¿Qué es y qué distingue al trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo (TPOC) de otras afecciones mentales? Esta condición suele ser malinterpretada, y frecuentemente confundida con el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC). Sin embargo, tiene características y manifestaciones particulares que marcan la diferencia. Desde la preocupación excesiva por el orden, la perfección y el control, hasta la rigidez psicológica y emocional, esta afección interfiere profundamente en la vida de quienes la padecen. En esta nota, se explorará qué es el TPOC, sus síntomas, causas y tratamientos, con el fin de proporcionar una mayor comprensión de este trastorno de la personalidad.
Una breve introducción al TPOC
El TPOC se caracteriza por un patrón general de control, perfeccionismo y preocupación por el orden, a expensas de la flexibilidad, la apertura y la eficiencia. De este modo, dicha afección se presenta a través de un estilo de vida rígido y un comportamiento controlador que afecta las relaciones y el funcionamiento diario. Esta condición que suele manifestarse en las primeras etapas de la edad adulta, cuenta con una prevalencia de entre un 2,1% a un 7,9% de la población mundial, clasificándose como uno de los trastornos de personalidad más frecuentes (American Psychiatric Association [APA], 2013).
Algunas de las características habituales
Los criterios del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-V, en inglés) para identificar esta afección son variados. Principalmente, las características que engloban esta afección son las siguientes:
- Preocupación por los detalles, reglas, listas, orden, organización o horarios.
- Perfeccionismo que interfiere con la finalización de tareas.
- Devoción excesiva al trabajo y la productividad, excluyendo actividades de ocio y amistades.
- Escrupulosidad y rigidez en temas de moralidad, ética o valores.
- Incapacidad para deshacerse de objetos gastados o inútiles.
- Renuencia a delegar tareas o trabajo a otros.
- Avaricia con el dinero.
- Rigidez y obstinación.
Dos manifestaciones de una misma dolencia
Adicionalmente, un estudio reciente identificó la presencia de dos perfiles bien definidos en personas con este cuadro. Por un lado, el primer perfil de TPOC se caracteriza por la necesidad de control, el perfeccionismo y la preocupación por el orden. Estas personas suelen ser vistas como disciplinadas, pero su rigidez puede generarles conflictos interpersonales y dificultades para adaptarse a los imprevistos.
Por otro lado, el segundo se orienta más hacia la duda constante y la dificultad para completar tareas, así como la incapacidad para desechar objetos inútiles y sin un valor particular. Además, es común que experiementen parálisis decisional debido al miedo a cometer errores, lo que puede retrasar la consecución de metas y objetivos (Caruso, 2020).
TPOC y TOC: ¿Cuál es la diferencia?
Aunque el TOC y el TPOC comparten el término “obsesivo-compulsivo”, son condiciones diferentes. El TOC es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por obsesiones (pensamientos intrusivos y no deseados) y rituales compulsivos (conductas repetitivas para reducir la ansiedad asociada con las obsesiones). Por otro lado, como dijimos anteriormente, el TPOC es un trastorno de la personalidad que se manifiesta en un estilo de vida rígido, marcado por una necesidad constante de orden y control en todos los aspectos de la vida, sin las compulsiones específicas del TOC. Además, dado que el TPOC implica rasgos de personalidad más arraigados e inflexibles, la intervención suele ser más compleja que en el TOC.
¿Qué causa el TPOC?
Existen diversos factores genéticos, neurobiológicos, ambientales y psicológicos que pueden influir en el desarrollo de este desorden de personalidad. En lo que respecta a la predisposición genética, algunos estudios en gemelos y familias han demostrado una mayor prevalencia de esta condición entre parientes de primer grado, sugiriendo una base hereditaria significativa (Pinto et al., 2007).
Por otra parte, investigaciones neurobiológicas indican que esta afección podría asociarse con disfunciones en el sistema serotoninérgico. De esta forma, las personas con TPOC presentarían un desequilibrio en el funcionamiento de la serotonina (neurotransmisor relacionado con el control emocional) contribuyendo así a sus síntomas de perfeccionismo (De Reus y Emmelkamp, 2010).
¿Y en cuanto a los factores ambientales y psicológicos?
Las experiencias tempranas y el entorno familiar también contribuyen al desarrollo de esta patología. Los estilos parentales estrictos y basados en el control, así como una crianza que enfatiza el perfeccionismo y el cumplimiento de reglas estrictas, pueden jugar un papel importante en la formación de los rasgos obsesivo-compulsivos característicos del TPOC. Además, eventos vitales estresantes pueden desencadenar o exacerbar los síntomas en personas con una predisposición a este tipo de trastorno de la personalidad (Pinto et al., 2007).
Abordaje y tratamiento del TPOC
En el caso de esta dolencia, la psicoterapia es la principal modalidad de tratamiento, con un enfoque en la modificación de los patrones de pensamiento y comportamiento rígidos y perfeccionistas. Siguiendo esta línea, la terapia cognitivo-conductual (TCC) es uno de los tratamientos más eficaces para el abordaje de esta condición. Esto se debe a que se centra en identificar y modificar los patrones de pensamiento disfuncionales y los comportamientos rígidos característicos de la misma. A su vez, técnicas como la reestructuración cognitiva y la exposición con prevención de respuesta son particularmente útiles (Rucker y Robles, 2022).
La terapia de aceptación y compromiso
También es recurrente el uso de la terapia de aceptación y compromiso (ACT) para el tratamiento de este desorden de personalidad. Centrándose en fomentar la aceptación de pensamientos y emociones difíciles, permite promover la flexibilidad psicológica a pesar de la presencia de síntomas obsesivo-compulsivos.
Para ello, es habitual el uso de técnicas como la defusión cognitiva, con el fin de que los afectados puedan observar sus pensamientos sin sentirse abrumados por ellos. De este modo, dicha técnica busca propiciar que se desarrolle una relación más saludable consigo mismos, permitiéndoles comprometerse con actividades significativas a pesar de la ansiedad y la rigidez cognitiva. Si te interesa aprender más sobre el abordaje de esta temática, te invitamos a nuestro curso en terapia de activación conductual para los trastornos de ansiedad.
¿Y el tratamiento farmacológico?
Además, algunos estudios han explorado el uso de medicamentos psicotrópicos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), en el tratamiento de esta condición. Aunque los resultados son mixtos, se ha observado que ciertos medicamentos pueden ayudar a reducir algunos síntomas asociados con esta afección, como la escrupulosidad excesiva o la preocupación por los detalles. Sin embargo, la respuesta a los medicamentos puede variar, y algunas personas pueden necesitar ajustes en la dosis o la combinación con otras terapias. En relación a esto, la combinación de terapia psicológica y farmacológica suele ser la estrategia más efectiva para el manejo de esta afección (De Reus y Emmelkamp, 2010).
Conclusión
El TPOC puede afectar profundamente la calidad de vida de quien lo padece, influyendo en sus relaciones personales, desempeño laboral y bienestar general. Si bien existen estrategias orientadas al manejo exitoso de esta patología, la búsqueda de alternativas sigue avanzando. En este sentido, los investigadores continúan explorando nuevas terapias y tecnologías emergentes que prometen tratamientos más personalizados y efectivos.
Un área prometedora es la integración de terapias basadas en mindfulness y el uso de tecnologías digitales para intervenciones terapéuticas. ¿Podrían estas nuevas estrategias transformar el tratamiento del TPOC y ofrecer un control más eficaz frente a sus síntomas? La búsqueda de respuestas a esta pregunta podría revolucionar la manera en que se aborda esta condición, mejorando significativamente la vida de los afectados.
Referencias bibliográficas
- Abramowitz, J. S., Taylor, S. y McKay, D. (2009). Obsessive-compulsive disorder. The Lancet, 374(9688), 491-499. Doi: 10.1016/S0140-6736(09)60240-3
- American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5th ed.).
- Caruso, G. (2020). Trastorno de la Personalidad Obsesivo Compulsivo y Esquemas Maladaptativos Tempranos en mujeres con bajo nivel socioeconómico. [Tesis de grado]. Universidad Austral
- De Reus, R. J. M. y Emmelkamp, P. M. G. (2010). Trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo: una revisión de los hallazgos empíricos actuales. Personalidad y Salud Mental, 6(1), 1–21. Doi: 10.1002/pmh.144
- Pinto, A., Eisen, J. L., Mancebo, M. C. y Rasmussen, S. A. (2007). Obsessive-Compulsive Personality Disorder. Obsessive-Compulsive Disorder, 246–270. Doi: 10.1016/B978-008044701-8/50016-4
- Rucker, V. y Robles, M. F. (2022). Trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo, esquemas maladaptativos tempranos y estatus socio-económico. In XIV Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. XXIX Jornadas de Investigación. XVIII Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. IV Encuentro de Investigación de Terapia Ocupacional. IV Encuentro de Musicoterapia. Facultad de Psicología-Universidad de Buenos Aires.