El psicólogo clínico Jeffrey Young desarrolló la terapia de esquemas. La misma se enfoca en comprender y abordar patrones disfuncionales profundos que afectan la forma en que las personas piensan, sienten y se relacionan. Una dimensión clave en este enfoque es la de desconexión y rechazo, que tienen un impacto significativo en el bienestar emocional y las relaciones interpersonales y contienen diversos esquemas arraigados al abandono. Y es que, algunas personas, han tenido experiencias vitales en la infancia que han generado consecuencias como esquemas desadaptativos. ¿De qué trata la dimensión de desconexión y rechazo teorizada en la terapia de esquemas? ¿Cuáles son sus signos y características particulares?

Un breve repaso de la terapia de esquemas

Los patrones desadaptativos tempranos, según Jeffrey E. Young, exhiben la arraigada rigidez y disfuncionalidad derivadas de formas de pensamiento establecidas en la niñez. En dicho contexto, los esquemas son modelados por experiencias negativas o carencias emocionales. Más específicamente, durante las primeras etapas de la vida. De esta forma, tienden a mostrar una inflexibilidad marcada y consecuencias perjudiciales en su expresión.

terapia de esquemas

Asimismo, podemos observar esta rigidez en la manera en que influyen en la percepción de la persona. Especialmente, de sí mismo y del mundo que lo rodea. Al ser patrones mentales arraigados desde la infancia, se vuelven resistentes al cambio y difíciles de transformar. Como consecuencia, dejan una huella perdurable en la psique del sujeto, actuando como obstáculos para el desarrollo personal y construcción de relaciones saludables.

Las necesidades nucleares

Los esquemas que desarrollamos a lo largo de nuestras vidas encuentran su origen en la insatisfacción de necesidades nucleares. Entre las mismas, podemos encontrar 5. En primer lugar, la búsqueda de vínculos seguros con los demás, que abarcan la seguridad, la estabilidad, el cuidado y aceptación en nuestras relaciones interpersonales. Cuando estas necesidades no son plenamente atendidas, que es posible que surjan esquemas que reflejan sentimientos de abandono, desconfianza o dependencia, impactando la capacidad de establecer conexiones seguras.

La autonomía también figura entre ellas, implicando el deseo de independencia, competencia y la construcción de una identidad propia. Así, su no satisfacción, en ocasiones, genera esquemas caracterizados por la inseguridad, la baja autoestima y la dificultad para tomar decisiones autónomas.

En tercer lugar, mencionaremos a la libertad para expresar nuestras necesidades y emociones de manera validada. Particularmente, la invalidación de dichas expresiones, en muchos casos, da como resultado esquemas de desvalorización, obstaculizando la comunicación efectiva y la formación de relaciones íntimas.

¿Qué otras necesidades se nombran en la terapia de esquemas?

La necesidad de espontaneidad y juego también son nombradas como nucleares. Las anteriores son esenciales para el equilibrio emocional y el disfrute de la vida, y pueden traducirse en esquemas de restricción, rigidez o falta de disfrute cuando no se satisfacen.

En quinto y último lugar, se encuentra la necesidad de establecer límites realistas. La anterior incluye el autocontrol, y se refleja en esquemas relacionados con la falta de límites, la impulsividad o la incapacidad para mantener el autocontrol en diversas situaciones (Klosko et al., 2013).

La dimensión de desconexión y rechazo: ¿Qué es?

Dentro de la dimensión de desconexión y rechazo, encontramos personas que han convivido con familias despreocupadas, frías, rechazantes, negadoras, solitarias, explosivas, impredecibles o abusivas. La misma incluye esquemas de desconfianza/abuso, imperfección/vergüenza, abandono/inestabilidad, privación emocional y aislamiento emocional/alienación.

dimensión de desconexión y rechazo

Por un lado, el esquema de desconfianza/abuso involucra la creencia de que el daño es premeditado o resultado de una negligencia extrema e injustificada. Entre ellos se incluyen el abuso, la humillación, la mentira o la manipulación. . Así, se genera la sensación de ser objeto constante de burlas y maldades.

Por otro lado, el esquema de imperfección/vergüenza conlleva la sensación de ser defectuoso, malo, no querido, inferior o no válido. Como consecuencia, genera hipersensibilidad a la crítica, auto-rechazo y culpa. Dicho esquema se manifiesta a través de la timidez, comparaciones constantes e inseguridad hacia los demás, con la creencia de que mostrar la propia autenticidad llevará al rechazo.

¿Qué otros esquemas de la dimensión de desconexión y rechazo existen?

Asimismo, en el esquema de abandono/inestabilidad, se percibe una falta de estabilidad y seguridad en la disponibilidad de apoyo y relaciones con los demás. Allí, se encuentra la creencia arraigada de que las personas significativas no podrán mantener un respaldo emocional constante. Tampoco unidad, estabilidad o protección. Al mismo tiempo, se incluye la sensación de inseguridad o comportamiento irregular, la idea de una muerte inminente o el temor al abandono en favor de alguien más competente.

Por otro lado, en el esquema de privación emocional, la expectativa es que las necesidades emocionales normales no serán satisfechas por los demás en tres formas. Incluye la privación de cuidado, que abarca la falta de atención, afecto, cariño o compañerismo. En segundo lugar, la privación de empatía, que implica la ausencia de comprensión, escucha, autodescubrimiento mutuo o compartir sentimientos. Por último, la carencia de protección, que engloba la falta de solidez, dirección o guía por parte de los demás.

Finalmente, el esquema de aislamiento emocional/alienación se traduce en la sensación de estar apartado del mundo. Así, siendo percibido como diferente y sin participación o pertenencia a un grupo o comunidad (Young, 2015).

¿Y la terapia de esquemas?

La terapia de esquemas se adentra en la transformación de patrones disfuncionales como los mencionados en la dimensión de desconexión y rechazo. El proceso terapéutico comienza con la identificación de esquemas desadaptativos, mediante un test específico desarrollado para detectar los mismos y su activación actual.

Adicionalmente, la exploración profunda de experiencias pasadas ayuda a arrojar luz sobre necesidades no satisfechas. Y, para trabajar sobre ello, se utilizan técnicas cognitivas, emocionales y conductuales. Así, se trabaja en la modificación de estos esquemas.

Cabe destacar que un aspecto clave de la terapia de esquemas es la atención especial a los modos. Los anteriores son patrones emocionales y comportamentales específicos que se activan en respuesta a ciertos desencadenantes. Al comprender y abordar dichos modos, se amplía la conciencia emocional y se facilita la gestión de las respuestas automáticas. Asimismo, la integración y fortalecimiento de esquemas saludables se promueven, facilitando la construcción de relaciones más positivas y transformación personal (Young y Klosko, 2001).

Conclusión

La dimensión de desconexión y rechazo revela las cicatrices emocionales de experiencias tempranas. Para ello, la terapia ofrece un camino hacia la reconstrucción, fomentando relaciones más saludables. Al explorar los esquemas arraigados en la infancia, se desvela la oportunidad de liberarse de patrones disfuncionales. Así, la atención terapéutica, al promover la conciencia y el cambio, se convierte en un faro para construir conexiones más auténticas y satisfactorias, permitiendo escribir nuevos capítulos en la historia relacional.

Referencias bibliográficas

  • Klosko, J. S., Young, J. E. y Weishaar, M. E. (2013)Terapia de esquemas: guía práctica. Desclée De Brouwer.
  • Young, J. E. (2015)Terapia de esquemas. Desclée De Brouwer.
  • Young, J. E. y Klosko, J. S. (2001)Reinventa tu vida: Cómo superar las actitudes negativas y sentirse bien de nuevo. Grupo Planeta (GBS).