Debido la conocida situación sanitaria a nivel mundial, padres y niños han tenido que lidiar con el proceso de readaptación a nuevas actividades y rutinas, suponiendo un reto constante para cada familia. Para las familias de niños y/o adolescentes con un trastorno del espectro autista (TEA), este proceso ha sido un desafío aún mayor, ya que los cambios han afectado en mayor medida a esta población y les han generado estados de estrés, ansiedad o desregulación de emociones, por lo tanto debemos conocer las causas y cómo manejarla. Antes de nada, se ha optado por emplear el término persona con autismo en lugar de persona autista para enfatizar que el autismo es solo una parte de la identidad de la persona y no la define en su totalidad.
Ansiedad y trastorno del espectro autista (TEA)
La ansiedad es un mecanismo adaptativo que nos permite estar alerta ante eventos peligrosos y, en cierto modo, es necesaria para poder enfrentar las situaciones de la vida.
Pero se vuelve desadaptativa cuando los niveles de ansiedad son desproporcionados y no resultan acordes a la situación que lo desencadena.
Los niños y adolescentes con TEA, también pueden manifestar niveles elevados de ansiedad.
De hecho, tienen el doble de probabilidades de desarrollar ansiedad en comparación a los que no tienen autismo. Y, no solo eso, sino que también experimentan la ansiedad con mucha más frecuencia. Repercutiendo, así, en su salud mental y calidad de vida, lo que vuelve necesaria su prevención e identificación oportuna.
Factores que causan mayor ansiedad en el TEA
Diversos estudios, han indagado sobre cuáles son los posibles factores intervinientes en la aparición de ansiedad en los niños y adolescentes con autismo. South y Rodgers (2017) establecen tres variantes principales que podrían tener relevancia específica para comprender el desarrollo y el mantenimiento de la ansiedad en los niños con TEA:
Disfunción en el procesamiento/integración sensorial
En un entorno provisto de estímulos constantes, el cerebro es capaz de procesar toda la información que entra a través de los sentidos e integrarlos para brindar un conocimiento del mundo que nos rodea.
La disfunción sensorial en los niños con autismo puede estar marcada tanto por una respuesta comportamental exagerada ante los estímulos, denominada hiperreactividad (miedo a los ruidos fuertes, aversión a la luz, rechazo de experiencias táctiles), o bien, presentar hiporreactividad, la cual se manifiesta en una falta de respuesta o respuesta con intensidad baja ante los estímulos sensoriales (falta de respuesta al dolor, tocar repetidamente objetos).
La hiperreactividad sensorial en particular, puede ser extremadamente angustiante para los niños con TEA y se ha comprobado que se correlaciona con niveles muy elevados de ansiedad. Por otro lado, la hiporreactividad sensorial también estaría relacionada con niveles elevados de ansiedad pero en niños con autismo más pequeños (MacLennan et al., 2020).
Es importante mencionar que las diferencias en cuanto a la reacción sensorial son muy complejas, y los pequeños pueden presentar un patrón mixto de hiperreactividad, hiporreactividad y conductas de búsqueda, que pueden variar en diferentes entornos y para diferentes modalidades sensoriales.
Características relacionadas con una disfunción sensorial
- Taparse los oídos.
- Balancearse o girar.
- Rechazar tocar objetos con determinadas texturas o reaccionar al tacto con la ropa.
- Escasa o nula tolerancia al contacto físico, empujar o gritar cuando alguien lo toca.
- Resistencia a cepillarse, a que le corten las uñas o el pelo.
- Rechazar algunos alimentos.
- No expresar dolor al golpearse o caerse.
- Cambios de humor bruscos, irritabilidad o berrinches.
- Fascinación o rechazo al entrar en contacto con el agua.
- Llevar a la boca objetos no comestibles.
- Salir corriendo sin importar el peligro.
- Golpear objetos.
- No medir la fuerza, agarrar la mano y apretarla fuerte.
Dificultad para identificar emociones (alexitimia)
South y Rodgers (2017) indican que el aumento de ansiedad en el trastorno del espectro autista (TEA) se relaciona a la alexitimia. Este término hace referencia a las dificultades para reconocer y distinguir entre diferentes emociones y sensaciones corporales, inconvenientes para expresar las propias emociones, falta de imaginación y pensamientos centrados en experiencias externas más que internas como se puede ver en el TEA (Kinnaird, Stewart y Tchanturia, 2019).
Los niños y adolescentes con TEA presentan experiencias emocionales, pero generalmente estas no se encuentran correctamente integradas y diferenciadas. Por lo tanto, es probable que experimenten la activación emocional como una sensación global. Consecuentemente, el grado de conciencia emocional es bajo en el TEA, al igual que ls capacidad de verbalización sobre sus emociones.
Según Kinnaird et al. (2019), las personas con autismo presentan mayor probabilidad de experimentar niveles marcados de alexitimia en comparación con personas neurotípicas.
Ante esto, South y Rogers (2017) establecen que algunas dificultades cognitivas y emocionales que se ven con frecuencia en el autismo podrían estar relacionadas en mayor medida con la alexitimia que con los síntomas centrales del autismo.
Siguiendo esta línea, los datos analizados por Kinnaird et al. (2019) indicaron que hubo mayor prevalencia de alexitimia en las personas con TEA (49,93%) en comparación con el grupo neurotípico (4,89%). Esto sugiere que la alexitimia es común, pero no universal en las personas con autismo y que, por lo tanto, las dificultades de procesamiento de emociones observadas en las personas con TEA se derivan de la alexitimia, en lugar de representar una característica central del autismo.
Ante ello, cabe mencionar que los niños y adolescentes que tengan autismo, y además una manifestación marcada de alexitimia, desarrollarán niveles más altos de ansiedad (Griffin, Lombardo y Auyeun, 2015).
Características relacionadas con la alexitimia
- Tratar de hacer amigos sin saber cómo lograrlo.
- Errores al asociar las expresiones faciales con las emociones.
- Frustrarse o enfadarse cuando no comprende ciertos componentes emocionales sociales.
- No darse cuenta cuando los demás se enojan con él/ella.
- No saber cómo consolar a las demás personas cuando están tristes o lloran.
Intolerancia a la incertidumbre
Como último factor, encontramos a la intolerancia a la incertidumbre. Esta característica se hace presente en mayor medida y con niveles más elevados en los niños y adolescentes con TEA.
Las personas que no toleran la incertidumbre presentan una predisposición a reaccionar de forma negativa a los acontecimientos inesperados, independientemente de las probabilidades y las consecuencias asociadas a dichos eventos.
El orden establecido en las rutinas les proporciona una sensación de seguridad y confort. En consecuencia, un cambio, por más mínimo que sea, puede amenazar esta sensación, generando así estados de ansiedad momentánea a prolongada.
Características relacionadas
- Reprender a los demás cuando no siguen las reglas.
- Enfado cuando se modifica alguna actividad, horario o situación ya conocida.
- Llanto o rabietas cuando suceden cambios inesperados.
- Hacer preguntas repetidamente para asegurarse de que la respuesta sigue siendo la misma.
Estrategias para el manejo de la ansiedad en el TEA
Relacionadas con la disfunción sensorial
El niño puede presentar agresividad ante una fuerte sobrecarga sensorial que sobrepasa las capacidades que tiene para manejar esa situación. Quienes convivan con un niño con TEA deben comprender que muchas de las sensaciones que para nosotros son poco importantes, para ellos pueden resultar relevantes.
Lo fundamental ante cualquier manifestación de ansiedad del pequeño es evitar reprenderlo y mantener la calma en todo momento. Es decir, comunicarse de manera neutral, regulando nuestras propias reacciones impulsivas. Esto es, cuidando el tono de voz, pues el mensaje que debemos transmitir es de calma.
Recomendaciones sobre la identificación de emociones para niños con TEA
- Conocer los diferentes sistemas perceptivos (visual, auditivo, olfativo, gustativo, táctil, propioceptivo y vestibular). En otras palabras, identificar claramente las características del funcionamiento sensorial del niño y sus posibles experiencias sensoriales (hiper o hiposensibilidad).
- Identificar los mecanismos que el menor utiliza (llorar, gritar, correr, tirar objetos, autolesiones) frente a la situación.
- Determinar las fuentes externas de sobrecarga sensorial que disparen las emociones y conductas del niño y reducirlas ayudando, así, al manejo de la ansiedad en TEA.
- Conocer el sistema sensorial de preferencia que le brinde mayor gratificación para poder proporcionarle alternativas de relajación en función a ese sistema. Por ejemplo, si prefiere los estímulos visuales, tener preparado de antemano herramientas visuales que lo ayuden a relajarse como un juego de luces y colores, botella de la calma, imágenes o pictogramas. Si prefiere los estímulos táctiles, es mejor tener a mano plastilina o slime, globo relleno de gel o harina, texturas con diferentes telas, algodón, etc.
- Establecer dentro la casa un rincón de relajación con mantas, almohadones (en caso que para el niño sean relajantes esos elementos), enseñarle de antemano que allí podrá jugar cada vez que se sienta enojo, ansiedad o euforia. Una vez que esté en el rincón de relajación, se le presentarán los estímulos en forma gradual. Podemos utilizar su música preferida que permita su relajación, pues ayudará al manejo de algunas emociones en el pequeño.
- Para ayudar a su tolerancia con dichos estímulos hay que optar por una exposición gradual que asegure su bienestar emocional. La exposición se presenta en un día distinto al que ha generado ansiedad, acompañada de una actividad placentera. Si vemos que el niño empieza a alterarse, podemos optar por presentar un estímulo que le resulte placentero (un juguete de su agrado, por ejemplo), mientras escucha los sonidos que no le agradan en niveles muy bajos. A medida que se logre aceptación, se pueden introducir imágenes o vídeos.
Relacionadas con la alexitimia
- Enseñar al niño con TEA a reconocer las diferentes emociones y expresiones faciales. En primer lugar, las de los demás y, posteriormente, en él mismo. Se puede iniciar enseñándole imágenes que representen las diferentes emociones, luego mostrarle fotos de personas, o de él mismo, con distintas expresiones emocionales. Finalmente, puede practicar en el espejo lo que ha aprendido.
- Es importante enseñarle algunas situaciones específicas, tales como qué decir y cómo comportarse si alguien está enojado o triste. Asimismo, mostrarle cómo se sienten otras personas en determinadas situaciones. Lo ideal sería enseñarle través de la lógica o mediante reglas, en vez de emplear la forma intuitiva.
- Enseñarle a que reconozca sus propias emociones como, por ejemplo, cuando él está enojando. Se sugiere que para el manejo de la ansiedad se arme previamente una rutina para salir de situaciones donde es probable que pierda el control.
- Se puede complementar con juegos de role play, que lo ayudarán a pensar desde el punto de vista de otras personas.
Relacionadas con la intolerancia ante la incertidumbre
- Preparar al niño con antelación ante los cambios de actividades, horarios, alimentos o cualquier aspecto que sea importante para él. Podemos ayudarnos con materiales visuales como tarjetas, imágenes, fotos o pictogramas que describan la situación actual y la que va a ocurrir.
- Proporcionar formas alternativas de lidiar con el enfado y la ansiedad provocada por los cambios en las rutinas. Por ejemplo, la utilización de técnicas de relajación, acudir al rincón de la calma, entre otras.
- Emplear de manera creativa los cuentos o historias que le permitan comprender, aceptar y manejar los cambios en las rutinas diarias. Es decir, ayudarlo a sentirse identificado con el personaje del cuento.
- Elaborar un esquema visual de las rutinas diarias. En principio, bien organizada y esquematizada.
Recomendaciones sobre el manejo de la ansiedad por cambios de rutina
- Reducir gradualmente el tiempo que el niño emplea en sus rutinas. Disminuyendo en pequeños periodos tolerables, con el paso de los días. Por ejemplo, la primera semana se disminuirá 1 minuto, la siguiente semana 2 minutos y, así, sucesivamente. Este periodo no es exacto, varía de acuerdo al niño. Cada vez que logre tolerar una disminución de tiempo, se le brindará una recompensa gratificante que debe ser implementada inmediatamente después del logro.
- Si el pequeño ha tolerado de buena manera la disminución del tiempo, y si la rutina está compuesta por varios pasos, intentar eliminar pasos. Es decir, omitir el paso que menos importancia tiene para el niño. De esta manera será más fácil que él lo acepte, y nuevamente acompañar de una recompensa ante la aceptación de cada paso eliminado.
- Una vez que haya tolerado la disminución del tiempo y de los pasos, se puede probar la introducción de pequeñas variaciones en algunos de ellos. Procurando acompañar de una recompensa cada vez que acepte una variación.
Conclusión
Los niños y adolescentes con TEA presentan altas probabilidades de desarrollar niveles elevados de ansiedad, esto repercute claramente en la forma en que se desenvuelven con los demás, así como también en la calidad de vida y dinámica familiar. Esta nota se ha enfocado en tres variantes principales que generan ansiedad y que podrían tener relevancia específica para comprender el desarrollo y mantenimiento de la ansiedad en los niños y adolescentes con TEA.
La importancia del conocimiento de estos factores radica en que, mientras más conocimiento tengamos de los mismos, podremos emplear medidas mucho más específicas y estrategias mejor adaptadas en casa. En consecuencia, manejar y reducir de manera eficiente estas emociones y conductas relacionadas con la ansiedad en niños con TEA
Referencias bibliográficas
- Boulter, C., Freeston, M., South, M. y Rodgers, J. (2014). Intolerance of uncertainty as a framework for understanding anxiety in children and adolescents with autism spectrum disorders. Journal of Autism and Developmental Disorders, 44(6), 1391-1402. Doi: 10.1007/s10803-013-2001-x.
- Griffin, C., Lombardo, M. V. y Auyeung, B. (2015). Alexithymia in children with and without autism spectrum disorders. Autism Res, 9(7), 773-780. 10.1002/aur.1569. Doi: 10.1002/aur.1569
- Kinnaird, E., Stewart, C. y Tchanturia, K. (2019). Investigating alexithymia in autism: A systematic review and meta-analysis. European Psychiatry, 55, 80-89. Doi: 10.1016/j.eurpsy.2018.09.004
- MacLennan, K., Roach, L. y Tavassoli, T. (2020). The Relationship Between Sensory Reactivity Differences and Anxiety Subtypes in Autistic Children. Autism Research, 25(8), 2305-2316. Doi: 10.1002/aur.2259
- South, M. y Rodgers, J. (2017). Sensory, emotional and cognitive contributions to anxiety in autism spectrum disorders. Frontiers in Human Neuroscience, 11(20). Doi: 10.3389/fnhum.2017.00020
- Van Steensel, F. J. A. y Bogels, S. M. (2015). CBT for anxiety disorders in children with and without autism spectrum disorders. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 83(3), 512-523. Doi: 10.1037/a0039108.
interesante este tema, sobre la ansiedad en los niños con TEA,esencialmente ellos se frustran y siempre tiene ansiedad al tratar de comunicarse y no poder transmitir el mensaje, asi como tambien entender el medio que los rodeas frente a una situacion que los abruma,pues comprendi mejor el tema del hipo y el hiperreactividad, muchas gracias. De hoy en mas me volveré mas observadora para poner en practica el conocimiento adquirido en este modulo y poder entender mejor lo que me desea transmitir mi alumna con TEA. GRACIAS.