Los enigmas del cerebro adolescente, sin duda, constituyen una larga lista. Sabemos que tiene una gran plasticidad para poder adaptarse a las circunstancias que le rodean a uno y continúa, así, desarrollándose. Podría decirse que este aspecto facilita el aprendizaje y otras funciones que dotan al individuo de autonomía y conforman su identidad. En esta nota se plantea un nuevo punto de vista del “típico” adolescente retador, arriesgado, impulsivo o agresivo. Veamos más sobre cómo funciona el cerebro adolescente.
¿Cómo funciona el cerebro adolescente?
El cerebro adolescente funciona de una manera distinta a como funciona el cerebro de un niño o de un adulto.
Se caracteriza por una enorme capacidad de cambio y adaptación al entorno gracias a la modificación de las redes de comunicación que conectan distintas regiones.
¿Qué ocurre con la maduración?
Durante esta etapa se produce un desfase entre la maduración de las redes del sistema límbico (vinculadas a las emociones) y las de la corteza prefrontal (vinculadas al control de impulsos, comportamiento juicioso y, en general, de las funciones ejecutivas).
¿Cómo se comporta el adolescente?
Es necesario entender el por qué del comportamiento arriesgado adolescente que se deja llevar por las emociones, la adrenalina y la recompensa a corto plazo.
Y es que, el adolescente, se está formando como adulto, creando sus propios juicios, su personalidad y capacidad para decidir, tener expectativas y metas a largo plazo (estudios, pareja, etc.), planificando, regulando su comportamiento e inhibiendo lo que se interponga en el camino.
Redes neuronales en la adolescencia
Desde el punto de vista estructural y funcional, la maduración del cerebro adolescente viene dada porque sus componentes se intercambian y se especializan cada vez más, no por su aumento en volumen, sino por una conectividad más eficiente.
¿Qué diferencia tiene con el cerebro de un niño?
Lo que diferencia el cerebro del niño con el cerebro del adulto es que el cerebro del infante gasta más energía porque tiene más conexiones, pero menos especializadas.
El cerebro del adulto gasta menos energía porque tiene menos conexiones pero más especializadas.
Este refinamiento y complejidad supone un mayor volumen de la sustancia blanca y un compuesto graso llamado mielina, que acelera la conducción de impulsos nerviosos de unas neuronas a otras y, acelera, a su vez, el procesamiento de información. El refuerzo de las conexiones genera aprendizaje.
El adolescente potencialmente adulto
Durante esta etapa, aumenta la conectividad entre regiones implicadas en la formación de juicios y pareceres, sociabilización y planificación a largo plazo. En dicho momento, las conexiones útiles son reforzadas.
Y es que, el cerebro se construye en función de las exigencias del entorno, se especializa y supone una supresión de conexiones entre neuronas que no “sirven” y una reducción de la sustancia gris, somas de las neuronas y dendritas que primero se forman en las áreas sensitivomotoras y, por último, en la corteza prefrontal.
El desarrollo de la corteza prefrontal en el cerebro adolescente
La corteza prefrontal es de extrema importancia porque en ella se encuentran los circuitos implicados en la cognición social, y hasta no pasada la adolescencia no se termina de desarrollar. Por ello, se produce un desfase en la maduración entre lo “racional” (corteza prefrontal) y lo “emocional” (sistema límbico).
El papel de las hormonas
La cantidad de cambios y la plasticidad del cerebro adolescente decrece al irse refinando y convirtiéndose en un cerebro adulto.
Esta etapa de transición a la adultez, donde interfieren, preferentemente, las hormonas y las emociones, es una etapa de extrema vulnerabilidad para el desarrollo de enfermedades mentales como trastornos de ansiedad, depresión, bipolaridad y drogadicción, entre otros.
Conclusión
La amplitud de cambios en la sustancia blanca, sustancia gris y en la conectividad es lo que lo hace tan único y especial, pendiente de la maduración y el desarrollo.
Estudiar cómo se “comportan” las neuronas durante las distintas etapas del desarrollo es fundamental para entender el comportamiento y la cognición humana.
¿Qué ocurre cuando hay un déficit o una sobrecarga?, ¿una alteración genética o un fenómeno social?, ¿cómo se “comportan” las neuronas en ese caso? Es un tema fascinante para seguir indagando, comenzando por la etapa prenatal y el “nacimiento” de las neuronas, hasta llegar a la adolescencia y las redes cerebrales que se forman, increíblemente rápidas y especializadas.
Referencias bibliográficas
- Giedd, J. N. (2015). La plasticidad del cerebro adolescente. Investigación y ciencia, (467), 14-19. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5174972
- Broche-Pérez, Y. y Cruz-López, D. (2014). Toma de decisiones en la adolescencia: Entre la razón y la emoción. Ciencia Cognitiva, 8(3), 70-72. https://www.researchgate.net/publication/277010161_Toma_de_decisiones_en_la_adolescencia_Entre_la_razon_y_la_emocion