La adolescencia es una etapa compleja en la vida de cualquier persona. Cuando somos adolescentes, cuestionamos lo que nos rodea y estamos en un proceso constante de autodescubrimiento para construir nuestra identidad. Además, vivimos experiencias muy intensas que, en muchas ocasiones, pueden ser difíciles de sobrellevar. Precisamente, hay ciertas situaciones que pueden llamar nuestra atención en este periodo. Por ejemplo, las conductas de autolesión en la adolescencia, ¿qué son y por qué se producen?

¿Qué implican las conductas de autolesión?

Cuando hablamos de autolesiones, hacemos referencia a aquellas conductas que ocasionan daños en el propio cuerpo de forma deliberada e intencional, pero que no tienen un propósito suicida (Chapman, Gratz y Brown, 2006).

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Adicionalmente, se indica que el grado de lesión llega al punto de causar daño en el tejido cutáneo con la idea de generar cicatrices, lesiones o marcas que, generalmente, se realizan sin ayuda de una tercera persona (Luna- Montaño, 2012).

Así, las conductas de autolesión tienen la expectativa de generar un daño físico leve o moderado que suele intentar aliviar una sensación de molestia, dificultad personal o sensaciones cognitivas negativas, pero también, en ocasiones, se consideran una forma de inducir a dichas sensaciones.

Por lo tanto, pueden ser vistas como estrategias de búsqueda errática de soluciones al malestar interno, sin que llegue a ser un proceso consciente de lo adictivo o compulsivo que pueden llegar a ser.

Las autolesiones en la adolescencia sin intención suicida

Para empezar, es importante descartar aquellas conductas de autolesión que se derivan de algún trastorno psicológico o que sean influenciadas a nivel cultural. Esto es, dentro del primer grupo, existen algunas condiciones psicopatológicas que pueden impulsar dichas situaciones.

Por ejemplo, el trastorno dismórfico corporal, donde el deseo de cambio nace por una idea estética; como parte de un trastorno parafílico que implique este tipo de conducta para la obtención de placer; la apotemnofilia, centrado en el deseo de amputación de unas extremidades, entre otros.

De igual manera, algunas personas se autoinfringen daños como consecuencia de un trastorno del desarrollo que puede impedir la toma de conciencia del nivel del daño producido. Por ejemplo, una persona con autismo, discapacidad física o cognitiva grave, entre otros.

En el segundo grupo existen culturas que tienen tradiciones o que incluyen la autolesión como medio de expresión y que, socialmente en un determinado espacio, son aceptadas.

Daño y dolor

Anteriormente, lo más común era la presencia de cortes, quemaduras o golpes.

conductas de autolesión - corte - NeuroClass

No obstante, en la actualidad, hay varias formas de infringirse daño y dolor a través de otras prácticas como la introducción de objetos (self-embedding), raspaduras, golpes, asfixias, tendencia a los accidentes, aspiración de objetos por los orificios, enucleación de los ojos, descargas eléctricas, magulladuras, tricotilomanía, contusiones o incluso autocanibalismo (Sánchez Sánchez, 2018).

Complementando lo anterior, autores como Favazza (1999) han categorizado dichas conductas de autolesión en cuatro grandes grupos:

  • Mayores: Castraciones, amputaciones, enucleación.
  • Estereotípicas: Mordeduras, golpes contra superficies duras, mericismo.
  • Compulsivas: Escoriaciones, presencia de tatuajes de forma reiterativa, exfoliaciones y escoriaciones.
  • Impulsivas: Cortes en la piel, quemaduras, golpes con diferentes objetos.

¿Por qué se producen las conductas de autolesión en la adolescencia?

En primer lugar, es necesario aclarar que es un problema multicausal, pues existen diversos factores que pueden dar paso a estas. A continuación, revisamos brevemente lo que algunos estudios indican:

  • Sociales: Entorno familiar, presión del grupo de referencia o de iguales, experiencias precoces traumáticas.
  • Individuales: Relacionadas al temperamento (alta reactividad a los estímulos emocionales, sensibilidad exacerbada y sobrepresencia de emociones negativas de difícil manejo). También puede relacionarse con la personalidad, en presencia de impulsividad, perfeccionismo, alta exigencia, baja mentalización. Adicionalmente, la desregulación emocional se ha visto como un factor relevante.

Modelos explicativos en las conductas de autolesión en la adolescencia

Profundizando un poco más en lo que algunos modelos han encontrado, aspecto clave para orientar una intervención adecuada, se destacan los siguientes:

Silueta De Persona Sentada Y Mirando A La Montaña Durante La Puesta De Sol
  • Expresión o lenguaje corporal: Bajo la mirada de este modelo, se habla de una intención expresiva en la que el cuerpo intenta comunicar la presencia de sentimientos de desesperanza o decepción, hacia sí mismo u otros. En consecuencia, este tipo de conductas se manifestarían a partir de la dificultad de decir verbalmente lo que genera molestia.
  • Autorregulación emocional: Esta perspectiva infiere que dicho tipo de conductas se producen como una estrategia rápida y urgente para detener la situación desagradable. Es decir, es una forma de posicionar al dolor en el cuerpo, de forma concreta, sin que persista en la mente de la persona. Así, la persona puede visualizar y contener la situación de falta de control que puede preceder. Por tanto, las conductas serían una manera de autogestionar las emociones.
  • Autocalmante: Este modelo, con una concepción psicoanalítica, nace de la idea de que ante un momento de exaltación emocional intenso, tales conductas permiten la liberación de las tensiones. Dando paso así a la recuperación de la calma y reorganización psíquica. Como resultado, se podría decir que se produce una paradoja en la que el dolor deriva en tranquilidad.
  • Traumatolisis: Dichas conductas tendrían el efecto de drenar y disolver cualquier sensación traumática. En consecuencia, para algunas personas, se presentaría una sensación de curación ante estas. Citando a Muñoz-Algar et al. (2016), vendría a ser una solución temporal ante un problema permanente. Por lo tanto, habría un desplazamiento del trauma mental hacia el plano físico. Algo así como una vía de escape.
  • Búsqueda identitaria: Se habla de una explicación en la que la adolescencia, como etapa de construcción identitaria, es la principal motivación. Es decir, puede ser visto como una forma de apropiación corporal y reivindicación de su existencia.

Conclusión

Hemos hecho un primer acercamiento ante lo que implican las conductas de autolesión en la adolescencia.

Esta nota, como punto de partida, puede ayudarnos a entender que no podemos dejar pasar tal tipo de situaciones en los adolescentes, pues, como hemos visto, pueden ocultar un dolor emocional intenso.

Y es que, muchas veces, los adultos tienden a etiquetar dichas conductas como “impulsivas por ser adolescentes”, “una moda”, “una tontería propia de la edad”, etc., sin necesariamente darle la atención que merecen.

Por tanto, ahora que comprendemos, de forma general, qué hay detrás de estas, tenemos que estar atentos y dispuestos a brindar soporte y apoyo de forma empática y cercana. Y, por supuesto, contando con el apoyo de un profesional de la salud mental.

Referencias bibliográficas

  • Favazza, A. R. (1998). The coming of age of self-mutilation. Journal of Nervous Mental Diseases, 186, 259-268. Doi: 10.1097/00005053-199805000-00001
  • Chapman, A. L., Gratz, K. L. y Brown, M. Z. (2006). Solving the puzzle of deliberate self harm: The experientialavoidance model. Behaviour Research and Therapy, 44, 371-294. Doi: 10.1016/j.brat.2005.03.005
  • Luna-Montaño, I. (2012). Transgresiones corporales, autolesión impulsiva y Psiquiatría. XIII Congreso Virtual Internacional de Psiquiatría. https://bit.ly/2yDxsHc
  • Muñoz-Algar, M. J. y Bernal-García, P. (2016). Autolesiones como respuesta, Póster presentado al XVII Congreso Virtual Internacional de Psiquiatría. http://www.Interpsiquis.com
  • Sánchez Sánchez, T. (2018). Autolesiones en la adolescencia. Significados, perspectivas y prospección para su abordaje terapéutico. Revista De Psicoterapia29(110), 185-209. https://doi.org/10.33898/rdp.v29i110.196