Para que cualquier cuadro relacionado con la salud mental tenga un buen diagnóstico y manejo, ha de haber un elemento presente: La comprensión adecuada de la naturaleza de dicho trastorno. De no ser así, como en el presente caso, puede retrasarse el tratamiento y empeorarse la condición psiquiátrica. Indaguemos en el trastorno de ansiedad por enfermedad.

La creencia duradera en una enfermedad imaginaria, ¿puede, en sí misma, ser una enfermedad?

Henri Ey 

Un caso de trastorno de ansiedad por enfermedad

Una joven acude a consulta describiéndose a sí misma como “preocupada” por su salud. Cuando era más pequeña, su primo murió repentinamente a los 30 años de un problema cardíaco no diagnosticado (Existe mayor riesgo de desarrollar el trastorno cuando los familiares han sufrido una afección médica grave).

Trastorno de ansiedad por enfermedad: Cuando la preocupación manda 

A partir de ese momento, comenzó a tener un miedo casi constante de tener una enfermedad cardíaca no diagnosticada. Creencia respaldada por sensaciones frecuentes de palpitaciones cardíacas y ligeros dolores de cabeza. Sin embargo, la evaluación médica minuciosa y repetida no reveló ninguna enfermedad médica.

Múltiples sensaciones corporales la llevaron a una extensa investigación de condiciones en Internet y repetidamente llamaba a sus padres para que se tranquilizaran (Si una persona pasa una cantidad exorbitante de tiempo revisando materiales relacionados con la salud en Internet, puede estar en mayor riesgo de desarrollar el trastorno). 

A medida que crecía, las preocupaciones sobre la presencia o el desarrollo de una enfermedad grave se ampliaron hasta incluir el temor de que tuviera apendicitis (a menudo basada en trastornos gastrointestinales fisiológicos leves) y diabetes (basada en la sensación de cansancio y dolor después del ejercicio) (Etiquetación de cambios corporales sutiles como patológicos).

[…] Los ataques de pánico a menudo ocurrían en estas situaciones de preocupación aguda y, a veces, cancelaba los compromisos sociales y laborales por miedo de tener un ataque de pánico o enfermarse gravemente.

Informó que tanto su padre como su abuelo paterno parecía haberse preocupado excesivamente por su salud (La crianza en una familia donde la ansiedad sobre la salud se discute con frecuencia o los padres se han preocupado desproporcionadamente por problemas relacionados con la salud, el trastorno puede desarrollarse) (Scarella et al., 2019).

Antes de nada… Un poco de contexto

El término que conocemos coloquialmente como hipocondría formaba parte del eje diagnóstico de los trastornos somatomorfos dentro del Manual Estadístico de Trastornos Mentales en su cuarta edición revisada (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fourth Edition, Text Revision; DSM-IV TR, en inglés).

Sin embargo, en la quinta edición, el trastorno de hipocondría sufrió una serie de modificaciones. Ahora, se encuentra dentro del eje diagnóstico de los trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados, denominándose “trastorno de ansiedad por enfermedad”. Las personas con ansiedad por la salud reciben el diagnóstico “trastorno por síntomas somáticos” si además de esta padecen síntomas físicos, y el de “trastorno de ansiedad por la enfermedad” si no padecen síntomas somáticos, o si estos son leves (Avia, 2018).

¿Qué es el trastorno de ansiedad por enfermedad?

Se define como una preocupación mórbida de la persona por su estado de salud e incluye creencias infundadas de mala salud. Este miedo o creencia persiste al menos durante seis meses e interfiere con el funcionamiento social u ocupacional, a pesar de las palabras tranquilizadoras de los médicos de que no existe trastorno físico. 

Pues, principalmente, su angustia es creada por la ansiedad del significado y no necesariamente de las presentaciones físicas. Así, la persona con trastorno de ansiedad por enfermedad vive con una hipervigilancia sus sensaciones y síntomas corporales.

Esto es, un miedo constante a contraer una enfermedad grave, como por ejemplo, cáncer o COVID-19. Persistiendo, además, el miedo a morir. En definitiva, la característica fundamental del trastorno de ansiedad por enfermedad es la preocupación, no por los síntomas, sino por la creencia que tiene de padecer una enfermedad (Torales, 2017). Ahora, en esto anterior, no hemos de olvidar que la presencia de una condición médica general no impide un diagnóstico de este cuadro.

Prevalencia

La prevalencia es en gran medida desconocida. Pues se estima, principalmente, por la prevalencia del diagnóstico DSM-III y DSM-IV de hipocondriasis (que ahora es un diagnóstico obsoleto). Concretamente, la prevalencia a 1 a 2 años de la ansiedad por la salud y/o convicción de una enfermedad, en las encuestas comunitarias y en las muestras poblacionales, oscila entre el 1,3 y el 10 %. En las poblaciones médicas ambulatorias, las tasas de los 6 meses a 1 año son del 3 al 8 %. Además, es similar entre ambos género y parece ser, generalmente, una afección crónica y recurrente con una edad de inicio en la edad adulta media temprana (APA, 2013).

Dos tipos diferentes

  1. Un tipo de búsqueda de cuidados. Las personas utiliza con frecuencia el sistema de atención médica y siguen cambiando de médico. Pueden solicitar múltiples investigaciones y tratamientos.
  2. Un tipo de evitación de cuidados. Evitan la atención médica. Presentan una ansiedad severa junto con la creencia de que el médico de cabecera o las pruebas de laboratorio revelarán una enfermedad que pone en peligro la vida (French y Hameed, 2022).

¿Cuál es el tratamiento del trastorno de ansiedad por enfermedad?

El objetivo primordial del tratamiento ha de consistir en transmitir genuinamente al paciente que creemos que sus síntomas son reales y no algo que “solo está en su cabeza”, o peor, “una invención” o “algo imaginado”.

Por ello, desde el primer momento es importante diferenciar entre la validación de la fenomenología de la experiencia de su malestar y la conceptualización de su problema como un trastorno de ansiedad (López et al., 2021).

Terapia cognitivo conductual

Una propuesta clínica para el tratamiento de dicho trastorno recomienda exposición y prevención de respuesta, enfrentamiento y manejo de sensaciones corporalesprogramación de métodos para conseguir más satisfacción en la vida del consultante, procedimientos de mindfulness y el abordaje de otras áreas, además de la enfermedad, que sean conflictivas para la persona. La mayoría de los tratamientos han seguido una forma individual, pero los enfoques grupales de tipo educativo han probado ser efectivos (Avia, 2018).

Tratamiento farmacológico

Aunque existe evidencia limitada, la farmacoterapia es utilizada como coadyuvante de la psicoterapia y psicoeducación. Algunos de los agentes farmacológicos que pueden utilizarse como coadyuvante en el tratamiento del trastorno de ansiedad por enfermedad son (Torales, 2017):

  • Antidepresivos: Aquellos con evidencia para el tratamiento de trastornos depresivos o ansiosos concurrentes con un trastorno de ansiedad por enfermedad son todos los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS, fluoxetina, paroxetina, citalopram, escitalopram, fluvoxamina, sertralina), un inhibidor de la recaptación de noradrenalina y serotonina (IRNS, venlafaxina) y dos tricíclicos (clomipramina e imipramina).
  • Benzodiazepinas: Pueden ser utilizadas para manejar síntomas intensos de ansiedad. Se destaca que las mismas deben ser indicadas con cuidado, debido al riesgo aumentado que tienen las personas con trastorno de ansiedad por enfermedad de abusar de la mismas.
  • Antipsicóticos: Eficaces para reducir la morbilidad asociada al trastorno. En particular, en presencia de ansiedad comórbida intensa o preocupaciones hipocondríacas que imitan obsesiones o delirios. Los antipsicóticos con mayor evidencia son la risperidona y olanzapina.

Conclusión

No cabe duda que para que una persona desarrolle un trastorno de ansiedad por enfermedad, han de estar implicados factores emocionales, cognitivos, fisiológicos y sociales. Este cuadro resulta un tanto complejo de diagnosticar (siendo el orden cronológico clave para considerar si el trastorno es o no el problema primario) y, a menudo, poco comprendido por los profesionales de atención primaria de la salud.

Con base a esto, es crucial escuchar las preocupaciones del consultante con empatía, actitud activa y curiosa hacia su experiencia, y hacer preguntas respetuosas sobre su comprensión de sus síntomas y salud. Al fin y al cabo, cuando se establece una buen vínculo, los pacientes son más cooperativos y suelen tener mejores resultado y pronóstico.

Referencias bibliográficas

  • American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). https://doi.org/10.1176/appi.books.9780890425596
  • Avia, M. (2018). La hipocondría: concepto y tratamiento del miedo a la enfermedad una propuesta cognitivo-conductual. Alianza Editorial.
  • French, J. H. y Hameed, S. (2022). Illness Anxiety Disorder. StatPearls Publishing.
  • López, J., Arnáez, S. y Belloch, A. (2021). Tratamientos psicológicos para los trastornos de síntomas somáticos (somatización) e hipocondría. En Fonseca, E. (Coord.). Manual de tratamientos psicológicos: adultos (pp. 459-474). Ediciones Pirámide.
  • Scarella, T. M., Boland, R. J. y Barsky, A. J. (2019). Illness Anxiety Disorder: Psychopathology, Epidemiology, Clinical Characteristics, and Treatment. Psychosomatic medicine81(5), 398-407. https://doi.org/10.1097/PSY.0000000000000691
  • Torales, J. (2017). ¡Ayúdeme doctor, estoy muy enfermo! Una actualización de la clásica hipocondría al vigente trastorno de ansiedad por enfermedad. Revista Virtual de la Sociedad Paraguaya de Medicina Interna, 4(1), 77-86. https://10.18004/rvspmi/2312-3893/2017.04(01)77-086