Las psicosis confusionales, marcadas por la alteración cognitiva, revelan la complejidad de la salud mental. Al revisar la historia en psiquiatría, entendemos la evolución de la comprensión y tratamiento de estas condiciones. Y es que, la reflexión sobre el pasado nos guía hacia enfoques más avanzados y humanos en la atención psiquiátrica actual. La relevancia contemporánea radica en desterrar estigmas, promover tratamientos personalizados y cultivar sociedades que fomenten la comprensión. Es en dicho diálogo entre pasado y presente, en el que forjamos un futuro más compasivo y eficaz en la salud mental. Entonces, ¿cómo describió la psiquiatría francesa las psicosis confusionales en el siglo pasado?
Las psicosis confusionales de Henri Ey
Las psicosis confusionales, también conocidas como confusiones mentales, se caracterizan por varios elementos distintivos. En primer lugar, se observa una obnubilación de la conciencia, que puede variar desde un embotamiento leve hasta un estado cercano al estado de coma. Además, se presenta desorientación temporo-espacial en diferentes grados y la presencia de delirio onírico, una experiencia psíquica similar a los sueños. Tales estados, generados por diversas causas, son especialmente asociados con factores toxiinfecciosos, según la perspectiva descrita en el manual de Henri Ey (1979).
Dicho profundo nivel de desestructuración parece ser una respuesta destacada a agresiones agudas del sistema nervioso. Así, son los agentes exógenos la causa principal, aunque se reconoce la importancia del umbral de reactividad y la predisposición del entorno.
Hoy en día, la psicosis confusional también se conoce como síndrome confusional agudo o delirium. Y puede ser causada por diversas razones, como infecciones, desequilibrios metabólicos, lesiones traumáticas cerebrales, intoxicaciones, entre otras. Adicionalmente, algunos trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia, también pueden presentar episodios de psicosis confusionales.
Descripción clínica
La psiquiatría francesa relata que la confusión mental manifiesta su presencia de manera generalizada, afectando a personas de todas las edades y géneros. El inicio de la confusión suele ser progresivo a lo largo de varios días. En principio, manifestándose con síntomas como insomnio, pérdida de apetito y cefalea, aspectos que Régis enfatizó a principios del 1900, junto con las notables modificaciones en el humor y el carácter. Sin embargo, en algunos casos, la confusión puede establecerse de manera abrupta, marcada por episodios oníricos aterradores, profunda obnubilación de la conciencia o desorientación severa.
A medida que progresa, el sujeto entra en un estado confusional confirmado, a veces después de pasar por fases de desestructuración intermedia de la conciencia. Entre ellos, episodios maniacodepresivos o alucinatorios, que incluyen depresión, excitación psíquica, ideas de persecución y automatismo mental. La naturaleza y rapidez de esta degradación, la profundidad de los síntomas y duración de sus niveles sucesivos constituyen los aspectos clínicos que definen tal período de invasión, resaltando la complejidad y la diversidad de la presentación clínica de la confusión mental.
¿Cómo se manifiestan las psicosis confusionales?
En el período de estado de la confusión mental, el individuo se sumerge en un trastorno profundo de la conciencia. El mismo, se caracteriza por la alteración de la síntesis mental, que incluye obnubilación, desorientación, amnesia y experiencias similares a estar soñando. De esta forma, la persona confusa proyecta una impresión de embotamiento y extravío. Para algunos clínicos, evidente en su mirada adusta, vacía y distante.
Parece desconectado de la situación actual, con una fisonomía rígida, rasgos descompuestos y una mímica inadaptada. El comportamiento psicomotor, verbal y gestual refleja dicha confusión.
En algunas instancias, los movimientos son lentos, torpes y vacilantes, la palabra se convierte en un murmullo mal articulado, llegando incluso al mutismo total. Lo mencionado, se conoce como mutismo estuporoso.
En tales circunstancias, el paciente carece de iniciativa y requiere asistencia incluso para las tareas más básicas, como la alimentación o el aseo. En otras ocasiones, se observa agitación desordenada, con impulsos, deambulaciones y tendencias a la violencia o la fuga, demandando una vigilancia constante (Ey, 2008).
Los síntomas de las psicosis confusionales son característicos
A pesar del torpor o la agitación, la persona demuestra esfuerzos intermitentes para comprender su entorno. En momentos de lucidez relativa, puede expresar su perplejidad en frases como: “¿Qué está sucediendo? No lo entiendo, explíquemelo…” Dicho período de estado revela la complejidad y variabilidad de los síntomas en la confusión mental. Desde la apatía hasta la agitación descontrolada, se subraya la necesidad de una atención integral y adaptada a la diversidad de presentaciones clínicas.
Asimismo, se relata que en el núcleo de la confusión mental reside la incapacidad fundamental para realizar una síntesis y diferenciación adecuadas de los contenidos psíquicos, resultando en su confusión y aglutinación. Este déficit impacta la lucidez y claridad del campo de la conciencia. La actividad perceptiva se ve afectada, llevando a la persona a identificar erróneamente el entorno y a no reconocer a familiares o cuidadores. Los objetos circundantes le parecen extraños, generando una percepción distorsionada del mundo (Gutierrez, 2011).
Las dificultades son profundas
Como ha sido mencionado, la desorientación temporo-espacial destaca como un síntoma distintivo según la psiquiatría. El sujeto mete errores sobre la fecha y la duración de su confusión. Experimenta dificultades para ubicarse en el espacio, pudiendo creerse en su hogar cuando está en el hospital, extraviarse o no reconocer lugares familiares. En adición, los trastornos de la memoria ocupan un lugar central en el cuadro clínico. Las percepciones son vagas y se desvanecen rápidamente, afectando la retención de la memoria.
De esta forma, la persona incluso enfrenta dificultades para recordar si ha comido o recibido visitas recientemente. La evocación de recuerdos es dificultosa. Más específicamente, los falsos recuerdos constituyen un indicador clínico de la confusión pues llevan a la persona a confundir personas, situaciones e identidades.
Se relata que los trastornos mnésicos persisten en el periodo posconfusional. Así, también se destaca especialmente la amnesia como un rasgo característico de la confusión mental. La falta de fijación se evidencia en el olvido casi completo de los eventos ocurridos durante la enfermedad (Ey, 1979).
¿Delirio onírico?
Así como la obnubilación en la confusión puede compararse a los diversos grados de sueño, el delirio confusional se asemeja al ensueño, manifestándose como el delirio confusoonírico o simplemente onirismo. Este constituye la experiencia delirante y alucinatoria característica de los estados confusionales, añadiendo una capa adicional de complejidad a la manifestación clínica de la confusión mental.
Desde una perspectiva clínica, el onirismo se manifiesta como un síntoma observable a través del comportamiento de la persona, quien puede mostrar signos de terror o fascinación ante sus visiones. Esta parece cautivada, observando detenidamente el desarrollo de escenas imaginarias. Además, con frecuencia describe y comenta lo que está experimentando. La vivencia onírica tiende a presentarse en oleadas, siendo más frecuente cerca de la noche y el momento del sueño (Ey, 2008).
Conclusión
La revisión histórica en salud mental es crucial para comprender la evolución y mejorar las prácticas actuales. Desde la década de 1970, cuando Henri Ey y otras figuras de la psiquiatría francesa describían cuadros como las psicosis confusionales, los avances han transformado la percepción y tratamiento de trastornos mentales, priorizando enfoques más humanos y centrados en el sujeto.
La superación de estigmas, integración de terapias diversas y mayor conciencia de la conexión mente-cuerpo son testimonios del progreso. Reflexionar sobre este viaje histórico destaca la importancia de aprender de experiencias pasadas para seguir mejorando el bienestar mental en el futuro, además, reconociendo la pertinencia de los planteos de las personas más relevantes de la psiquiatría. Si te interesa aprender más acerca de la evaluación, diagnóstico y tratamiento de las psicosis, te invitamos a nuestro curso sobre psicosis y herramientas clinicas para su abordaje.
Referencias bibliográficas
- Ey, H., Bernard, P. y Brisset, C. H. (1979).Tratado de psiquiatría. Masson.
- Ey, H. (2008). Estudios psiquiátricos. Polemos.
- Gutierrez, A., Yáñez, A., Arévalo, C., Deberti Martins, C., Prieto Loureiro, G., Pezzani, G., Porras, I., Santos, L., Couso Lingeri, M., Dibarboure, M., Rossi, M., Rodríguez, N., García Angeriz, R. y Muñoz, Y. (2011). Temas de psicopatología. Psicolibros Waslala.