Seguramente, al escuchar colecho nos puede resultar una palabra nueva. No obstante, no resulta novedosa cuando comprendemos que se trata de la práctica que ejecutan muchos padres al dormir cotidianamente con sus hijos. No existe un acuerdo universal sobre si el colecho tiene lugar por dormir en la misma cama o simplemente por compartir habitación. Sin embargo, esta práctica, tiene ventajas y desventajas sobre el desarrollo de los niños y nos proponemos revisarlas a continuación.

¿Qué es el colecho?

Los mamíferos, de manera natural, suelen dormir juntos en un mismo lugar, es decir, adultos y cachorros. El ser humano es, de esta especie, el animal más indefenso después del nacimiento. Esto es, requiere del cuidado de otro individuo para poder sobrevivir. Dicha necesidad de cuidado y atención es extendida a la noche.

En consecuencia, debido a la presencia de algunos trastornos del sueño y las necesidades de los pequeños, junto a las demandas sociales y laborales que los adultos tienen a cargo, se busca en el colecho una solución para descansar (Ugarte y Pin, 2012).

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El término colecho está compuesto por el sufijo “co que significa estar a un lado o con alguien, mientras que la terminaciónlecho se refiere al lugar de descanso.

Así pues, es la rutina habitual y no esporádica de dormir padres e hijos por la noche. No existe un único acuerdo entre autores sobre si el colecho se produce al dormir en la misma cama o simplemente con dormir en la misma habitación (Martos, 2006).

Según la literatura inglesa, el término co-sleeping se utiliza como sinónimo a bed sharing.

Sin embargo, por otra parte, la Sociedad Canadiense de Pediatría sostiene que el colecho no implica, específicamente, dormir en la misma cama, sino que se produce si la madre, mientras duerme, tiene al niño a una distancia capaz de alcanzarlo con facilidad.

Por otra parte, la Organización UNICEF, en el Reino Unido, estableció que el colecho tiene lugar únicamente si se comparte el mismo lecho (Martos, 2006).

Importancia del sueño en la infancia

Dormir es una función vital para el funcionamiento óptimo del ser humano en todas las etapas de la vida. Forma parte de la rutina de vida tanto de niños como de adultos. Concretamente en la infancia, el dormir es fundamental ya que durante la noche se producen modificaciones hormonales, bioquímicas y metabólicas indispensables para un desarrollo adecuado.

En referencia a los aspectos psicológicos, ocurren cambios en los procesos mentales, se consolida la memoria a largo plazo, se olvida el material inútil y se da la restauración cerebral.

Asimismo, si un niño no duerme bien por la noche, repercutirá negativamente en su curva de crecimiento. Incluso, si los problemas al dormir persisten, pueden aparecer problemas conductuales y cognitivos (Montserrat y Fortes del Valle, 2013).

Horas de sueño

Asimismo, el National Sleep Foundation (2015) postula cuánto debe dormir un niño para un óptimo desarrollo. No solo es importante que exista la cantidad de horas de sueño mínimas para asegurar el descanso, sino que deben respetarse.

Con esto, es necesario evitar el exceso de sueño debido a las consecuencias negativas que pueden generarse. Según esta organización, se ha encontrado que:

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  • De 0 a 3 meses: Es necesario que el bebé duerma de 14 a 17 horas. No es recomendable que su sueño supere las 18 horas ya que esto repercute negativamente en su desarrollo cognitivo y emocional.
  • De 4 a 11 meses: El pequeño debe dormir entre 12 y 15 horas. Es necesario que las horas de sueño no sean mayores ya que puede repercutir negativamente en su sistema psíquico y emocional dado que disminuye el tiempo de contacto con el entorno.
  • De 1 a 2 años: El niño a esta edad debe dormir entre 11 y 14 horas diarias. Un aumento de las horas de sueño recomendadas tendría consecuencias negativas a nivel cognitivo, emocional y social. Y es que, es una etapa donde se aprende mucho de la interacción con los otros.
  • De 3 a 5 años: Se recomiendan entre 10 y 13 horas de sueño. Asimismo, se debe procurar que los niños duerman menos de 9 horas diarias, puesto que tienen una mayor predisposición a la obesidad frente a los que duermen más de diez horas al día.
  • De 6 a 13 años: En esta etapa se estima que los niños duerman entre 9 y 11 horas por día. Los niños que duermen menos de 9 horas han demostrado tener un menor rendimiento escolar con respecto a quienes duermen más de 9 horas.

¿Cuáles son las ventajas y desventajas del colecho?

Hemos analizado la cantidad de horas que, de acuerdo a la edad del niño, son adecuadas para un descanso que no perjudique su rendimiento general. Ahora, caben las preguntas, ¿qué sucede con los niños que duermen con sus padres? ¿Los niños pueden descansar correctamente con ellos?

Ventajas

Algunos autores manifiestan que esta práctica tiene beneficios positivos tanto para el desarrollo de los más pequeños como para el descanso de los padres, sin embargo esto solo aplica para los primeros meses del bebé, cuando existe una gran dependencia de supervivencia (Rivera et al., 2012):

  • El colecho proporciona un acercamiento entre padres e hijos, en los primeros días de vida del bebé.
  • Los recién nacidos que duermen con su madre el primer día de vida en contacto directo piel con piel, presentan al segundo día de vida un sueño más tranquilo que quienes no lo hicieron en su primera noche de nacidos.
  • Dormir con la madre facilita el acceso a la alimentación de pecho sin que la madre se levante disminuyendo su cansancio y evitando el cambio de habitación para amamantar al bebé.

Desventajas

Asimismo, dentro de las desventajas de que padres e hijos compartan lecho o habitación, se destacan las siguientes afirmaciones.

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  • El Grupo de Trabajo para el Estudio y Prevención de la Muerte Súbita Infantil de la Asociación Española de Pediatría (AEP), a través de estudios epidemiológicos, relacionan que el colecho aumenta la probabilidad de muerte súbita en el lactante, es decir la aparición sorpresiva e inesperada de una parada cardíaca en un individuo aparentemente sano (Rivera et al., 2012).
  • Son tres veces más frecuentes los despertares nocturnos en los niños que duermen en la misma cama que sus padres que quienes duermen en su propia cama (Martín et al., 2017).
  • No es aconsejable que el niño duerma en medio de sus dos padres ya que puede ser apretado o, en el peor de los casos, ahogado por mantas o almohadas. Además, el pequeño puede caer al suelo al compartir cama con adultos.
  • Si alguno de los padres presenta una adicción al alcohol o fuma no es recomendable que comparta cama con los pequeños ya que aumentan las probabilidades de que los pequeños adquieran infecciones respiratorias en las vías bajas (Emmerich y Finocchiaro, 2015).
  • El colecho puede interferir en la relación sexual de la pareja (Casero, 2017).

¿Cómo sacar a los pequeños de la cama de los padres?

Según el aporte de Shapiro (2008), el momento oportuno para terminar el colecho (si no se hizo antes) es entre los 18 y 24 meses de edad, ya que es una edad en la que no es necesario para el niño el contacto físico para acreditar su amor incondicional.

Asimismo, Estivill (2020) propone en primer lugar explicarle que cambian los hábitos nocturnos, que dormirá en una cama fuera del cuarto de los padres, pero que de creerlo necesario cualquiera de los dos acudirá si lo necesita.

La habitación del niño, donde dormirá tiene que ser un lugar accesible durante el día, donde sea ameno estar ahí y pueda frecuentarlo durante la vigilia.

Es probable que puedan producirse berrinches por la noche previos a la hora de ir a dormir. En consecuencia, como padres se debe estar atentos a estas conductas y no ceder ante el cansancio de todo el día, ya que se necesita de la constancia de los adultos para que este hábito nocturno se instale en los más pequeños.

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Además de los berrinches pueden aparecer dolores (de estómago, de cabeza) donde se pida la atención parental durante la noche como medicina.

Es importante que, de repetirse con regularidad en las noches, se consulte con un psicólogo puesto que puede ser oportuno para trabajar en conjunto y hacer frente a la situación.

Finalmente, una última recomendación recae en hacer una recompensa de fichas en la que el niño pueda visualizar su progreso.

Esto consiste en una hoja o pizarra donde haya una clara división por día y el resultado de cómo durmió el pequeño.

Es decir, se pondrá una cara feliz si el niño logra dormir solo en su cama por la noche y una cara triste si necesita cambiarse de cama a la de sus padres.

Al final de la semana, esta conducta será reforzada con una gratificación que el pequeño disfrute. Así, de esta forma al reforzar la conducta del niño aumentamos la probabilidad de que el dormir solo se repita a futuro.

Conclusión

Elegir la práctica de colecho depende de cada familia. A pesar de que no existe un único consenso entre autores sobre si es una práctica beneficiosa o perjudica al desarrollo del niño, debemos tener en cuenta que, si decidimos aplicar la práctica en nuestra rutina, se deben tener ciertas consideraciones.

Por ejemplo, que el bebé no duerma en el medio de los dos padres, no consumir alcohol ni fumar y que haya un consenso previo por parte de los progenitores.

Sobre todo, es fundamental entender que no hay niños que no puedan dormir solos, sino que hay pequeños que no saben hacerlo y a los que se les puede enseñar. 

Referencias bibliográficas

  • Casero, D. (2017). El colecho, ¿beneficia o perjudica la relación de pareja? Publicaciones didácticas, 82, 172-184.
  • Emmerich, A. y Finocchiaro, J. (2015). Colecho: padres que duermen con sus hijos. In V Congreso Internacional de Investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata (La Plata, 2015). https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.12275/ev.12275.pdf
  • Estivill. (2020). ABC padres e hijos. Pautas del doctor Estivill para sacar a tus hijos de tu cama. https://www.abc.es/familia/padres-hijos/abci-pautas-doctor-estivill-para-sacar-hijos-cama-201803010122_noticia.html
  • Hirshkowitz, M., Whiton, K., Albert, S., Alessi, C., Bruni, O., DonCarlos, L. y Ware, J. C. (2015). National Sleep Foundation’s updated sleep duration recommendations: final report. Sleep Health, 1(4), 233-243.
  • Martín, R, Sánchez, M y Teruel de Francisco, M. (2017). El colecho en nuestro medio: estudio de casos y controles en las consultas pediátricas de Atención Primaria. Pediatría Atención Primaria, 19(73), 15-21. https://medes.com/publication/122152
  • Shapiro, L. (2008). A parent’s guide to getting kids out of the family bed. Instant Help Book.