulness y terapias de aceptación: Estas intervenciones promueven la capacidad de estar presente con el dolor emocional sin juzgarlo, facilitando la aceptación y la integración de la pérdida en la vida diaria.
Conclusión
El duelo nos recuerda nuestra capacidad para amar profundamente y, al mismo tiempo, enfrentar la vulnerabilidad de la pérdida. No es algo que deba ser “superado”, sino integrado como parte de la experiencia humana. Lo que vale en el duelo es ofrecer presencia genuina, escuchar sin juicio y validar sin presiones. Por el contrario, lo que no vale es imponer tiempos o minimizar el dolor con frases vacías.
El duelo no sigue reglas universales; es único para cada relación perdida. Acompañar a alguien en duelo es un acto de humanidad que nos conecta con el sentido más profundo de lo que significa vivir y transformar el sufrimiento en significado.
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association. (2022). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed., text rev.). American Psychiatric Publishing. https://doi.org/10.1176/appi.books.9780890425787
- Eisma, M. C. (2023). Prolonged grief disorder in ICD-11 and DSM-5-TR: Challenges and controversies. The Australian and New Zealand journal of psychiatry, 57(7), 944-951. https://doi.org/10.1177/00048674231154206
- Iglewicz, A., Shear, M. K., Reynolds, C. F., 3rd, Simon, N., Lebowitz, B. y Zisook, S. (2020). Complicated grief therapy for clinicians: An evidence-based protocol for mental health practice. Depression and anxiety, 37(1), 90-98. https://doi.org/10.1002/da.22965
- Neimeyer, R. A., Harris, D. L., Winokuer, H. R. y Thornton, G. F. (Eds.). (2011). Grief and bereavement in contemporary society: Bridging research and practice. Routledge.
- Stroebe, M., Schut, H. y Boerner, K. (2017). Cautioning Health-Care Professionals. Omega, 74(4), 455-473. https://doi.org/10.1177/0030222817691870