Palpitaciones, miedo intenso de que algo malo ocurra, dificultad para respirar, mareos, sudoración… Estas son solo algunas de las sensaciones que experimenta una persona durante un ataque de pánico. Este episodio súbito de miedo incontrolable, muchas veces sin una causa aparente, genera altos niveles de angustia y puede alterar profundamente la vida diaria de quien lo padece. La rapidez con la que se desencadenan estos síntomas físicos y cognitivos hace que el ataque de pánico sea una experiencia aterradora y desconcertante. Entonces, nos queda preguntarnos: ¿qué son exactamente estos episodios? ¿Cómo podemos reconocer y controlar un ataque de pánico?
¿Qué es el ataque de pánico?
El ataque de pánico es percibido como la aparición de un miedo súbito e intenso que genera mucho malestar, alterando el estado de ánimo y tranquilidad de quien lo padece. Este cuadro pasa muchas veces inadvertido, incluso cuando la persona se encuentra en calma y, en ocasiones, cuando atraviesa por un estado de ansiedad previo. Lo más característico del ataque de pánico es el nivel brusco e intenso de síntomas físicos y cognitivos que se produce en cuestión de minutos.
La sensación de la persona en el momento del ataque de pánico es de peligro inminente, miedo súbito y deseos intensos de escapar. En cualquier caso, el ataque de pánico se convierte en un episodio de angustia intensa, por lo que resulta ser una experiencia desagradable en, generalmente, menos de 10 minutos (Botella, 2001).
Síntomas del ataque de pánico
Esta sensación que puede alterar significativamente a la persona tiene como síntomas los siguientes, según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, en inglés):
- Palpitaciones y aceleración de la frecuencia cardíaca
- Sudoración
- Temblor
- Sensación de asfixia, ahogo o de dificultad para respirar
- Dolor o molestias en el tórax
- Náuseas, sensación de mareo
- Aturdimiento o incluso desmayo
- Escalofríos o sensación de calor
- Sensación de hormigueo (parestesia)
- Sensación de despersonalización (como si uno se separara del cuerpo) o de que lo que sucede no es real
- Miedo a “volverse loco”
- Miedo de morir
Para poder determinar que se trata de un ataque de pánico es necesario que se cumplan por lo menos 4 de los síntomas anteriormente mencionados. Veamos más sobre el ataque de miedo súbito.
Tipos de ataques de pánico: El miedo súbito acecha
Existen dos tipos de ataques de pánico y, para determinar el tipo que se produce, es importante que la persona relate la secuencia de los eventos tal y como sucedieron:
- Esperados: Se producen a partir de un factor desencadenante evidente previo.
- Inesperados: No se evidencia una señal que pueda dar cuenta de su presencia (por ejemplo, antes de dormir).
Los ataques de pánico pueden formar parte de otro tipo de trastorno. Por ejemplo, trastornos de ansiedad, depresivos, bipolares, de alimentación, obsesivo compulsivo, de personalidad, psicóticos o por consumo de sustancias.
Adicionalmente, hay algunas afecciones médicas que pueden favorecer su aparición. Entre ellas encontramos los problemas cardíacos, respiratorios o gastrointestinales.
Criterios para el trastorno de pánico
Para poder determinar si se trata de un trastorno de pánico, se debe producir la presencia de varios ataques de pánico inesperados. Por otra parte, es importante mencionar que los ataques de pánico no se atribuyen a una causa específica. No obstante, resaltan dos factores de riesgo. El primero es el temperamento de la persona, traduciéndose a la sensibilidad que tenga para experimentar sentimientos negativos y ansiedad. El segundo es el factor ambiental, es decir, cualquier factor estresor que pueda desencadenar un alto nivel de ansiedad.
¿Cómo se puede controlar un ataque de pánico?
Según Botella (2001), los tratamientos más efectivos para abordar un ataque de pánico incluyen varios enfoques. En primer lugar, el programa de tratamiento del control del pánico se centra en la educación del paciente acerca del funcionamiento de los ataques de pánico. Este enfoque incluye la exposición gradual a sensaciones físicas similares a las que se experimentan durante un episodio de pánico, con el objetivo de desensibilizar al paciente y reestructurar sus creencias erróneas sobre el peligro y la ansiedad. Además, se incorporan técnicas de relajación y ejercicios de respiración, junto con tareas para practicar en casa, todo orientado a reducir la intensidad y frecuencia de los ataques.
Por otro lado, la terapia cognitiva-conductual (TCC) ayuda al paciente a interpretar de manera más realista las sensaciones físicas que acompañan al pánico, sustituyendo los pensamientos catastróficos por otros más racionales. En algunos casos, también puede ser necesario un tratamiento farmacológico bajo supervisión médica, que podría incluir ansiolíticos o antidepresivos, para ayudar a controlar los síntomas. Adicionalmente, las estrategias de relajación y meditación juegan un papel clave en el manejo de la situación, ayudando al paciente a desarrollar habilidades para mantener la calma durante los episodios.
Recomendaciones generales para minimizar su impacto
Si se trata de un ataque de pánico esperado, es fundamental evitar la situación, objeto o evento que lo pueda desencadenar. Por ejemplo, situaciones como estar en espacios cerrados o en medio de multitudes pueden ser factores precipitantes para algunas personas. Sin embargo, es crucial trabajar con un profesional de la salud mental para evitar que las respuestas de evitación se vuelvan una constante, lo cual podría agravar el problema a largo plazo.
Otra estrategia importante es aprender a controlar la respiración, ya que la ansiedad elevada puede alterar el ritmo respiratorio y generar mayores dificultades. Cuanto mejor control tenga la persona sobre su respiración, más rápido podrá recuperarse del episodio. A esto se suma la necesidad de centrarse en pensamientos realistas. Comprender que el ataque de pánico es breve y que, aunque intenso, es posible manejar el control del cuerpo y la situación, ayuda a reducir la intensidad del malestar.
Utilizar afirmaciones tranquilizadoras
En medio del ataque, es útil recurrir a frases que resulten calmantes, mientras se intenta evitar o detener los pensamientos negativos. Expresiones como “todo va a estar bien”, “debo relajarme” o “tengo el control sobre la situación” son ejemplos de afirmaciones que pueden ayudar a gestionar el momento de angustia. No obstante, es importante destacar que el aprendizaje y la aceptación de estos pensamientos debe hacerse en conjunto con un profesional de la salud, quien guiará a la persona para que pueda aplicar estas estrategias de forma efectiva.
¿Qué hacer al presenciar un ataque de pánico?
En caso de estar cerca de una persona que está experimentando un ataque de pánico, es fundamental mantener la calma para no alarmarla. Luego, llevarla a un lugar tranquilo y ayudarla a enfocarse en su respiración puede facilitar que comience a relajarse. Es importante acercarse con cuidado y, si la relación lo permite, ofrecer contacto físico para proporcionar apoyo. Asimismo, para que deje de enfocarse en la crisis, es útil hablar de otros temas o hacer preguntas que la distraigan, como “¿Qué objetos ves en la habitación?”. Una vez que el ataque de pánico ha terminado, es recomendable motivarla a buscar ayuda profesional, ya que la intervención de un especialista puede ser crucial.
Conclusión
Es fundamental aprender a gestionar nuestras emociones, el conocimiento de nuestro cuerpo y desarrollar estrategias para mantener la calma. Un paso importante para ello es la psicoeducación y la aceptación.
¿Se puede controlar un ataque de pánico? Hemos visto que hay estrategias que pueden ayudar. Si bien es cierto, el ataque de pánico es inminente y, muchas veces, sin ninguna aparente causa. Ahora, cuando empieza a ser recurrente, es imprescindible pedir apoyo. Finalmente, acudir a psicólogo para que pueda ayudarnos y elaborar un plan de intervención es de gran importancia.
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). https://doi.org/10.1176/appi.books.9780890425596
- Botella, A. C. (2001). Tratamientos psicológicos eficaces para el trastorno de pánico. Psicothema, 13(3), 465-478. https://reunido.uniovi.es/index.php/PST/article/view/7900
- Fernández, R. M. y Zanassi, S. R. (2016). Antecedentes y revisión crítica del denominado “Ataque de pánico”. Perspectivas en Psicología: Revista de Psicología y Ciencias Afines, 13(2), 57-66. https://www.redalyc.org/jatsRepo/4835/483551472014/html/index.html
- Trickett, S. (2009). Cómo superar los ataques de pánico. Hispano Europea.