Seguramente, en algún momento de nuestra vida, hemos visto algún comportamiento de alguien que nos ha llamado la atención, ha dejado perplejos o simplemente no hemos podido comprender. Quizás esto nos ha pasado a todos en más de una ocasión. Qué bueno sería tener un manual del comportamiento que nos permita comprender: “¿Por qué la gente actúa de determinada manera?” Lamentamos informar que dicho manual no existe, pero lo que sí existe es un sinnúmero de autores que han intentado dar respuesta a ciertas conductas. Especialmente, a la forma en la que las percibimos y las atribuciones que hacemos sobre los otros. Hablaremos sobre percepción social y aquellos esfuerzos que hacemos para entender la conducta de los demás.

¿Qué entendemos por percepción social?

Percepción social - sociedad - NeuroClass

La percepción social nos permite comprender, por medio de diversos procesos, cómo se comportan los demás y, hasta cierto punto, por qué actúan de determinada manera.

Evidentemente, esta no es una tarea fácil puesto que existen múltiples factores que confluyen en esta construcción.

Ciertamente, la forma en la que nos comportamos se deriva de múltiples elementos internos y externos que influyen en nuestra conducta.

Por ejemplo, nuestras emociones, estado de ánimo, temperamento y sucesos deseados o no deseados, entre otros. Para profundizar tu formación en esta área, te sugerimos acceder a nuestro curso en educación emocional.

Es, precisamente por tal razón que la influencia de estos, y otros factores, han despertado el interés de muchos psicólogos sociales.

Elementos que influyen en nuestra percepción social

Evidentemente, la percepción social requiere de la participación de ciertos elementos que son muy importantes al analizar los comportamientos de otros. Para comprender a los demás, solemos basarnos en los que mencionamos a continuación.

Comunicación no verbal

Si nos ponemos a pensar en las maneras de expresar cómo nos sentimos, sin necesidad de decirlo explícitamente, será fácil entender cómo funciona la comunicación no verbal.

En este caso, la comunicación ocurre sin la presencia de lenguaje oral, centrándose en otros aspectos tales como los gestos, contacto físico, expresiones faciales o corporales y contacto visual.

Interpretando la comunicación no verbal

Pongamos un ejemplo muy sencillo. Marta es una niña de 3 años de edad que ha desarrollado una cierta cantidad de vocabulario pero que todavía tiene ciertas dificultades para expresar de forma asertiva sus emociones.

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En consecuencia, cuando se cae al suelo, su primera reacción es llorar.

No sería muy complicado comprender que, si Marta está llorando, probablemente lo hace porque siente dolor por el golpe, frustración por no poder evitarlo y tristeza por la sensación conjunta que tiene.

Pues bien, es así de sencillo como se interpretan las sensaciones de los demás.

Por supuesto, conforme vamos creciendo, es más complejo interpretar lo que sienten los otros puesto que las experiencias son más diversas y abren un abanico de posibilidades mucho más grande que el de la caída de Marta.

Así pues, si nos ponemos a pensar, muchas veces la forma en la que actuamos no es congruente con la forma en la que nos sentimos.

Esto se debe a la existencia de una amplia gama de sensaciones y emociones que podemos sentir como seres humanos.

De igual manera, la diversidad también varía en la forma en la que lo expresamos y, por consiguiente, en la subjetividad de nuestras individualidades.

Las formas en las que expresamos que algo nos agrada o desagrada (por limitarnos a esta dualidad, entendiendo que entre medias hay muchas más combinaciones) puede ser algo tan personal como social. De hecho, la lectura de los gestos o lenguaje corporal puede variar de cultura a cultura y ser malinterpretada cuando no somos parte de la misma (o incluso si lo somos).

Atribución y percepción social: Comprender a los demás y el por qué las personas se comportan de determinada manera

Según algunos psicólogos sociales, la atribución hace alusión a todos aquellos esfuerzos que realizamos por y para comprender nuestras conductas personales y las de los otros. Es así que pretendemos darle una respuesta que atribuya esa relación causa-efecto que lo produce.

Teoría de la inferencia correspondiente (1965)

Esta teoría fue propuesta por los psicólogos Jones y Davis, quienes adjudicaron que utilizamos los comportamientos de los otros para basar nuestras inferencias de sus patrones conductuales estables.

Es decir, a partir de lo que estamos observando en los demás, definimos que tendrán ciertos patrones conductuales futuros que se mantendrán de tal manera.

En otras palabras, la información que adquirimos de lo que observamos en el resto nos permite comprender cómo se comportarán en el futuro.

Una premisa que, aparentemente, es sencilla, pero que puede no ser del todo cierta, dado que la forma en la que se comporta una persona en un determinado momento no es un indicador de estabilidad futura. Ya que, muchas veces podemos enfrentarnos a una determinada situación que produce una respuesta conductual, pero que no necesariamente se repetirá en otro momento.

Por ejemplo, si estamos con prisa haciendo la fila para ingresar a una entidad bancaria y damos muestras de malestar y de inconformidad con la situación, ¿esto querrá decir que siempre seremos impacientes?

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Probablemente no, solo que, circunstancialmente hablando, el malestar que hemos manifestado coincidió con ese momento que hizo que actuáramos así.

De hecho, fue así como estos autores determinaron que dicho tipo de circunstancias particulares pueden producir lo que se denomina “efectos no comunesdados por una situación particular.

Teoría de atribuciones causales de Kelley

Esta teoría se centra en una de las preguntas más comunes que nos hacemos los seres humanos: “¿Por qué?” Podemos poner ejemplos que esclarezcan esta premisa.

Imagina que estamos buscando una promoción en nuestro trabajo, intentamos mejorar nuestra candidatura, arreglamos nuestro currículum vitae o nos preparamos para una entrevista con nuestro jefe y, tiempo después, descubrimos que nuestro compañero del trabajo fue el que recibió ese anhelado ascenso.

¿Qué es lo primero que se nos ocurre preguntar? Probablemente, la respuesta sea algo como “¿por qué él sí y yo no?”.

Es decir, según esta teoría, necesitamos conocer la razón por la que los hechos se han producido y, a partir de estos, los comportamientos que presentamos o presentan los demás.

A partir de dicha situación, hacemos algunos esfuerzos para poder brindar una explicación a tales comportamientos. Según Kelley, nos centramos en tres fuentes importantes:

  • Consenso: La medida en que otras personas reaccionan ante algunos estímulos de la misma manera en que reacciona quien estamos considerando.
  • Consistencia: La medida en que un individuo responde, de la misma forma, ante un estímulo o situación dada en diferentes ocasiones (por ejemplo, a lo largo del tiempo).
  • Distintividad: La medida en que un individuo responde de la misma manera ante diferentes estímulos o eventos.

Errores atribucionales

Atribuir ciertas conductas o características a alguien puede ser un error. A continuación, algunos de los más comunes:

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  • El sesgo de correspondencia: En el sesgo de correspondencia, ocurre un error fundamental de atribución. Tendemos a atribuir que una persona se comporta de una manera concreta debido a disposiciones o causas internas, incluso cuando hay eventos externos que podrían explicar tal conducta.
  • El efecto actor-observador: “Me comporto de tal manera debido a una situación, pero tú te comportas de tal manera porque eres ese tipo de persona”: Solemos explicar nuestra conducta debida a causas externas, pero tendemos a explicar las conductas de los demás como consecuencia de causas internas. De esta manera, podemos caer en el error de generalizar.
  • El sesgo de autobeneficio: “Tú tienes suerte, yo soy bueno”: Tendemos a atribuir que, lo que nos sale bien es por méritos propios o internos (esfuerzo o habilidades), pero lo que nos sale mal es producto de las circunstancias o situaciones externas (por ejemplo, la suerte). En consecuencia, este tipo de sesgo puede producir que no seamos conscientes de nuestras capacidades reales o que no aprendamos de los errores. Incluso, puede llevarnos a sobrevalorar lo que hacemos o subestimar lo que hacen los demás.

Primeras impresiones y cómo afectan a nuestra percepción social

Al contrario de las atribuciones que hemos visto, que requieren de un mayor esfuerzo de inferencia. Las primeras impresiones que recibimos sobre los demás son, al parecer, mucho más fáciles de adquirir.

Para hablar de ellas, tenemos que hacer referencia a Solomon Asch, quien fue pionero en lo que respecta al estudio de las primeras impresiones que conformamos y cómo las construimos.

La influencia de la teoría de Solomon Asch en las primeras impresiones

Bajo la influencia de la corriente gestáltica y sus diversos principios, Asch unificó la creencia de que “algo es un todo de acuerdo a la suma de sus partes” para apropiarlo a la conformación de las impresiones.

Fue así como identificó que no solamente nos basamos en los diversos rasgos que evidenciamos, sino que, además, los adicionamos en torno a la relación total integrada y dinámica de la persona. Es decir, no basta con mencionar rasgos de manera diferenciada sino que las personas intentamos integrarlos a un todo para así poder definir una impresión general.

A partir de estas primeras concepciones se desarrollaron otros estudios que pretendían complementar dichas ideas y analizar en profundidad el tema.

Así pues, se añadieron concepciones cognitivas como la importancia de la memoria. Es decir, el modo en el que vamos generando impresiones también requiere de la recuperación de información previa que hemos ido adquiriendo. Y, es así como vamos formando impresiones más estables (Ruscher y Hammer, 1994; Wyer et al., 1994).

Componentes de las primeras impresiones

Actualmente, hay un acuerdo general entre profesionales de esta área que coinciden en que las primeras impresiones tienen dos componentes básicos (Baron y Byrne, 2005): 

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  • Ejemplos concretos de conductas que ellos han realizado y que son consistentes con un determinado atributo (ejemplares de este atributo).
  • Síntesis mentales que son abstraídas de observaciones repetidas de la conducta de otros (abstracciones, como usualmente se las denomina).

Es decir, en muchas ocasiones, las impresiones las conformamos basándonos en las experiencias previas conociendo a otras personas.

Y, de hecho, conforme pasa el tiempo y vamos conociendo a más personas, dichas concepciones se incrementan.

Al fin y al cabo, ubicamos a una persona de acuerdo a determinados rasgos en categorías más amplias que facilitan nuestras impresiones sobre esta.

Conclusión

Intentar comprender a los demás es, sin duda alguna, un gran desafío. No obstante, si hay algo que es cierto es que, muchas veces, nuestra percepción sobre los otros puede ser errónea.

Hemos analizado los posibles errores de comunicación no verbal, atribuciones que hacemos o cómo la información que manejamos sobre los demás puede no ser del todo certera. Nos deja una larga tarea de reflexión sobre cómo concebimos a los demás, pero, sobre todo, lo complejo que puede llegar a ser.

Los mecanismos que utilizamos para emitir un juicio de valor, sobre algo o alguien, son parte de nuestra experiencia personal y lo que la sociedad impone.

No obstante, todo puede ser parte de un sesgo erróneo que hemos concebido. Por tanto, minimizar tales juicios, a primera vista, es una tarea complicada pero necesaria para un mejor desempeño social.

Referencias bibliográficas

  • Baron, R. y Byrne, D. (2005). Psicología Social. Pearson Prentice Hall.
  • Fallas Vargas, F. (2008). Gestalt y aprendizaje / Gestalt and learning. Actualidades investigativas en Educación, 8(1), 1-12. http://dx.doi.org/10.15517/aie.v8i1.9309
  • Garrido, A. y Álvaro, J. D. (2007). Psicología Social. McGraw Hill.
  • Páez, D., Fernández, I., Ubillos, S. y Zubieta, E. (2004). Psicología Social, Cultura y Educación. Pearson Prentice Hall.
  • Sánchez-Vidal, A. (2002). Psicología Social Aplicada. Teoría, Método y Práctica. Pearson Prentice Hall.