El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-V, en inglés) ha realizado algunos cambios en el diagnóstico de la personalidad. Así, propone adoptar enfoques más integradores y dimensionales para trastornos de personalidad. Y es que, se reconoce que nuevos modelos diagnósticos deben considerar la individualidad y variabilidad cultural, entre otros. Pues, la exploración de dimensiones más sutiles de la personalidad es esencial para una comprensión completa. ¿De qué trata el nuevo modelo de diagnóstico de la personalidad en el DSM-V? ¿Cómo se realiza?
El pasaje del DSM-4 al DSM-V en la personalidad
El cambio del DSM-IV al DSM-V marcó un hito significativo en el diagnóstico de trastornos de personalidad. Mientras que el DSM-4 se centraba en categorías discretas, el DSM-V adoptó un enfoque dimensional más amplio.
Algunos cambios notorios
Por ejemplo, en la sección III del DSM-V, se introdujo un modelo alternativo que destacaba el funcionamiento de la personalidad y los rasgos patológicos. Este cambio reconoció las limitaciones del enfoque anterior, especialmente cuando las personas exhiben criterios de múltiples trastornos.
Además, se incorporaron diagnósticos específicos, como el trastorno de la personalidad antisocial, evitativo, narcisista, trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo, esquizotípico y el trastorno límite de la personalidad. Asimismo, se incluyó un diagnóstico de trastorno de personalidad-especificado por rasgos (TP-ER) para casos en los que no se cumplen criterios específicos pero persiste la presencia de un trastorno de personalidad. Dicho cambio refleja la evolución hacia una comprensión más matizada y holística de los trastornos de personalidad (Esbec y Echeburúa, 2014).
Criterios de los trastornos de personalidad
El proceso diagnóstico de un trastorno de la personalidad implica dos evaluaciones distintas. En primer lugar, se evalúa el nivel de deterioro en el funcionamiento de la personalidad, un requisito para el Criterio A. En segundo lugar, se realiza una evaluación de los rasgos de personalidad patológicos, necesario para el Criterio B. Tanto las dificultades en el funcionamiento de la personalidad como la manifestación de los rasgos de personalidad son notablemente inflexibles y persistentes en diversas situaciones personales y sociales (Criterio C).
Además, es necesario que los aspectos sean relativamente estables a lo largo del tiempo, con un inicio que suele remontarse, al menos, a la adolescencia o edad adulta temprana (Criterio D). Importante es señalar que no pueden ser mejor explicados por otro trastorno mental (Criterio E) ni atribuibles a los efectos de sustancias o afecciones médicas (Criterio F).
Tales características tampoco se consideran normales para la etapa de desarrollo del individuo o para su contexto sociocultural (Criterio G). Todos los trastornos de personalidad definidos en la sección III, ya sea por conjuntos de criterios o por el TP-ER, cumplen con estos criterios generales por definición.
Criterio A: Evaluación del nivel de funcionamiento de la personalidad
En este modelo diagnóstico alternativo, las complicaciones en el funcionamiento personal e interpersonal son cruciales. Lo anterior, se utiliza para comprender la psicopatología de la personalidad, evaluándose en un continuo, donde el funcionamiento personal abarca la identidad y la autodirección. Por otro lado, el funcionamiento interpersonal comprende la empatía y la intimidad.
La Escala del Nivel de Funcionamiento de la Personalidad (Level of Personality Functioning Scale, LPFS, en inglés) utiliza estos elementos para distinguir cinco niveles de deterioro. Los mismos abarcan desde ninguna o mínima alteración (funcionamiento saludable y adaptativo, nivel O) hasta un deterioro leve (nivel 1), moderado (nivel 2), grave (nivel 3) y extremo (nivel 4).
Funcionamiento personal
En relación a la identidad, esta se trata de un experiencia única de uno mismo, con límites claros entre el yo y los demás. Se incluye estabilidad de la autoestima y precisión en la autoevaluación. Además, refiere la capacidad para regular una amplia gama de experiencias emocionales.
Con respecto a la autodirección, se evalúa la búsqueda de objetivos y metas coherentes y significativas a corto y largo plazo. Asimismo, añade el uso de normas internas de comportamiento constructivas y prosociales y la capacidad para autorreflexionar de manera productiva.
Funcionamiento interpersonal
En primer lugar, la empatía, involucra la comprensión y valoración de las experiencias y motivaciones de los demás y la tolerancia de diferentes perspectivas. Además de la capacidad de discernimiento de los efectos propios en los demás.
En segundo lugar, acerca de la intimidad, se toma en cuenta la profundidad y duración de las relaciones con los demás. Adicionalmente, el deseo y capacidad de cercanía con otros y la reciprocidad en el comportamiento interpersonal.
El deterioro en el diagnóstico de la personalidad
La dificultad en el funcionamiento de la personalidad anticipa la presencia de un trastorno de la personalidad. Por otro lado, la gravedad del deterioro indica si un sujeto puede tener más de un trastorno de la personalidad o si posee uno de los trastornos de personalidad más graves.
Para ello, se establece un umbral de dificultad moderada en el funcionamiento de la personalidad para el diagnóstico de un trastorno de la personalidad. En adición, este criterio se fundamenta en la evidencia empírica que sugiere que el nivel moderado de deterioro optimiza la capacidad de los clínicos para identificar de manera precisa y eficiente la patología asociada a los trastornos de la personalidad.
Criterio B: Evaluación de rasgos patológicos de la personalidad
El segundo criterio del modelo alternativo del DSM-V se caracteriza por la presencia de rasgos patológicos de la personalidad. Los mismos se estructuran en cinco amplias categorías, afecto negativo, desapego, antagonismo, desinhibición y psicoticismo.
Tales dominios se componen de 25 facetas de rasgos específicos. Inicialmente, fueron derivados de la revisión de modelos de rasgos existentes y, posteriormente, refinadas mediante investigaciones iterativas con muestras de personas que buscaban servicios de salud mental (Sánchez et al., 2020).
Los dominios de diagnóstico y sus rasgos
- Afecto negativo: Incluye experiencias frecuentes e intensas de niveles elevados de emotividad negativa. Se acompaña de manifestaciones conductuales e incluye los rasgos de ansiedad, inestabilidad emocional, sumisión, hostilidad, perseverancia, depresión, desconfianza o suspicacia y afecto restringido.
- Desapego: Implica la evitación de la experiencia social y las experiencias afectivas. En este dominio se encuentran los rasgos de evitación, evitación de la intimidad, anhedonia, depresión, afecto restringido y suspicacia.
- Antagonismo: El antagonismo se caracteriza por el conflicto con otras personas y la antipatía por los demás. Entre sus rasgos se incluye la manipulación, falsedad, grandiosidad, búsqueda de atención, insensibilidad y hostilidad.
- Desinhibición: En dicho dominio prevalecen los comportamientos desinhibidos. Así, los sujetos actúan de forma impulsiva por estímulos actuales. Sus rasgos incluyen irresponsabilidad, impulsividad, distraibilidad, toma de riesgos y perfeccionismo rígido.
- Psicoticismo: Finalmente, el psicoticismo se caracteriza por la prevalencia de pensamientos y conductas extravagantes, raras y excéntricas. Encontramos creencias y experiencias inusuales, excentricidad y desregulación cognitiva y perceptiva.
Conclusión
En el ámbito de la psicología y psiquiatría, la innovación se revela a través de la transición del DSM-IV al DSM-V. Pues este cambio marca un avance significativo, adoptando un enfoque más dimensional y completo en la comprensión de los trastornos mentales. Debido a la introducción de criterios más flexibles y la consideración de rasgos patológicos, el DSM-V integra un mayor número de personas, al buscar superar limitaciones previas. Como consecuencia, dicha evolución refleja el compromiso continuo con la mejora diagnóstica y destaca la importancia de adaptarse a la complejidad de la mente humana.
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). https://doi.org/10.1176/appi.books.9780890425596
- Esbec, E. y Echeburúa, E. (2014). La evaluación de los trastornos de la personalidad según el DSM-5: Recursos y limitaciones. Terapia Psicológica, 32(3), 255-264. https://doi.org/10.4067/s0718-48082014000300008
- Sánchez, R. O., Montes, S. A. y Somerstein, L. D. (2020). Inventario de Personalidad para el DSM-5: propiedades psicométricas en población argentina. Interdisciplinaria, 37(1). https://doi.org/10.16888/interd.2020.37.1.4