En todo el mundo, más de 50 millones de personas tienen una lesión cerebral cada año. Además, se estima que la mitad de la población mundial tendrá una o más a lo largo de su vida. Como resultado, la lesión cerebral es la causa principal de mortalidad en adultos jóvenes. Y, junto a esto, es una de las principales causas de muerte y discapacidad en todas las edades. Así mismo, se ha reportado que puede suponer un factor de riesgo para los trastornos neurodegenerativos tardíos. Esto es, la presencia de una asociación entre el daño cerebral y la demencia En esta nota, explicaremos, muy brevemente, la lesión o daño cerebral y la aparición de demencia.
¿Qué es una lesión cerebral traumática?
Cuando hablamos de lesión cerebral traumática (traumatic brain injury, TBI, LCT, inglés) hacemos referencia a las lesiones cerebrales que se producen como resultado de accidentes automovilísticos, caídas, heridas de bala o práctica de deportes como el boxeo, entre otros.
Las lesiones pueden clasificarse según su gravedad. De este modo, pueden ser “leves” si, tras el impacto, en el cráneo no hay fractura, sangrado o se comprueba la existencia de una lesión cerebral.
Y si, por el contrario, se determina la presencia de alguna de las características anteriores entonces podríamos clasificar la lesión cerebral como “severa“.
¿Cuáles son los signos de alarma de una lesión cerebral traumática?
La severidad del trauma puede ser inferida por distintos signos de alarma.
Estos abarcan desde manifestaciones leves (dolores de cabeza, náuseas, fatiga, pérdidas de conciencia por pocos minutos o pérdida del equilibrio), hasta manifestaciones moderadas y graves (pérdida de la conciencia durante algunas horas, dilatación pupilar, drenaje de fluidos por nariz y oídos, pérdida de la coordinación, coma o convulsiones, entre otros).
En cuanto a la última, tiene una alta tasa de mortalidad, estimada en 30 a 40%.
Así mismo, es importante distinguir entre el daño primario, infligido en el momento de la lesión, y el daño secundario, que evoluciona durante horas, días, semanas, meses o incluso a lo largo de toda la vida en algunos casos.
De acuerdo con el último estudio global sobre discapacidad neurológica (The Global Burden of Disease, GBD, 2019), la LCT ocupa el séptimo lugar global entre las alteraciones cerebrales que causan mayor cantidad de años de vida perdidos alrededor del mundo.
En los últimos años, el estudio de la LCT ha llamado especialmente la atención por considerarse un factor de riesgo para el desarrollo de otras enfermedades neurológicas. De esta forma, podemos preguntarnos los siguiente.
¿Relación entre la lesión o daño cerebral y aparición de demencia?
Entre las enfermedades asociadas con la lesión cerebral traumática podemos mencionar la enfermedad de Parkinson, demencia frontotemporal, esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y la enfermedad de Alzheimer (Mendez, 2017).
Con esto, se ha determinado que las personas con un diagnóstico clínicamente establecido de incluso una sola lesión cerebral traumática puede experimentar un deterioro cognitivo continuo a mediano plazo (meses a años). En vez de mostrar mejoría clínica o permanecer estable.
Así pues, la discapacidad a largo plazo por esta lesión podría cambiar con el tiempo, y la disminución de la reserva cognitiva relacionada con la edad desenmascarar las consecuencias de un TCE anterior (Maas et al., 2017).
Parece ser que sí
El reporte más reciente de la Comisión Lancet estimó que el 3% de todos los casos globales de demencia tienen como principal factor de riesgo la historia de LCT a lo largo de la vida (Livingston et al., 2020).
Dicho de otro modo, la prevención de la LCT durante la juventud y la adultez permitiría prevenir el 3% de todos los casos anuales diagnosticados con demencia alrededor del mundo.
El estudio más abarcador realizado hasta la fecha sobre la temática de la lesión cerebral y la aparición de la demencia, se llevó a cabo en Dinamarca (Fann et al., 2018).
Entre 1999 y 2013, los autores de la investigación monitorearon a casi tres millones de personas mayores de 50 años. Controlaron a aquellos que desarrollaban demencia durante este periodo de tiempo.
¿Los resultado? Las personas con historia de LCT tenían un riesgo 1.6 veces mayor de desarrollar demencia que quienes no tenían antecedentes de LCT.
Además, se comprobó que la presencia de lesiones cerebrales traumáticas incrementaban 4.6 veces el riesgo de desarrollar demencia en los siguientes 6 meses posteriores al trauma cerebral.
De esta forma, experimentar golpes en la cabeza no solo es un factor de riesgo para el desarrollo de demencia, sino también para la aparición temprana de este padecimiento (Fann et al., 2018).
Factores de riesgo en la asociación de LCT y desarrollo de demencias
La asociación entre la LCT y el desarrollo de demencia es mayor en algunas profesiones en comparación con otras. Esto se debe a que son más propensas para que se den dicho tipo de lesiones.
Por ejemplo, existen evidencias de que los militares y las personas que practican deportes con elevados niveles de contacto físico tienen mayor riesgo de desarrollar demencia en comparación con la población general. Aumentándose, así, la relación entre la lesión cerebral y la aparición demencia (Winblad et al., 2019).
Tal es el caso de quienes practican boxeo, fútbol americano, hockey sobre hielo y algunas modalidades de artes marciales, entre otras. Así mismo, el ciclismo y los deportes ecuestres también se han relacionado con altas tasas de conmociones y LCT.
Y es que, en varios de estos deportes se han observado, entre sus atletas, consecuencias cerebrales a largo plazo que han sido agrupadas bajo el término de encefalopatía traumática crónica.
Quizás nuestros lectores estén familiarizados con la categoría “demencia pugilística”. Este concepto hace referencia, de modo particular, a las alteraciones cerebrales progresivas que se presentan en los boxeadores profesionales y que son el resultado de la exposición sistemática a golpes en la cabeza.
Los golpes repetidos en la cabeza pasan factura
Todavía no se conocen completamente los mecanismos a través de los cuales la lesión o daño cerebral es causante de demencia. Sin embargo, se han propuesto algunos que explican esta relación (Graham y Sharp, 2019).
Por ejemplo, las contusiones repetidas podrían constituir un factor desencadenante de la neurodegeneración.
Y es que, podría provocar una acumulación anormal de la proteína tau en las células del cerebro (principalmente neuronas y células gliales).
Pero, ¿qué relación tiene esto con la lesión cerebral y la aparición de demencia? La proteína tau normal forma parte de unas estructuras llamadas microtúbulos.
Y, una de las funciones de los microtúbulos es ayudar a transportar nutrientes y otras sustancias importantes de una parte de la célula nerviosa a otra.
Asimismo, la proteína tau también ayuda a mantener la estructura de la neurona.
Por tanto, los golpes frecuentes (o en su lugar un golpe contundente) provocaría cambios físicos y químicos en el cerebro.
Como resultado, esto haría que las moléculas de proteína tau se separen de los microtúbulos (dañando el axón) y se peguen entre sí.
Finalmente, las moléculas de tau desprendidas formarían filamentos largos, también conocidos como ovillos neurofibrilares, que interrumpen la capacidad de las células cerebrales para comunicarse con otras células aumentando la muerte neuronal. Un aspecto muy relacionado con la demencia.
Por lado, se ha encontrado que la LCT acelera la producción del péptido beta amiloide, lo cual hace que se acumule y puedan llegar a formarse placas seniles. Estas son neurotóxicas, ocasionando que las neuronas se dañen o mueran. Una de las características microscópicas de demencias como la enfermedad de Alzheimer (Ramos-Cejudo et al., 2018).
Conclusión
Queremos resaltar los aspectos más significativos descritos en la literatura científica contemporánea sobre la relación existente entre la lesión o daño cerebral y la demencia.
En primer lugar, cuanto mayor es el trauma craneal experimentado, mayor es el riesgo posterior de desarrollar demencia. En segundo lugar, los traumatismos leves, pero sistemáticos (como boxear), aumentan el riesgo de encefalopatía traumática crónica, una neuropatología degenerativa.
Por último, la historia de la LCT parece reducir el tiempo de aparición de varias enfermedades cerebrales, incluyendo la demencia y la enfermedad de Parkinson, entre otras.
Tales evidencias deben ser consideradas para la realización de acciones de prevención en los distintos niveles de atención sanitaria, escenarios educativos y, también, en todas las edades.
Una lesión o daño cerebral y la aparición de demencia consiguiente, no es una relación poco común.
Referencias bibliográficas:
- Fann, J. R., Ribe, A. R., Pedersen, H. S., Fenger-Grøn, M., Christensen, J., Benros, M. E. y Vestergaard, M. (2018). Long-term risk of dementia among people with traumatic brain injury in Denmark: a population-based observational cohort study. Lancet Psychiatry, 5(5), 424-431. https://doi.org/10.1016/s2215-0366(18)30065-8
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- Winblad, B., Ankarcrona, M., Johansson, G., Novak, P., Peter Thelin, E., Zetterberg, H. y Blennow, K. (2019). Head trauma in sports and risk for dementia. Journal of Internal Medicine, 285(6), 591-593. https://doi.org/10.1111/joim.12918