Cuando la comunicación puede verse negativamente impactada por actitudes estigmatizantes, una de las soluciones pautadas es la educación. Opción cuyo potencial todavía no ha sido aprovechado completamente. El virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) conforman graves problemas que impactan directamente la salud a nivel mundial. En esto tiene mucho que ver el tabú que rodea la actividad sexual (una de las formas que se asocia más frecuentemente al contagio, mas no la única), un campo no considerado. Lo que conlleva, por ende, la perpetuación de mitos y diferentes tipos de estigmas que no solo causan vulnerabilidad en quien presenta alguno de estos cuadros, sino que impiden una evaluación certera del propio nivel de riesgo al contagio. Profundicemos en los tipos de estigmas hacia el VIH/SIDA y cómo afectan en diversos ámbitos.

Estigma hacia el VIH/SIDA

Antes que nada, es importante diferenciar el VIH del SIDA. El primero, es el virus que se contrae y, el segundo, se desarrolla cuando este ha ocasionado daños graves en el sistema inmunitario.

¿Qué es un estigma?

Cuando se ha estimado que 39.4 millones de personas están infectadas por el VIH/SIDA a nivel global, cabe preguntar por qué sigue siendo tabú o genera incomodidad hablar de ello. La respuesta se encuentra en el mantenimiento del estigma, que aparece cuando se determina un atributo a alguien que es notablemente desacreditante.

VIH/SIDA: Cuando el estigma prevalece

Esto se dirige a personas que se perciben como infectadas, sin importar si lo están o si manifiestan síntomas o complicaciones relacionadas a la condición.

Lo que, a su vez, se consolida con estigmas pre-existentes, asociados normalmente con la orientación sexual, etnia o consumo de drogas. Por otro lado, no hay que olvidar que el bienestar psicológico es el segundo problema más importante después del estigma. 

¿Por qué existe estigma hacia el VIH/SIDA?

Únicamente con mencionar que en sus inicios se le denominaba “síndrome-gay”, con la carga de discriminación que eso conlleva, bastaría. Sin embargo, generalmente, el VIH/SIDA es estigmatizado ya que:

  1. Es una condición incurable y progresiva
  2. Se cree que las personas afectadas son responsables de su condición debido a actividades de riesgo
  3. La condición física de quienes lo presentan en las etapas más avanzadas del síndrome afecta de manera adversa la interacción social (Marzán-Rodríguez y Varas-Díaz, 2010).

Autoestigma

Me estoy protegiendo más. Hoy pienso: Oye, soy una persona contaminada, contamino a la gente. Me molesta, es psicológico, pierdo la voluntad, las ganas. […] Nunca tendré paz otra vez, no sé cómo fui a trabajar estos días, estoy horrorizada (de Freitas et al., 2000).

El estigma interno se ha asociado con factores psicosociales como la depresión (ligada a un mayor consumo de sustancias), baja autoestima, aislamiento social y angustia psicológica. Así, este tipo de creencias y sentimientos negativos asociados con el VIH/SIDA y su aplicación al yo, se relacionan con un mayor afrontamiento evitativo y sentimientos de impotencia. Además de menor probabilidad de inicio de la terapia antirretroviral (Earnshaw et al., 2020).

Un impacto en todas las áreas

Estoy saliendo con un chico que me dijo cuando hablamos del SIDA que si su novia tuviera, la mataría. Dijo: Me puedo morir pero ella muere primero.

Lo anterior, también se une a una esfera importante en el ser humano, la sexualidad. El miedo a la transmisión, entre otras causas, puede dar paso a disfunciones sexuales como: inapetencia (pérdida del deseo), insuficiencia eréctil, falta de lubricación vaginal, pérdida de excitación; trastornos de la eyaculación, anorgasmia, vaginismo y dispareunia (dolor coital).

Estigma social

No me puedo curar, así que dejé de salir, me aislé. Tanta gente está sufriendo por mi culpa, mi marido, mis padres…

Y es que, al fin y al cabo, el estigma social está vinculado al estigma familiar. Ante el primer impacto del resultado de la prueba serológica, se suele producir un distanciamiento social del círculo que rodea a la persona. Justamente, cuando más necesita de contactos interpersonales. Por otro lado, pueden ser visualizados como una amenaza a la salud o seguridad de los demás.

No se ha de olvidar que la percepción de esto depende también de la importancia del contexto geográfico ambiental y la cultura de cada país. Aunque, esto se acentúa más en aquellos en vías de desarrollo, es importante reconocer que los estigmas no siempre se experimentan de la misma forma en todos los ambientes (Arias-Colmenero, 2020).

Estigma de los profesionales de salud

Contando con que la primera noticia de que la persona tiene VIH o SIDA proviene de un profesional de la salud, de no ser esta transmitida adecuadamente puede hacer que se interioricen conductas discriminatorias.

Ya sea por conductas manifiestas hacia la persona como miedo al contacto, retraso de los servicios o grosería. Un aspecto estudiado que puede influir son las creencias religiosas del profesional.

Esto es así dado que quienes tienen creencias en normas religiosas rígidas quizás asocien la transmisión del VIH con la inmoralidad y comportamiento pecaminoso.

¿A qué puede llevar esto? A la denegación de servicios y conceptualizaciones de quienes lo presentan como consecuencias de comportamientos individuales que violan códigos morales (Reyes-Estrada et al., 2015).

¿Qué hacer frente al estigma del VIH/SIDA?

Como hemos podido ver, existe una epidemia dual: una biológica y otra de significados. Lo más efectivo es la información, educación para evitarlo y solidaridad para minimizar sus consecuencias en la persona. Así, disponer del acceso a información conlleva que los miedos infundados desaparezcan.

Existen ciertas estrategias eficaces para reducir el estigma (por ejemplo, escritura expresiva y terapia cognitiva conductual), tanto de cara a los miembros de la comunidad (contacto y educación entre grupos) como estructuras y organizaciones (cambio de políticas y campañas de medios de comunicación). Todo ello con el fin de lograr una mayor alfabetización.

Conclusión

¿Por qué es tan importante incidir en el estigma? Porque es un motivador para el comportamiento. Cuando detectemos actitudes, comportamientos y juicios irracionales o negativos de cara a quienes viven con o están en riesgo de tener VIH/SIDA, estamos ante estigmas hacia personas vulnerables.

En esto, es importante recordar que un estigma puede traer consigo una menor adherencia del individuo al tratamiento y, por ende, un empeoramiento de cualquier cuadro. Teniendo implicaciones, así, no solo multifacéticas sino también multiniveles. Pues, recordemos que el estigma es un fenómeno de varios niveles.

Referencias bibliográficas

  • Arias-Colmenero, T., Pérez-Morente, M. Á., Ramos-Morcillo, A. J., Capilla-Díaz, C., Ruzafa-Martínez, M. y Hueso-Montoro, C. (2020). Experiences and Attitudes of People with HIV/AIDS: A Systematic Review of Qualitative Studies. International journal of environmental research and public health17(2), 639. https://doi.org/10.3390/ijerph17020639
  • de Freitas, M. R., Gir, E. y Rodrigues, A. R. (2000). Compreendendo a sexualidade de indivíduos portadores de HIV-1 [Understanding the sexuality of HVI-1 carriers]. Revista da Escola de Enfermagem da USP34(3), 258-263. https://doi.org/10.1590/s0080-
  • Earnshaw, V. A., Eaton, L. A., Collier, Z. K., Watson, R. J., Maksut, J. L., Rucinski, K. B., Kelly, J. F. y Kalichman, S. C. (2020). HIV Stigma, Depressive Symptoms, and Substance Use. AIDS patient care and STDs34(6), 275-280. https://doi.org/10.1089/apc.2020.0021
  • Marzán-Rodríguez, M. y Varas-Díaz, N. (2010). Las dificultades de sentir: el rol de las emociones en la estigmatización del VIH/SIDA. Forum, qualitative social research7(4), 2.
  • Reyes-Estrada, M., Varas-Díaz, N. y Martínez-Sarson, M. T. (2015). Religion and HIV/AIDS Stigma: Considerations for the Nursing Profession. The New School psychology bulletin12(1), 48-55. https://doi.org/10.1177/2325958218773365