Los enigmas del cerebro adolescente, sin duda, constituyen una larga lista. Sabemos que tiene una gran plasticidad para poder adaptarse a las circunstancias que le rodean a uno y continúa, así, desarrollándose. Podría decirse que este aspecto facilita el aprendizaje y otras funciones que dotan al individuo de autonomía y conforman su identidad. En esta nota se plantea un nuevo punto de vista del “típico” adolescente retador, arriesgado, impulsivo o agresivo. Veamos más sobre cómo funciona el cerebro adolescente.

¿Cómo funciona el cerebro adolescente?

El cerebro adolescente funciona de manera distinta al cerebro de un niño o de un adulto debido a una serie de cambios y adaptaciones significativas. Durante la adolescencia, el cerebro experimenta una fase de rápida reorganización y desarrollo, caracterizada por una enorme capacidad de cambio y adaptación al entorno. Esto se debe, en gran medida, a la modificación de las redes de comunicación que conectan distintas regiones cerebrales.

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Así, dado que, durante esta etapa, el cerebro adolescente es especialmente sensible a la influencia del entorno, esto lo hace altamente maleable y receptivo a nuevas experiencias, aprendizajes y cambios en el comportamiento. Una plasticidad cerebral que proporciona una oportunidad única para intervenir de manera efectiva en la prevención y tratamiento de trastornos mentales. Así como promover un desarrollo cognitivo, emocional y social saludable durante la adolescencia.

¿Qué ocurre con la maduración?

Durante esta etapa se produce un desfase entre la maduración de las redes del sistema límbico (vinculadas a las emociones) y las de la corteza prefrontal (vinculadas al control de impulsos, comportamiento juicioso y, en general, de las funciones ejecutivas). Mientras que el sistema límbico experimenta un rápido desarrollo. Lo que puede aumentar la intensidad y la volatilidad de las emociones. La corteza prefrontal, encargada de regular estas emociones y tomar decisiones racionales, se desarrolla de manera más lenta y gradual.

Este desfase en la maduración neurobiológica puede explicar algunos comportamientos característicos de la adolescencia, como la tendencia a buscar sensaciones nuevas y emocionantes, tomar decisiones impulsivas o experimentar cambios de humor repentinos. Además, puede aumentar la vulnerabilidad a desarrollar trastornos mentales, como la depresión, la ansiedad o los trastornos de conducta, ya que la capacidad para regular las emociones y el comportamiento aún está en desarrollo.

¿Cómo se comporta el adolescente?

Es necesario entender el por qué del comportamiento arriesgado adolescente que se deja llevar por las emociones, la adrenalina y la recompensa a corto plazo. Y es que, el adolescente, se está formando como adulto, creando sus propios juicios, su personalidad y capacidad para decidir, tener expectativas y metas a largo plazo (estudios, pareja, etc.), planificando, regulando su comportamiento e inhibiendo lo que se interponga en el camino.

Redes neuronales en la adolescencia

Desde el punto de vista estructural y funcional, la maduración del cerebro adolescente viene dada porque sus componentes se intercambian y se especializan cada vez más. No por su aumento en volumen, sino por una conectividad más eficiente.

¿Qué diferencia tiene con el cerebro de un niño?

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Lo que diferencia el cerebro del niño con el cerebro del adulto es que el cerebro del infante gasta más energía porque tiene más conexiones, pero menos especializadas. Por su parte, el cerebro del adulto gasta menos energía porque tiene menos conexiones pero más especializadas.

Este refinamiento y complejidad supone un mayor volumen de la sustancia blanca y un compuesto graso llamado mielina, que acelera la conducción de impulsos nerviosos de unas neuronas a otras y, acelera, a su vez, el procesamiento de información. El refuerzo de las conexiones genera aprendizaje.

El adolescente potencialmente adulto

Durante esta etapa, aumenta la conectividad entre regiones implicadas en la formación de juicios y pareceres, sociabilización y planificación a largo plazo. En dicho momento, las conexiones útiles son reforzadas. Y es que, el cerebro se construye en función de las exigencias del entorno, se especializa y supone una supresión de conexiones entre neuronas que no “sirven” y una reducción de la sustancia gris, somas de las neuronas y dendritas que primero se forman en las áreas sensitivomotoras. Y, por último, en la corteza prefrontal.

El desarrollo de la corteza prefrontal en el cerebro adolescente

La corteza prefrontal es de extrema importancia porque en ella se encuentran los circuitos implicados en la cognición social. Y, hasta no pasada la adolescencia, no se termina de desarrollar. Por ello, se produce un desfase en la maduración entre lo “racional” (corteza prefrontal) y lo “emocional” (sistema límbico).

El papel de las hormonas

Durante la adolescencia, el papel de las hormonas es fundamental en el proceso de desarrollo cerebral. Si bien es cierto que la cantidad de cambios y la plasticidad del cerebro adolescente disminuyen a medida que este se va refinando y convirtiendo en un cerebro adulto, las hormonas continúan desempeñando un papel crucial en este proceso.

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De esta forma, dicha etapa de transición a la adultez, en la que las hormonas y las emociones tienen un papel predominante, es un periodo de extrema vulnerabilidad para el desarrollo de enfermedades mentales. Dado que la interacción entre los cambios hormonales, la maduración del cerebro y los factores ambientales puede aumentar la susceptibilidad a trastornos mentales como la ansiedad, la depresión, la bipolaridad y la adicción, entre otros.

Por lo que no hay que olvidar que la influencia de las hormonas, especialmente de aquellas relacionadas con el estrés y la regulación emocional, puede afectar la estabilidad emocional y el equilibrio mental de los adolescentes. Pues los cambios en los niveles hormonales pueden alterar el estado de ánimo, aumentar la susceptibilidad al estrés y dificultar la regulación de las emociones. Lo que contribuye al desarrollo de problemas de salud mental.

Conclusión

La amplitud de cambios en la sustancia blanca, sustancia gris y en la conectividad es lo que lo hace tan único y especial, pendiente de la maduración y el desarrollo. Así, estudiar cómo se “comportan” las neuronas durante las distintas etapas del desarrollo es fundamental para entender el comportamiento y la cognición humana.

¿Qué ocurre cuando hay un déficit o una sobrecarga?, ¿una alteración genética o un fenómeno social?, ¿cómo se “comportan” las neuronas en ese caso? Es un tema fascinante para seguir indagando en cómo funciona el cerebro adolescente, comenzando por la etapa prenatal y el “nacimiento” de las neuronas, hasta llegar a la adolescencia y las redes cerebrales que se forman, increíblemente rápidas y especializadas.

Referencias bibliográficas

  • Giedd, J. N. (2015). La plasticidad del cerebro adolescente. Investigación y ciencia, (467), 14-19.
  • Broche-Pérez, Y. y Cruz-López, D. (2014). Toma de decisiones en la adolescencia: Entre la razón y la emoción. Ciencia Cognitiva, 8(3), 70-72.