La mente humana, con su complejidad y profundidad, alberga una vasta gama de pensamientos y creencias. Entre estos, las ideas delirantes y los delirios ocupan un lugar destacado en la psicopatología. Comprender la sutil pero significativa diferencia entre estos fenómenos es esencial para una evaluación clínica precisa y para el desarrollo de intervenciones terapéuticas efectivas. Este análisis de las diferencias entre ideas delirantes y delirios se basa en los criterios establecidos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, quinta edición revisada (DSM-5-TR), y en investigaciones contemporáneas en el campo de la salud mental.
Definiendo conceptos: Ideas delirantes versus delirios
La distinción entre ideas delirantes y delirios se sostiene en criterios de intensidad, convicción y una notable resistencia al cambio, rasgos que los convierten en fenómenos clínicamente relevantes. Aquí, se debe reconocer la dificultad inherente en diferenciar los delirios de creencias profundamente arraigadas que, aunque no sean delirantes en sentido estricto, están rígidamente sostenidas y encuentran validación en contextos culturales o sociales compartidos.
Esta complejidad pone de manifiesto la necesidad de un análisis minucioso, donde se consideren no solo las características intrínsecas de las creencias, sino también el contexto cultural y subjetivo en el que se desarrollan.
Dicho esto, hablaremos de creencias, no sin antes aclarar que autores han desafiado su estatus doxástico, argumentando que los delirios pueden sonar como creencias, pero no son instancias genuinas de creencia, porque no comparten el perfil funcional de las creencias (Ritunnano y Bortolotti, 2022).
Ideas delirantes
Las ideas delirantes son creencias falsas que una persona sostiene con cierta convicción, pero que aún pueden ser cuestionadas o modificadas ante evidencia contraria. Estas ideas no alcanzan la rigidez de un delirio completo y pueden fluctuar con el tiempo. Por ejemplo, un individuo puede sospechar que sus colegas hablan mal de él, pero al presentarles pruebas de lo contrario, puede reconsiderar su posición (Mullen y Linscott, 2010).
Delirios
Los delirios, por otro lado, son creencias firmemente sostenidas que persisten a pesar de la evidencia clara y razonable en contra. Según el DSM-5-TR, se definen como “creencias fijas que no son susceptibles de cambio a la luz de pruebas contradictorias”. Estas creencias pueden ser extrañas o no extrañas, y su contenido puede variar ampliamente, desde temas persecutorios hasta grandiosos (American Psychiatric Association, [APA], 2022).
Por otro lado, contrariamente a la incomprensibilidad que caracteriza los delirios primarios, se cree que los secundarios son comprensibles en el contexto de otros fenómenos anormales, como el estado de ánimo anormal, la percepción anormal o una creencia anormal primaria (Crișan et al., 2022).
Clasificación de los delirios según el DSM-5-TR
El DSM-5-TR categoriza los delirios en diferentes tipos, cada uno con características distintivas:
- Delirios persecutorios: La creencia de que uno está siendo perseguido, espiado o conspirado en su contra.
- Delirios de grandeza: La convicción de poseer talentos excepcionales, poder o importancia.
- Delirios erotomaníacos: La creencia de que otra persona, generalmente de estatus superior, está enamorada del individuo.
- Delirios somáticos: Preocupaciones relacionadas con funciones corporales, como creer que se tiene una enfermedad grave sin evidencia médica.
- Delirios celotípicos: La creencia infundada de que la pareja es infiel.
Estos subtipos ayudan a los clínicos a identificar y tratar adecuadamente las manifestaciones específicas de los delirios en los pacientes.
Diferencias clínicas y diagnósticas
La diferencia entre ideas delirantes y delirios es crucial en la práctica clínica, ya que influye en el diagnóstico y en las estrategias terapéuticas. Ahora, el análisis de las ideas delirantes y los delirios dentro del marco de los trastornos psiquiátricos se complica por dos limitaciones estructurales (Bebbington y Freeman, 2017).
La primera radica en que ciertos fenómenos, como los delirios, son esenciales para definir categorías psiquiátricas específicas, lo que restringe su distribución a estas categorías por definición, ya que forman parte integral de los criterios diagnósticos. La segunda limitación es la organización jerárquica de los trastornos en los sistemas de clasificación, como el DSM-5-TR. En este, algunos diagnósticos, como la esquizofrenia o los trastornos del estado de ánimo con características psicóticas, prevalecen y absorben las presentaciones clínicas en las que los delirios son predominantes. Dificultando la distinción y evaluación independiente de tales fenómenos.
Grado de convicción y resistencia al cambio
Como se comentaba, mientras que las ideas delirantes suelen caracterizarse por un grado moderado de convicción y una relativa apertura a ser cuestionadas o modificadas, los delirios se definen por una convicción absoluta y una resistencia al cambio prácticamente inquebrantable. Este contraste radica en la intensidad con la que el individuo sostiene estas creencias. Las ideas delirantes pueden fluctuar y ser influenciadas por argumentos lógicos o evidencia contraria. Los delirios permanecen firmes, impermeables incluso ante pruebas claras que los refutan.
El grado de convicción en los delirios no solo refleja una profunda certeza interna, sino que también se acompaña de una falta de insight sobre la posibilidad de que estas creencias sean erróneas.
Esto implica que, para la persona que experimenta un delirio, su sistema de creencias se siente tan indiscutible como cualquier hecho objetivo. Por el contrario, en las ideas delirantes, aunque el individuo pueda inicialmente defender su validez, existe una mayor probabilidad de que con el tiempo, o a través de la confrontación reflexiva, reconozca inconsistencias o considere alternativas.
Impacto en el funcionamiento diario
Los delirios suelen tener un impacto más profundo en la funcionalidad del individuo, afectando áreas como las relaciones interpersonales, el desempeño laboral y la salud física. Por el contrario, las ideas delirantes, al ser menos intensas y más susceptibles al cambio, pueden no interferir de manera tan significativa en la vida cotidiana.
Así, la rigidez característica de estos no solo afecta la percepción del individuo sobre la realidad, sino que también puede incidir directamente en su comportamiento, llevando a actos que interfieren de forma significativa con su funcionamiento cotidiano. Por ejemplo, un delirio persecutorio puede motivar a la persona a evitar espacios públicos, instalar medidas de seguridad innecesarias en su hogar o desarrollar conflictos interpersonales basados en supuestos erróneos.
Del mismo modo, los delirios de grandeza pueden impulsar decisiones imprudentes, como inversiones financieras arriesgadas o intentos de realizar acciones fuera de sus capacidades reales, con consecuencias potencialmente graves. Esta incapacidad para integrar información contradictoria refuerza un ciclo de aislamiento y malestar psicológico, dificultando no solo el diagnóstico temprano, sino también la intervención terapéutica.
Respuestas fisiológicas y emocionales asociadas
Las ideas delirantes suelen ir acompañadas de respuestas emocionales más intensas, como ansiedad o paranoia fluctuante, que pueden amplificar o disminuir dependiendo del entorno. Los delirios, aunque también generan emociones, tienden a generar un estado emocional más constante y sostenido, reflejo de la certeza inquebrantable con la que se sostienen.
Vulnerabilidad al tratamiento psicoterapéutico
Las ideas delirantes son más susceptibles de ser modificadas o abordadas a través de intervenciones psicoterapéuticas, dado que su estructura permite cuestionamiento y flexibilidad. Los delirios, al estar más profundamente arraigados y ser resistentes al cambio, requieren enfoques terapéuticos combinados, donde la farmacología juega un papel predominante para modular la intensidad de la creencia.
Grado de desconexión de la realidad compartida
Mientras que las ideas delirantes pueden interpretarse como extensiones exageradas o distorsionadas de la realidad compartida, los delirios a menudo reflejan una desconexión completa de esta, con un contenido que puede parecer completamente ajeno a la lógica consensuada.
Con esto, la relación entre delirios, ideas delirantes y certeza también está sujeta a niveles de análisis diversos. Algunos investigadores argumentan que la diferencia entre un delirio y una idea delirante depende del grado de certeza que el individuo atribuye a su creencia, mientras que otros prefieren centrarse en los aspectos funcionales de cómo estas creencias afectan el comportamiento y la percepción de la realidad (Kumazaki, 2023).
Implicaciones terapéuticas entre delirios e ideas delirantes
Las diferencias entre ideas delirantes y delirios tiene implicaciones directas en el abordaje terapéutico. En el caso de las ideas delirantes, las terapias cognitivo-conductuales (TCC) pueden ser efectivas para ayudar al individuo a cuestionar y modificar estas creencias. La flexibilidad de las ideas delirantes permite que el paciente participe activamente en el proceso terapéutico, reconociendo y desafiando sus pensamientos irracionales.
Para los delirios, especialmente aquellos presentes en trastornos psicóticos como la esquizofrenia, el tratamiento farmacológico con antipsicóticos es fundamental. Estos medicamentos ayudan a reducir la intensidad de los delirios y a mejorar el funcionamiento general del individuo.
Conclusión
La mente humana, en su inmensidad y complejidad, es un tejido donde la realidad y la interpretación se entrelazan. A menudo de formas sorprendentes y desconcertantes. Los delirios y las ideas delirantes, con sus diferencias, son expresiones de este proceso creativo y, a veces, caótico. Son respuestas de una psique que, enfrentada al vacío de lo incierto, elige construir un puente hacia una realidad propia, aunque este puente pueda parecer, desde fuera, frágil o absurdo.
En el fondo, tanto los delirios como las ideas delirantes nos hablan de la fragilidad del ser humano frente a lo incomprensible. Son intentos, a menudo desesperados, de dar sentido a lo que parece carecer de él. Nos recuerdan que nuestra relación con la realidad no es objetiva, sino profundamente personal, moldeada por nuestras emociones, miedos y deseos.
En fin, la indeterminación epistemológica de estas categorías refleja la complejidad inherente de la mente humana y subraya la necesidad de enfoques integradores que reconozcan las intersecciones entre creencias, conocimiento y psicopatología.
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association. (2022). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (5ª ed. revisada). Arlington, VA: American Psychiatric Publishing.
- Bebbington, P. y Freeman, D. (2017). Transdiagnostic Extension of Delusions: Schizophrenia and Beyond. Schizophrenia bulletin, 43(2), 273-282. https://doi.org/10.1093/schbul/sbw191
- Crișan, C., Androne, B., Barbulescu, L. D. y Suciu, B. D. (2022). Nexus of Delusions and Overvalued Ideas: A Case of Comorbid Schizophrenia and Anorexia in the View of the New ICD-11 Classification System. The American journal of case reports, 23, e933759. https://doi.org/10.12659/AJCR.933759
- Kumazaki, T. (2023). On the concept of delusions: Global trends and psychopathology in Japan. PCN reports : psychiatry and clinical neurosciences, 2(3), e126. https://doi.org/10.1002/pcn5.126
- Ritunnano, R. y Bortolotti, L. (2022). Do delusions have and give meaning?. Phenomenology and the cognitive sciences, 21(4), 949-968. https://doi.org/10.1007/s11097-021-09764-9
- Manual MSD. (2022). Trastorno por ideas delirantes. Recuperado de https://www.msdmanuals.com/es-es/professional/trastornos-psiqui%C3%A1tricos/esquizofrenia-y-trastornos-relacionados/trastorno-por-ideas-delirantes
- Mullen, R. y Linscott, R. J. (2010). A comparison of delusions and overvalued ideas. The Journal of nervous and mental disease, 198(1), 35-38. https://doi.org/10.1097/NMD.0b013e3181c818b2