¿Merezco estar donde estoy? ¿Qué hice yo para llegar tan lejos? ¿Se darán cuenta de que realmente no soy tan bueno? Muchas personas a lo largo de su carrera, como estudiantes en su desarrollo profesional, tienen dificultades para aceptar el éxito y logros alcanzados. A menudo, los descartan considerándolos accidentes o errores y atribuyéndolos a factores externos, como la suerte, sin que la persona sea capaz de asumir los méritos. Veamos más sobre el síndrome del impostor, también conocido como fenómeno del impostor, síndrome del fraude, fraude percibido o experiencia del impostor.

A propósito de un caso

A pesar de los altos logros en las pruebas estandarizadas, los elogios de colegas y profesores, no experimenté una sensación interna de éxito. Secretamente dudaba de mi intelecto y explicaba el fracaso con falta de habilidad en lugar de atribuirlo a una tarea difícil. 

[…] Pensamientos de “No soy lo suficientemente inteligente y creativo en comparación con las personas que me rodean. No soy digno; No merezco esto” ocupaban constantemente mi mente. 

Esta duda infundada de mí mismo siempre me desmotivó y obstaculizó mi productividad.

[…] Estaba rodeado de setenta y cinco compañeros de clase brillantes con calificación académica excepcional. Me sentí inferior y excluido, como un extraño que no merecía un lugar en esta parte del mundo (Mainali, 2020).

¿Qué es el síndrome del impostor?

Los psicólogos Pauline Clance y Suzanne Imes describieron este síndrome en 1978, refiriendo los intensos sentimientos de malestar y culpa al momento de aceptar los logros conseguidos que manifiestan algunas personas. Todo ello, acompañado por un miedo irracional de ser expuesto como impostor frente al entorno.

De esta forma, a quienes lo presentan les es muy difícil interiorizar los méritos obtenidos por su desempeño, sin importar que exista evidencia externa como resultados de exámenes o feedback que los respalden (Joshi y Mangette, 2018).

Si bien en un principio se creyó que el síndrome del impostor se trataba de un fenómeno experimentado únicamente por mujeres, varios estudios han demostrado que también se reporta en hombres. Asimismo, se estima que un 70% de la población sufrirá este fenómeno al menos una vez en mayor o menor medida (Sakulku, 2011).

Cinco tipos del síndrome del impostor

Young describió cinco subtipos según sus principales características (Chandra et al., 2019):

El síndrome del impostor: ¿Realmente merezco estar donde estoy?
  • Perfeccionista: Entiende la competencia como la perfección absoluta, cualquier resultado inferior a esto será considerado un fracaso. Suelen enfocarse en cómo se pudieron haber hecho mejor las cosas.
  • Genios naturales: Su aptitud está relacionada con la facilidad en la que consiguieron aquello que se propusieron. Tanto la perseverancia como el trabajo duro son considerados rasgos negativos, ya que el éxito debería llegar a ellos de manera natural.
  • Súper hombre/mujer o súper estudiante: Conciben el éxito como el manejo de diversas responsabilidades en simultáneo. El más mínimo desliz en cualquiera de sus actividades supondrá considerar todo un gran fracaso, sin importar lo exitoso que haya sido su desempeño en otras tareas.
  • Experto: El éxito es medido según la cantidad de conocimiento o de habilidad respecto a la actividad que desempeñan. Su mayor temor implica ser expuestos como inexpertos por falta de conocimiento.
  • Solistas: Solo pueden considerar que una actividad tuvo éxito si fue realizada de manera individual y sin ningún tipo de asistencia o ayuda externa. El simple hecho de pedir ayuda supone el fracaso.

Además del constante miedo a ser descubiertos, las personas con el síndrome del impostor suelen presentar altos niveles de ansiedad, baja autoestima, falta de confianza , síntomas somáticos, disfunciones sociales, depresión y síndrome de burnout (Bravata et al., 2020). 

¿Cuándo se pasa de dudar a creer que se es un impostor?

Hawley (2019) afirma que el tener dudas sobre el rendimiento, de vez en cuando, no significa tener el síndrome del impostor. Por el contrario, se considera una conducta adaptativa.

Ahora, si las dudas aparecen con una alta frecuencia e intensidad entonces sí podríamos valorar si se trata de ello.

Por otra parte, también hay que tener en cuenta que los sentimientos de impostor pueden variar según el contexto. Es decir, una persona puede considerarse como tal en el ámbito laboral o en los estudios, pero no así en otros aspectos como lo familiar o social, por ejemplo.

Por último, para considerar efectivamente que se trata del síndrome del impostor las creencias de duda y falta de habilidad o competencia deben ser erróneas. Esto es, si efectivamente a dicha persona no le va bien laboralmente o no rinde como debiera, no se trata de este fenómeno.

¿Un fenómeno psicológico o social?

Feenstra et al. (2020) plantean que este fenómeno ha de ser considerado una respuesta psicológica a un entorno hostil y disfuncional, en vez de una afección meramente psicológica que afecta a algunas personas.

De esta modo, no se puede dejar de lado el contexto en el que ocurre ya que este tiene una gran influencia en cómo los individuos se autoperciben.

Varios estudios han demostrado que las poblaciones mayormente vinculadas con el síndrome del impostor son personas pertenecientes a minorías étnicas, raciales o religiosas, por ejemplo.

Estos grupos sufren de discriminación y son estereotipados de manera negativa, por lo que resulta coherente que al desarrollarse en una actividad en la que se juzgue que no son lo suficientemente buenos duden de sus capacidades.

Tratamiento

Frente a la ausencia de un tratamiento específico para el síndrome, el estudio realizado por Bravata et al. (2020) recomienda ante todo el uso de terapias basadas en la evidencia para tratar los trastornos comórbidos con este fenómeno.

Junto a esto, se recomienda validar las dudas y miedos, abordando aquellos relacionados directamente con el fracaso y proporcionando terapia de grupo. Contexto donde resalta el trabajo de la regulación emocional y habilidades de afrontamiento. Así mismo destacan las estrategias de gestión del tiempo.

Conclusión

El síndrome del impostor es un fenómeno que genera un intenso malestar en importantes áreas de la vida de la persona. En la actualidad, dado que no es considerado trastorno psicológico por los manuales diagnósticos no existe un tratamiento específico. Aspecto discutido ampliamente.

Por otra parte, en base a la mayor prevalencia en poblaciones vulnerables que generalmente sufren discriminación, se replantea si efectivamente se trata de un fenómeno clínico o un fenómeno social que genera estrés psicológico.  

Resulta fundamental que las instituciones y la sociedad en su conjunto reconozcan este fenómeno como real y trabajen de manera activa en su prevención derribando los estereotipos y ofreciendo climas organizacionales más igualitarios e inclusivos.

Referencias bibliográficas 

  • Bravata, D. M., Watts, S. A., Keefer, A. L., Madhusudhan, D. K., Taylor, K. T., Clark, D. M. y Hagg, H. K. (2020). Prevalence, predictors, and treatment of impostor syndrome: a systematic review. Journal of General Internal Medicine, 35(4), 1252-1275. Doi: 10.1007/s11606-019-05364-1.
  • Chandra, S., Huebert, C. A., Crowley, E. y Das, A. M. (2019). Impostor síndrome: could it be holding you or your mentees back?. Chest, 156(1), 26-32. Doi: 10.1016/j.pecho.2019.02.325
  • Feenstra, S., Begeny, C. T., Ryan, M. K., Rink, F. A., Stoker, J. I. y Jordan, J. (2020). Contextualizing the impostor “syndrome”. Frontiers in psychology, 3206(11), 6. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.575024
  • Hawley, K. (2019). What is impostor syndrome?. Aristotelian Society, 93(1), 203-226. https://doi.org/10.1093/arisup/akz003
  • Joshi, A. y Mangette, H. (2018). Unmasking of impostor syndrome. Journal of Research, Assessment, and Practice in Higher Education, 3(1), 3. Doi: 10.1007/s13178-014-0167-4.
  • Mainali S. (2020). Being an Imposter: Growing Out of Impostership. JNMA; journal of the Nepal Medical Association58(232), 1097-1099. https://doi.org/10.31729/jnma.5505
  • Sakulku, J. (2011). The Impostor Phenomenon. The Journal of Behavioral Science6(1), 75-97. https://doi.org/10.14456/ijbs.2011.6