La MDMA (3,4-metiloximeximetamina) es una anfetamina que actúa principalmente como agente liberador de serotonina (aumenta la euforia y genera mayor energía y actividad) y norepinefrina (acelera la frecuencia cardíaca y eleva la presión sanguínea), pero también muestra fuertes efectos serotoninérgicos (implicados en el estado de ánimo, apetito y sueño, entre otros). Similar estructuralmente con compuestos como la anfetamina y la mescalina, esta droga ilícita es muy consumida por jóvenes y adultos hoy en día. De hecho, en personas de 12 a 25 años de edad, representa más del 50% de todo el consumo de drogas psicodélicas. Que, pasado a cifras en 2019, son aproximadamente 21,3 millones de consumidores en todo el mundo. Por otro lado, puesto que cruza fácilmente la barrera hematoencefálica, se han podido realizar estudios sobre los efectos de la MDMA en el cerebro. Veamos algunos datos, brevemente.
Antes que nada… ¿Qué se experimenta al tomar MDMA?
En los seres humanos, 75-150 mg de MDMA producen efectos subjetivos que duran varias horas. Entre algunos:
- Sentimientos de cercanía dependientes del contexto con los demás.
- Empatía y sentimientos de conexión.
- Reducción de la inhibición social y aumento de la apertura.
- Estado de ánimo positivo.
- Aumento de la alerta.
- En cuanto a las alucinaciones, la MDMA se considera débilmente alucinógena. De hecho, la ingestión no causa alucinaciones auditivas y solo el 20 % de los usuarios recreativos han informado experimentar alucinaciones visuales (Dunlap et al., 2018).
El MDMA: Una droga con muchos usos
Es el componente psicoactivo más común que se encuentra en las drogas que se venden como “éxtasis”, y, aunque sus efectos se asemejan a los psicoestimulantes y alucinógenos, tiene acciones más amplias que muchos estimulantes “clásicos”. De hecho, antes de su aparición como droga recreativa en la década de 1980, y en vista a sus efectos simpaticomiméticos y empatogénicos o enemientes (dado que genera sentimientos de euforia y cercanía con los demás)… ¿Sabías que se utilizaba en la psicoterapia? ¿O que, paradójicamente, también puede ayudar a tratar el abuso de sustancias?
Algunos ejemplos de su uso
A día de hoy, está sometida a ensayos clínicos de fase III para la terapia del trastorno de estrés postraumático (TEPT). Pues, al parecer, permite a los pacientes interactuar de manera flexible con sus recuerdos sociales.
Por ejemplo, investigaciones recientes muestran cómo el medicamento psicodélico resensibiliza el cerebro de ratones adultos para que puedan aprender de su entorno social de una manera que normalmente está reservada para la adolescencia. Y no solo eso, sino que puede reabrir el período crítico para el aprendizaje social después de que debería haberse cerrado permanentemente (Katsnelson, 2022).
Sin embargo, otros estudios sobre los efectos del consumo recreativo de éxtasis han informado de depresión elevada, un aumento de impulsividad y déficits cognitivos después del uso.
Entonces… ¿En qué quedamos? Lo vemos más adelante.
MDMA y cerebro
Se ha encontrado que la densidad de serotonina es significativamente más baja en los usuarios de MDMA tanto en el lóbulo parietal, temporal y occipital, cingulado anterior y posterior, como tálamo e hipocampo. Observándose, específicamente, una mayor afectación de áreas como el cuerpo estriado, hipocampo y corteza, en comparación con otras como el hipotálamo o ciertos núcleos talámicos.
Con esto, los déficits de rendimiento neurocognitivo (memoria de trabajo, inmediata y demorada), a menudo se asocian con la reducción de la unión al transportador de serotonina. No solo en las regiones parietales y temporales, sino también frontales (zonas más vulnerables a la neuroadaptación de MDMA) (Roberts et al., 2018).
Esta última, por ejemplo, se ha asociado con déficits relacionados con MDMA en algunas tareas de funciones ejecutivas. Así como en lo referente a la memoria declarativa y prospectiva, por ejemplo. Siendo esto más probable cuando se consume regularmente y en dosis altas, o tras una intoxicación aguda.
¿Creación o destrucción de la MDMA en el cerebro?
Dos hipótesis
Hay un debate en curso sobre si los cambios serotonérgicos reflejan la neurodegeneración (objeto de estudio principalmente) u otros cambios como la neuroplasticidad.
La mayoría de los estudios equiparan
las reducciones inducidas por MDMA en los marcadores serotoninérgicos con un proceso neurodegenerativo. Mismamente, existe evidencia sustancial de que provoca aumentos significativos en el estrés oxidativo del cerebro.
Sin embargo, dada la falta de especificidad en muchos aspectos, también se han destacado resultados que sugieren que la MDMA puede causar una sinaptogénesis reactiva aguda, que explicaría la hiperinervación a largo plazo de ciertas regiones del cerebro (Biezonski y Meyer, 2011).
En definitiva…
El consenso de los datos en los dominios neurológicos y cognitivos sugiere que el uso repetido de éxtasis produce cambios neurocognitivos/neurofisiológicos de corto a mediano plazo que son sutiles y potencialmente reversibles con el tiempo. Y es que, a pesar de que hay reducciones consistentes en la densidad del sistema transportador de serotonina prácticamente en cada región neocortical, se ha reportado que ciertas deficiencias mejoran al aumentar el período de abstinencia de MDMA (Montgomery y Roberts, 2022).
Ahora, hay alguna evidencia de diferencias regionales en la recuperación de la pérdida de marcadores serotoninérgicos. Sin estar claro aún si el sistema se restaura a la integridad o a algún estado anormal (Müller et al., 2019). Así pues, se requiere una mayor investigación para sacar conclusiones más firmes y llegar a comprender también cómo el estilo de vida o los factores genéticos interactúan con el uso de MDMA para producir secuelas neurocognitivas.
Conclusión
Hay que tener en cuenta las inconsistencias con la metodología y los resultados, que dificultan la obtención de conclusiones firmes. Lo que da paso a una consideración clínica todavía especulativa. En esto, los estudios de la MDMA en el cerebro por medio de neuroimagen, por ejemplo, también reportan resultados que han de ser analizados con precaución. Y es que, las muestras utilizadas, a veces, dan pie a una sobreestimación de los efectos dada la alta consumición de los participantes normalmente, policonsumo de drogas, diferentes vías de administración o no considerar la pureza de la droga.
Referencias bibliográficas
- Dunlap, L. E., Andrews, A. M. y Olson, D. E. (2018). Dark Classics in Chemical Neuroscience: 3,4-Methylenedioxymethamphetamine. ACS chemical neuroscience, 9(10), 2408-2427. https://doi.org/10.1021/acschemneuro.8b00155
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- K. Biezonski, D. y S. Meyer, J. (2011). The Nature of 3, 4-Methylenedioxymethamphetamine (MDMA)-Induced Serotonergic Dysfunction: Evidence for and Against the Neurodegeneration Hypothesis. Current Neuropharmacology, 9(1), 84-90. https://doi.org/10.2174/157015911795017146
- Montgomery, C. y Roberts, C. A. (2022). Neurological and cognitive alterations induced by MDMA in humans. Experimental neurology, 347, 113888. https://doi.org/10.1016/j.expneurol.2021.113888
- Mueller, F., Lenz, C., Steiner, M., Dolder, P. C., Walter, M., Lang, U. E., Liechti, M. E. y Borgwardt, S. (2016). Neuroimaging in moderate MDMA use: A systematic review. Neuroscience and biobehavioral reviews, 62, 21-34. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2015.12.010
- Müller, F., Brändle, R., Liechti, M. E. y Borgwardt, S. (2019). Neuroimaging of chronic MDMA (“ecstasy”) effects: A meta-analysis. Neuroscience and biobehavioral reviews, 96, 10-20. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2018.11.004
- Roberts, C. A., Quednow, B. B., Montgomery, C. y Parrott, A. C. (2018). MDMA and brain activity during neurocognitive performance: An overview of neuroimaging studies with abstinent ‘Ecstasy’ users. Neuroscience and biobehavioral reviews, 84, 470-482. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2017.07.015