Décadas atrás, los procesos de aprendizaje solían estar ligados a un proceso meramente memorístico que buscaba responder a un programa curricular. Sin embargo, los nuevos hallazgos y estudios en neurociencias y educación han cambiado esta mirada. Es por ello que, hoy en día, los maestros se nutren de información valiosa que aporta y le da un giro a la mirada anterior. En la presente nota valoraremos los aportes relacionados con el desarrollo motor, la motricidad y su influencia en el aprendizaje.
El aprendizaje: Un proceso dinámico y complejo
Arias (2015) indica que el aprendizaje “es un proceso en virtud del que se modifican las posibilidades permanentes de un individuo por medio de la experiencia, teniendo como fin la adquisición de conocimientos, habilidades y actitudes” (p.108). De esta manera, tomando como premisa al autor, el aprendizaje es un proceso donde se modifican estructuras cerebrales, recibiendo y procesando información que se puede concretar en el desarrollo de conocimientos y habilidades.
La base del desarrollo motor: El cerebro
Para conocer el origen y el funcionamiento del desarrollo motor y la formación de nuevos aprendizajes, es necesario saber el origen del desarrollo del Sistema Nervioso (SN), puesto que es el inicio del surgimiento de las tendencias del desarrollo. Durante la gestación, aproximadamente en la tercera semana, el SN se va formando a través de un proceso llamado neurulación. Este proceso forma el tubo neural, que da origen a estructuras como el cerebro y la médula espinal.
El proceso de neurulación, según López y Carazo (2009) ocurre a través de cuatro etapas:
- Formación de la placa neural. Se caracteriza por ser plana y ser la base del desarrollo cerebral.
- Desarrollo del pliegue neural. Caracterizada por ser la etapa que precede a la formación de la cresta neural.
- División del pliegue en cresta y surco neural. Las cuales dan origen al encéfalo y la médula espinal, respectivamente.
- Formación del tubo neural. En su extremo cefálico, hacia la cabeza, se desarrolla el cerebro; y en el extremo caudal o hacia las extremidades inferiores, la médula espinal.
Neurodesarrollo y desarrollo motor
El desarrollo motor, según Caro et al. (2015), se define como “la adquisición progresiva de habilidades motoras que permiten mantener un adecuado control postural, desplazamiento y destreza manual” (p. 567). Por lo tanto, el desarrollo motor incluye, la postura, el movimiento, el desplazamiento (ir de un lugar a otro) y la habilidad manual. Todas estas habilidades tienen su base en la primera infancia.
Los científicos han descubierto que el neurodesarrollo durante la primera infancia ocurre a través de diversas tendencias para interactuar con el contexto que rodea a la persona. En cuanto al desarrollo, las tendencias que imperan se basan en el desarrollo reflejo-psicomotor, céfalo-caudal y próximo-distal (Craig, 2009).
Tendencias del desarrollo motor
Los movimientos reflejos son movimientos automáticos de supervivencia. Por ejemplo, cuando un recién nacido percibe un estímulo táctil en su mejilla. Como resultado se produce un movimiento de la cabeza en dirección a ese estímulo. Este reflejo es el que le permite ubicar el pezón para alimentarse, debido a que el sentido de la vista aún no ha madurado.
- Tendencia refleja-psicomotora: Ocurre cuando la persona ejecuta movimientos controlados, planificados y con un carácter intencional. En el caso del reflejo de búsqueda, el bebé busca el pezón de una manera voluntaria, moviendo su cabeza y sus manos porque tiene hambre.
- Tendencia céfalo-caudal: Se produce cuando la persona controla el movimiento desde la cabeza hasta los pies. Es común observar que el bebé controla la cabeza durante los primeros meses, después su tronco y finalmente, inicia el proceso de marcha. En consecuencia, hay un control motor y postural inicialmente desde la cabeza hasta los pies. Lo mismo sucede en el desarrollo embrionario. Primero se forma el cerebro y luego la médula espinal.
- Tendencia próximo-distal: Esta inicia por un control desde los hombros hasta las manos. En tal caso, la persona controla los movimientos del hombro, manos y dedos.
La motricidad y el aprendizaje
Para recordar, el aprendizaje es un proceso en el que la persona procesa la información que va recibiendo hasta formar conocimientos o ejecutar una nueva habilidad. Para poner en práctica dicho aprendizaje, es necesario haber madurado las estructuras cerebrales pertinentes previamente.
Reflejado en el neurodesarrollo, la persona recibe información sensorial, motora, visuoespacial y emocional desde antes del nacimiento. Esta información se encuentra reflejada en tareas como gatear, sedentar, bipedestar, control cefálico, control de tronco, etc., y se ejecuta cuando maduran las estructuras cerebrales necesarias.
Siguiendo esta misma línea, es por ello que se espera hasta después de los 6 meses que la persona gatee, o después de los 12 meses, que camine. Y es que, estos son los periodos en que las áreas cerebrales relacionadas con la motricidad han mielinizado y madurado correctamente.
En el lóbulo frontal de nuestro cerebro se procesa la información relacionada con el movimiento y la planificación ejecutiva-conductual. Así, los autores Carboni y del Río (2006) han identificado tres conexiones cerebrales implicadas en la lectura. Y, una de ellas se ubica en el lóbulo frontal, la conexión frontal inferior. Estas regiones permiten ejecutar, planificar y organizar los las hablidades motrices que utiliza una persona para desplazarse o realizar alguna función.
Desarrollo motor en el aula
Lectura
Estudios han encontrado que algunas de las dificultades o trastornos específicos del aprendizaje guardan relación con la falta o la presencia de algún problema del desarrollo motor.
De hecho, lo mencionan Ríos y López (2017) “la dislexia se ha asociado también con otros fenómenos tales como la deficiencia en la denominación rápida, en la memoria de trabajo, en las habilidades lingüísticas, en el procesamiento visual y el desarrollo motor”. Estos hallazgos evidencian la influencia del desarrollo motor en los procesos de aprendizaje de la lectura.
Escritura
En cuanto a la escritura, Miranda y Abusamra (2016) exponen que en “la escritura de palabras se compromete la activación del hemisferio izquierdo, incluyendo la corteza temporal inferior y posterior, el lóbulo parietal superior y el surco intraparietal, la corteza prefrontal inferior y dorsolateral, la corteza premotora medial lateral y las áreas sensoriomotoras de la mano”. Por lo tanto, la escritura requiere de un control motor y sensorial adecuado.
Motricidad fina y gruesa
Las habilidades motrices o motoras como gatear y caminar, son hitos del desarrollo que refuerzan la coordinación visomotora, ubicación en el espacio, coordinación, percepción de tamaños, integración sensorial y desarrollo de lateralidad. Dichas habilidades son requeridas para iniciar un proceso de lectoescritura o de cálculo, por ejemplo.
Habilidades para el aprendizaje
De igual manera, es importante tomar como referencia las tendencias del desarrollo para iniciar los procesos de aprendizaje. Existen habilidades como los trazos que, además de necesitar el desarrollo de habilidades neuropsicologicas, requieren de habilidades motrices, como por ejemplo un control motor avanzado en la muñeca. Con esto, parte del alumnado puede mostrar dificultades para controlar el movimiento de los hombros, por ejemplo.
¿Cuál es la relación entre ambas partes del cuerpo? Si existe dificultad en controlar partes más proximales, como lo son los hombros, probablemente haya dificultad en ejecutar movimientos de zonas más distales del cuerpo, como la muñeca. En consecuencia, la persona reflejará una dificultad para realizar trazos previos a la escritura.
Atención y memoria
Igualmente, funciones como la atención y la memoria están ligadas estrechamente con el aprendizaje y el desarrollo motor. Y es que, debemos ser capaces de controlar nuestro cuerpo para procesar la información del medio ambiente.
En el caso de los subsistemas atencionales, muchos de ellos tienen origen en el lóbulo frontal y temporal. Por consiguiente, la correcta maduración en el desarrollo motor impacta en la maduración adecuada de dichas cortezas.
Conclusión
Las habilidades motrices permiten identificar el desarrollo y evolución adecuada del cerebro. En los contextos de aprendizaje, el desarrollo motor permite controlar el cuerpo y estar atento para recibir y procesar información del contexto.
Asimismo, el desarrollo de habilidades como caminar, controlar la cabeza, gatear, saltar, desplazarse con un pie y saltar la cuerda, entre otras, impactan en la maduración de estructuras cerebrales que se necesitan para aprender a leer, escribir y calcular.
De esta forma, es imperante brindar estímulos y desarrollar tareas de exploración que demanden movimientos. Esto con el fin de que el individuo recopile información del ambiente, la asimile, la acomode y la ejecute para construir nuevos aprendizajes.
A modo de cierre, se hace un llamado al profesorado a planificar y utilizar actividades que refuercen la coordinación visomotora (función que puede evaluarse con el Test de Bender), exploración sensorial y movimientos naturales del juego del infante como saltar, correr, desplazarse, gatear, agarrar y manipular objetos, entre otros.
Todo ello no solo será un aporte para el desarrollo cognitivo y motor del niño, sino también una fuente lúdica, creativa y estimulante para aprender.
Referencias bibliográficas
- Arias, W. (2015). Neuropsicología del Aprendizaje: El Aporte de Tres Neurocientíficos Soviéticos. Revista Psicológica de Arequipa, 2(3). https://www.researchgate.net/publication/275346134_NEUROPSICOLOGIA_DEL_APRENDIZAJE_EL_APORTE_DE_TRES_NEUROCIENTIFICOS_SOVIETICOS
- Carboni-Román, A., del Río Grande, D; Capilla, A., Maestú, F. y Orti, T. (2006). Bases neurobiológicas de las dificultades de aprendizaje. Revista de Neurología, 2(42), S171-S175. https://doi.org/10.33588/rn.42S02.2005832
- Craig, J. (2009). Desarrollo Psicológico. (9ª. ed.). McGrawHill.
- López, L. y Carazo, V. (2009). Aprendizaje, Coevolución Neuroambiental. (1ª. ed.) – San José: Coordinación Educativa y Cultural Centroamericana (CECC/SICA).
- Medina Alva, M. del P., Caro Kahn, I., Muñoz Huerta, P., Leyva Sánchez, J., Moreno Calixto, J. y Vega Sánchez, S. M. (2015). Neurodesarrollo infantil: Características normales y signos de alarma en el niño menor de cinco años. Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública, 32(3), 565. https://doi.org/10.17843/rpmesp.2015.323.1693
- Miranda, M. y Abusamra, V. (2014). Bases neurales de la escritura: una revisión. VI Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXI Jornadas de Investigación Décimo Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología – Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
- Ríos, J. y López, C. (2017). Neurobiología de los trastornos del aprendizaje y sus implicaciones en el desarrollo infantil: Propuesta de una nueva perspectiva conceptual. Revista Psicoespacios, 19(11). https://doi.org/10.25057/21452776.942
Importante esta nutrición de conocimientos, y el hecho de reconocer como interviene el proceso de maduración y de intervención en las habilidades motrices conforme a los procesos psicologicos