Martin Seligman describió la indefensión aprendida como la tendencia de ciertas personas a sentirse indefensas y pasivas ante situaciones adversas incluso cuando es posible revertirlas. Según Seligman, esto suele suceder cuando alguien experimenta repetidamente situaciones en las que percibe que no tiene control sobre los eventos y que sus acciones no tienen efecto en ellos. Así, se ha asociado a depresión, ansiedad y disminución considerable del bienestar psicológico y las funciones adaptativas. ¿Cuáles fueron los desarrollos de Seligman sobre indefensión aprendida? ¿Cómo se relacionan la indefensión aprendida y psicología positiva?
Martin Seligman y la indefensión aprendida
Nacido en 1942, Martin Seligman desarrolló su teoría en relación a la indefensión aprendida y la depresión, apoyándose en los aportes de la psicología positiva. En este sentido, el expresidente de la Asociación Estadounidense de Psicología se dedicó intensamente a la investigación de los mecanismos humanos de afrontamiento a la adversidad y habilidades adaptativas al entorno.
Considerado como el padre de la psicología positiva, Seligman se aleja de las tradiciones psicológicas patologizantes. De esta manera, destaca que muchas personas son capaces de resistir a situaciones extremas de forma inesperada, sin presentar síntomas a largo plazo relacionados con el trastorno por estrés postraumático (TEPT).
La indefensión aprendida: Una reacción al trauma
La indefensión aprendida consiste en la resignación y la actitud de pasividad que muestra una persona ante situaciones vitales. Este proceso se inicia cuando el individuo se enfrenta a un estímulo aversivo y no logra escapar o evitarlo.
Así, se genera una creencia de falta de control. Y, como resultado, la persona desarrolla una actitud de resignación y aprende a aceptar la impotencia como una característica permanente de su vida. Esta indefensión aprendida puede generalizarse a otras situaciones, llevando a una disminución de la motivación y la iniciativa para buscar soluciones.
Tal es así, que Seligman asoció la indefensión aprendida con la depresión, ansiedad y disminución del bienestar psicológico. Asimismo, para superarla, destacó la importancia de promover el desarrollo de habilidades de afrontamiento. Por lo que, en este sentido, se busca fomentar la percepción de control personal, fortalecer los aspectos saludables de las personas y brindar apoyo social y comunitario (Trindade et al., 2020).
El estrés postraumático es menos común de lo que se piensa
Resulta importante destacar que la prevalencia del TEPT es inferior al número total de personas que atraviesan situaciones límite. De esta forma, la gran mayoría de las personas pueden resignificarlas y continuar con sus vidas sin desarrollar síntomas a largo plazo. Así, los prejuicios acerca de cómo debería ser la respuesta traumática se alejan de la representación de la mayoría de las personas, pues estas cuentan con elementos positivos que las protegen de la patologización de su respuesta ante el evento extremo.
De esta forma, cualidades como el optimismo, la esperanza, creencias religiosas, convicciones ideológicas y extraversión han sido señaladas como fuente de resistencia y resiliencia. A partir de estos y otros recursos, las personas pueden experimentar cambios positivos en la visión de sí mismos, de los otros, de su espiritualidad y su filosofía de vida o del sentido de las experiencias, entre otros frente a situaciones estresoras (Bonanno, 2008).
El enfoque de la psicología positiva: ¿Somos más fuertes de lo que pensamos?
La psicología positiva considera a las personas como fuertes y activas. Así, se destacan las capacidades innatas de resistir y rehacerse ante dificultades que se presentan en sus vidas. De esta manera, las fortalezas y virtudes toman el protagonismo, dejando de lado la psicología centrada en la patología.
¿Sabías que, en las corrientes más tradicionales, quienes no respondían con reacciones propias de TEPT frente a eventos catalogados como traumatizantes eran juzgados como portadores de patologías?
Así, la psicología positiva reafirma los posicionamientos teóricos donde los seres humanos tienen la capacidad de asignar sentido y adaptarse en experiencias que desafían sus recursos de afrontamiento. Estos abordajes basados en un modelo de la prevención y promoción de la salud rescatan las habilidades naturales de las personas para recuperarse sin desarrollar ningún tipo de trastorno a largo plazo (Seligman, 2019).
Crecimiento postraumático
El crecimiento postraumático es un concepto desarrollado dentro de la psicología positiva que busca comprender y destacar el potencial de crecimiento personal y psicológico que puede surgir tras la experiencia de un trauma significativo. A diferencia del enfoque tradicional que se centra en los efectos negativos del trauma, el crecimiento postraumático reconoce que muchas personas pueden experimentar cambios positivos y transformadores después de atravesar eventos adversos.
Así, el crecimiento postraumático implica una reevaluación de la propia vida, la reestructuración de las prioridades y una mayor apreciación de la existencia. Por ende, quienes experimentan este crecimiento postraumático pueden desarrollar una mayor resiliencia, fortaleza emocional y una nueva perspectiva sobre la vida. Además, pueden experimentar un mayor sentido de propósito, apreciación de las relaciones interpersonales, claridad de valores y capacidad para enfrentar desafíos (Bonanno, 2008).
Entonces… ¿Qué hacen los profesionales de la psicología positiva?
La psicología positiva busca identificar y promover los factores que contribuyen al crecimiento postraumático. A partir de esto, trabajan para ayudar al consultante a encontrar sentido en su experiencia traumática. Además, como se ha mencionado, se promueve el cultivar el bienestar emocional y fomentar un crecimiento personal significativo a partir del trauma.
Ahora, es importante tener en cuenta que el crecimiento postraumático no niega los desafíos y el sufrimiento asociados con el trauma, pues reconoce el dolor emocional y la pérdida. Sin embargo, considera que también puede haber un potencial de transformación en medio de la adversidad (Seligman, 2019).
Indefensión aprendida y psicología positiva: ¿Cómo se relacionan?
La indefensión aprendida y la psicología positiva son dos conceptos que, aunque en apariencia pueden parecer contradictorios, se relacionan de manera interesante. Como hemos destacado, la indefensión aprendida refiere a un estado psicológico en el que una persona ha experimentado repetidamente situaciones en las que ha percibido una falta de control sobre su entorno, lo que conduce a una sensación de impotencia y desesperanza. Por otro lado, la psicología positiva se enfoca en cultivar fortalezas personales, fomentar emociones positivas y promover el bienestar psicológico.
Así pues, la psicología positiva puede ser una herramienta eficaz para contrarrestar los efectos que produce en las personas la indefensión aprendida. Concretamente, y mediante los aportes de Martin Seligman y otros, esto se da al fomentar emociones positivas, como por ejemplo la gratitud, esperanza y resiliencia. De esta manera, se pueden generar recursos psicológicos para afrontar las dificultades, así como también recuperar el sentido de control y autoeficacia.
Es así que, al cultivar fortalezas personales como la autoestima, optimismo y capacidad de afrontamiento, se puede contrarrestar la sensación de impotencia que podría llegar a sentir una persona. Finalmente, esto derivaría en un mayor sentido de empoderamiento, y una capacidad para enfrentar diferentes desafíos.
Conclusión
La indefensión aprendida y la psicología positiva son dos enfoques que pueden coexistir y complementarse. Así, Martin Seligman recuerda que si bien la indefensión aprendida puede generar sentimientos de impotencia y desesperanza, la psicología positiva brinda herramientas para cultivar fortalezas y emociones positivas que ayudan a superar y aprender de esos obstáculos.
Al desarrollar resiliencia, optimismo y autoeficacia, puede romperse este ciclo y dar paso a nuevas posibilidades. De esta manera, a través de la atención en las cualidades positivas que tienen las personas, se puede encontrar el camino hacia una psicología que se centre en las potencialidades.
Referencias bibliográficas
- Bonanno, G. A. (2008). Loss, Trauma, and Human Resilience: Have We Underestimated the Human Capacity to Thrive After Extremely Aversive Events? American Psychologist, 59(1), 20-28. https://doi.org/10.1037/0003-066x.59.1.20
- Dweck, C. S. y Goetz, T. E. (1978). Attributions and learned helplessness. En J. Harvey, W. Ickes, y R. Kidd (Eds.), New directions in attribution research (Vol. 2, pp. 157-179). Lawrence Erlbaum Associates.
- Maier, S. F. y Seligman, M. E. P. (2016). Learned helplessness at fifty: Insights from neuroscience. Psychological Review, 123(4), 349-367. https://doi.org/10.1037/rev0000033
- Seligman, M. E. P. (2019). Positive Psychology: A Personal History. Annual Review of Clinical Psychology, 15(1), 1-23. https://doi.org/10.1146/annurev-clinpsy-050718-095653
- Trindade, I. A., Mendes, A. M. y Ferreira, N. (2020). The moderating effect of psychological flexibility on the link between learned helplessness and depression symptomatology: A preliminary study. Journal of contextual behavioral science, 15, 68-72. https://doi.org/10.1016/j.jcbs.2019.12.001