Las habilidades neuropsicológicas para el aprendizaje han sido estudiadas con mayor profundidad en la actualidad, al ser de importancia en el desarrollo cognitivo. La neuropsicología infantil o del desarrollo es una especialidad de la Neuropsicología. Se encarga de estudiar la relación entre el cerebro, los procesos cognitivos y la conducta durante la niñez y adolescencia. Sin duda, un período sensible en el que el sistema nervioso se encuentra en proceso de maduración. Por lo tanto, se considera la etapa más intensa y dinámica del ciclo vital; determinante en la adquisición de habilidades básicas y subsecuente aprendizaje.
Procesos de desarrollo de las habilidades neuropsicológicas para el aprendizaje
El desarrollo funcional de una persona varía de acuerdo a factores como el contexto donde se desenvuelve, estado emocional que se le enseña y nivel de estimulación que se le da. Sin embargo, Pérez y Capilla (2008) reiteran que la adquisición y desarrollo de destrezas y habilidades se encuentra dentro de un amplio rango de edad específico. Aún así, puede tener diferentes variaciones en cada niño. Estos autores proponen hitos evolutivos con el objetivo de prevenir el fracaso escolar ocasionado por trastornos neuromadurativos.
Ciertamente, en estos últimos años ha crecido la preocupación en la sociedad educativa por las patologías del sistema nervioso. Entre las más conocidas están: el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), problemas de aprendizaje, trastornos psicomotores y trastornos del lenguaje, entre otros (Abad et al. 2009).
El rol del cerebro en las habilidades neuropsicológicas para el aprendizaje
El cerebro procesa la información de manera jerárquica, pero dinámica. En otras palabras, para dar paso a la adquisición de una nueva habilidad, los procesos de orden inferior (controlados por zonas subcorticales) deberán estar automatizados dejando libres áreas superiores (corteza frontal) para el aprendizaje de conocimientos más elaborados.
Con esto, dichos procesos ocurren de manera simultánea en diferentes partes, lo que da como resultado un procesamiento activo. Ilustrando un ejemplo, para que un niño pueda aprender a escribir es necesario que haya automatizado actividades motrices voluntarias y coordinadas. Por ejemplo, el correcto movimiento de los dedos, muñeca, mano, el agarre de la pinza-digital, etcétera. Es decir, para que los circuitos de nivel superior puedan cumplir la función de generación de ideas, pensamiento crítico o proceso lector, entre otros (Luria, 1973).
Habilidades neuropsicológicas para el aprendizaje: Coordinación de sistemas
Por otro lado, Augé et al. (2011) acentúan que debe existir una integración perfecta de los sistemas: visual, auditivo y motor, para que la información proveniente de estos sentidos sea analizada a tiempo y contrastada.
En consecuencia, de esta coordinación surge una información de orden superior: el lenguaje oral, orientación espacial (que depende básicamente de la integración vestibular de las aferencias visuales, auditivas y propioceptivas) y la codificación de los símbolos escritos (grafemas), fonemas, sílabas, palabras.
La integración de estos sistemas se da por medio de cuatro habilidades conocidas como “habilidades neuropsicológicas básicas”. Estas son los procesos neuromotores, lateralidad, funcionalidad visual y funcionalidad auditiva.
Procesos neuromotores
Se ha encontrado una estrecha relación entre el desarrollo motriz-sensorial y el desarrollo del sistema nervioso, por esto el nombre de procesos neuromotores (Díaz, 2015). El desarrollo motriz consiste en “una serie de cambios en las competencias motrices; es decir, en la capacidad para realizar progresiva y eficientemente diversas acciones motrices, que se producen fundamentalmente desde el nacimiento hasta edad adulta” (Uribe, 1998, p. 93).
Por lo tanto, se producen cambios en la estructura, dando lugar al aprendizaje de una serie de habilidades motrices y contribuyendo al desarrollo tanto biológico, del pensamiento y de integración social.
Se puede evaluar el desarrollo motriz a una edad temprana por medio de los patrones básicos de movimiento (arrastre, gateo y marcha). Asimismo, se debe valorar la capacidad de agarre, manipulación de elementos en las manos y la habilidad para mover y manipular objetos con los dedos. Su objetivo es determinar deficiencias y trabajarlas para que alcancen su madurez.
Lateralidad
La lateralidad es el predominio funcional de un lado del cuerpo, mediante la utilización preferente de la mano, pie, ojo y oído (Gotts et al., 2013).
De igual manera, Portellano (2009) recalca que es la manifestación de la dominancia cerebral que se va consolidando a lo largo de la infancia. Este predominio va a guiar el desarrollo de actividades como la escritura o manipulación manual de objetos.
Por lo tanto, un retraso o no adecuado desarrollo de la lateralidad trae consigo repercusiones en cada uno de los distintos ciclos evolutivos de los niños.
Es decir, en la coordinación motora, desarrollo psicomotriz, capacidad de orientación, percepción espaciotemporal y esquema corporal.
A raíz de tales problemas, los procesos de aprendizaje se ven implicados en áreas relacionadas con el lenguaje, lectoescritura y matemáticas (Mayolas et al., 2010).
Funcionalidad visual
La tecnología ha dado lugar a la necesidad de un adecuado funcionamiento del sistema visual gracias al uso de dispositivos electrónicos. Además de todo lo que implican las actividades escolares que requieren de una visión próxima (Krupinksi, 2014).
De esta manera, las habilidades visuales y perceptuales van a permitir un buen desempeño. Sobre todo, en el proceso lector, cuyo fin es leer rápido y comprender e integrar esta información dentro de la memoria visual para disponer de ella (Auge et al., 2011; Lacámara, 2016).
Se ha comprobado que los movimientos oculares son responsables de que la imagen y los estímulos externos sean captados por la retina, especialmente durante la lectura. Por esto, sin duda, es indispensable que exista un correcto movimiento ocular (Lacámara, 2016).
Los movimientos oculares que se dan durante el aprendizaje de la lectura son sacádicos, de fijación, de seguimiento y regresión. Si se observan problemas en algunos de dichos movimientos es necesario acudir lo más pronto posible a un especialista.
Funcionalidad auditiva
La audición está estrechamente relacionada con el desarrollo del lenguaje, medio que permite al ser humano comunicarse. Así, el sonido y la interpretación son los puntos de partida de la funcionalidad auditiva.
De esta manera, el proceso comienza con la información sensorial auditiva que llega de manera oportuna a las áreas especializadas del cerebro. En consecuencia, se llevan a cabo procesos de localización espacial de la fuente del sonido, discriminación auditiva, identificación de los sonidos del habla y de comprensión (García y Gamazo, 2015).
Estas habilidades son necesarias para el desarrollo y adquisición del lenguaje y el proceso de aprendizaje.
De igual manera, si se presentan dificultades en estos desarrollos, la atención también se va a ver afectada, ya que le costará focalizarla y seleccionar los estímulos relacionado con una tarea específica. Por tal motivo, resulta fundamental la correcta evaluación de la madurez neuropsicológica en edades tempranas.
Conclusión
Para concluir, el origen de las diferentes dificultades en el desarrollo de los niños depende de una acción en conjunto de factores genéticos, madurativos, neuropatológicos o ambientales.
Desde el lado neuropsicológico ha quedado claro que para que una persona pueda comprender el mundo, debe recibir la información del exterior de manera adecuada para dar una respuesta adaptativa. Ciertamente, el desarrollo de los sentidos es clave.
Del mismo modo, a las edades de 5-7 años se debe tener todas las habilidades neuropsicológicas para el aprendizaje desarrolladas. Consecuentemente, se dará paso a los aprendizajes instrumentales y, si no es así, una intervención a tiempo ayudaría a evitar el fracaso escolar.
Referencias bibliográficas
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- Augé, M., Fransoy, M. y Quevedo, LL. (2011). Visión y aprendizaje (II): Detección de disfunciones visuales y de escucha. Ver y Oír, 28(240), 16-19.
- Díaz, M. (2015). Procesos y programas neuromotores y de movimientos relacionados con el aprendizaje. En Procesos y Programas de Neuropsicología Educativa (pp. 61-78). Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
- García, M. y Gamazo, V. (2015). Programa de habilidades visuales y perceptivas para la lectura eficaz. En Procesos y Programas de Neuropsicología Educativa (pp. 34-48). Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
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- Lacámara, J. M. (2016). Relación entre Eficacia en los Movimientos Sacádicos y Proceso Lector en Estudiantes el Currículo Específico en Educación Secundaria. 3ciencias.
- Pérez, E. y Capilla, A. (2008). Neuropsicología Infantil. En J. Tirapu, M. Ríos, y F. Maestú (Eds.), Manual de Neuropsicología (pp. 441-470). Viguera Editores.
- Portellano, J. (2009). Cerebro Derecho, Cerebro Izquierdo. Implicaciones Neuropsicológicas de las Asimetrías Hemisféricas en el Contexto Escolar. Universidad Complutense de Madrid. Psicología Educativa, 15(1), 5-12. https://journals.copmadrid.org/psed/art/9d2682367c3935defcb1f9e247a97c0d
- Uribe, I. (1998). Motricidad infantil y desarrollo humano. Revista Educación Física y Deporte, 20(1), 91-95. http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/educacionfisicaydeporte/article/view/3393/3156
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