La adicción es un fenómeno complejo y multicausal que representa un desafío significativo para la salud pública a nivel global. Entre los diversos factores de riesgo asociados, el trauma se destaca como un elemento crucial, aunque a menudo subestimado, en su impacto. Por dicha razón, resulta indispensable reconocerlo y posicionarlo como un componente central en el análisis y tratamiento de los trastornos de adicción. A continuación, revisaremos la relación entre ambos fenómenos, sus implicancias clínicas y los modelos de intervención actuales.
Adicción y trauma: Un enfoque integrador

Antes de adentrarnos en la conexión entre ambos fenómenos, es importante comprender la definición de cada uno. Por un lado, la adicción es un término amplio que engloba tanto el consumo problemático de sustancias como las conductas adictivas. Por ejemplo, al juego patológico, al sexo o a la tecnología. Cabe destacar que tal definición ha sido objeto de debate. Y es que ciertos autores la consideran una enfermedad crónica del cerebro, mientras que otros la entienden como un fenómeno social y culturalmente determinado (Merino-Lorente, 2023).
Por el otro lado, el trauma se define como una experiencia emocionalmente perturbadora que afecta la capacidad de la persona para enfrentar la realidad. Aunque suele asociarse a eventos extremos como abusos o desastres naturales, también podría ser el resultado de otras experiencias que son igual de disruptivas, como la negligencia o el estrés crónico.
Trauma y riesgo de adicción: ¿Qué nos dicen los datos?
En relación con ello, el modelo biopsicosocial se presenta como una alternativa integradora para comprender la complejidad de la relación. Dicho modelo considera que tanto ambos fenómenos son multifactoriales, siendo influenciados por variables biológicas, psicológicas y sociales (Merino-Lorente, 2023). Pese a ello, la evidencia empírica respalda la hipótesis de que haber atravesado experiencias adversas, aumenta considerablemente el riesgo de desarrollar conductas adictivas.
Concretamente, tal exposición, ya sea directa como indirecta, se asocia con mayores niveles de adicción. En particular, aquellos catalogados como de índole sexual y física mostraron una mayor correlación. Es decir que, los de carácter interpersonal, tienen un impacto más profundo en la vulnerabilidad adictiva (Levin et al., 2021). Sin embargo, debido a la complejidad intrínseca del trauma, el momento del desarrollo en el que se experimenta influye en las consecuencias que provoca.
Trauma temprano: Impacto neurobiológico y psicosocial

Profundizando, las experiencias adversas en la infancia, tienen efectos duraderos en el desarrollo cerebral y la regulación emocional. Para ilustrar, estudios neurobiológicos han demostrado que altera la función de la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal, áreas clave en la regulación del estrés y las emociones. Tales alteraciones neurobiológicas aumentan el riesgo de desarrollar una adicción, ya que las sustancias y comportamientos adictivos funcionan como mecanismos de afrontamiento para manejar la desregulación emocional (Merino-Lorente, 2023).
Sin embargo, es importante señalar que la neurobiología no es el único factor en juego. La exposición a experiencias adversas también afecta la capacidad de la persona para establecer relaciones seguras y significativas, lo que a su vez influye en su vulnerabilidad a las dependencias. Por tanto, un enfoque integrador debe considerar tanto los aspectos neurobiológicos como los psicosociales en el análisis de la relación entre trauma y adicción.
¿Qué nos protege? El papel de la resiliencia frente al trauma
Si bien se ha identificado como un factor de riesgo para el desarrollo de adicción, esto no sucede en todas las personas. La diferencia yace, en parte, por la presencia de factores protectores que moderan el impacto de las experiencias adversas y promueven la resiliencia. Entre ellos destacamos el apoyo social, el afrontamiento adaptativo y una mayor capacidad de regulación emocional.
No obstante, tales factores no se entienden como atributos individuales aislados, sino como el resultado de interacciones complejas entre el entorno, la historia de vida y los recursos internos de la persona. La existencia, por ejemplo, de redes de apoyo y vínculos seguros actúa como un amortiguador frente a las secuelas y reduce la probabilidad de recurrir a conductas adictivas como estrategia de afrontamiento (Merino-Lorente, 2023).

¿Es posible el crecimiento postraumático?
A pesar de las dificultades asociadas a tales constructos, la recuperación podría ser una oportunidad para el crecimiento personal y la transformación positiva. El concepto de crecimiento postraumático hace referencia a los cambios positivos que surgen como resultado de la lucha con eventos traumáticos. Para ello, se trabaja en una mayor apreciación de la vida, relaciones más significativas, nuevas posibilidades, mayor resiliencia y un sentido de espiritualidad más profundo.
Siguiendo esa línea, el crecimiento postraumático se manifiesta en la capacidad de la persona para reconstruir su vida y crear nuevas metas. Algunos modelos teóricos, como el Modelo Transtéorico del Cambio y el Modelo Transformacional Extendido, han sido aplicados para entender el proceso de crecimiento postraumático en la recuperación de adicciones. Es decir, el desarrollo de una nueva narrativa sobre el trauma, acompañada de un sentido renovado de propósito, constituye un factor de protección clave en tal proceso (Ogilvie y Carson, 2021).
Conclusión
En resumidas cuentas, la relación entre trauma y dependencias es compleja y multifacética. Por lo tanto, es fundamental adoptar un enfoque integrador que considere tanto los aspectos neurobiológicos como los psicosociales en el análisis y tratamiento del riesgo de adicción. A su vez, también es vital el trabajo desde la prevención, fomentando los factores protectores y la resiliencia.
En última instancia, comprender y abordar tal relación podría contribuir a desarrollar intervenciones más efectivas y comprensivas. Si te interesa conocer más sobre la temática, te invitamos a nuestro curso sobre adicciones.
Referencias
- Levin, Y., Lev Bar-Or, R., Forer, R., Vaserman, M., Kor, A. y Lev-Ran, S. (2021). The association between type of trauma, level of exposure and addiction. Addictive behaviors, 118, 106889. https://doi.org/10.1016/j.addbeh.2021.106889
- Merino-Lorente, S. (2023). Relación entre las adicciones y el trauma emocional desde el modelo biopsicosocial. Revista de Psicoterapia, 34(126), 173-187. https://doi.org/10.5944/rdp.v34i126.37348
- Ogilvie, L. y Carson, J. (2021). Trauma, stages of change and post traumatic growth in addiction: A new synthesis. Journal of Substance Use. https://doi.org/10.1080/14659891.2021.1905093

























