Los trastornos de personalidad del grupo A, que incluyen el paranoide, esquizoide y esquizotípico, constituyen una categoría distintiva en el ámbito de la salud mental. La investigación clínica, el abordaje terapéutico y las particularidades en la evaluación de estos trastornos se constituirán como focos centrales en este análisis. Y, explorar tales condiciones ofrecerá, sin dudas, una visión única de las complejidades de la psique humana. ¿Cómo influyen dichos trastornos en la vida cotidiana de quienes los experimentan? ¿Cuáles son los desafíos particulares en el diagnóstico y tratamiento de trastornos de personalidad del grupo A?
Trastornos de la personalidad: ¿Qué son?
Los trastornos de personalidad, marcados por desviaciones culturales en pensamientos, emociones y comportamiento, generan disrupciones en la vida cotidiana y angustia. El impacto social negativo y los síntomas problemáticos a menudo van de la mano. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-V, en inglés) clasifica los trastornos en tres grupos: A (paranoide, esquizoide, esquizotípico), B (antisocial, límite, trastorno histriónico de la personalidad, narcisista) y C (evitativo, dependiente, trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo).
Consecuentemente, la alta prevalencia de los mencionados trastornos destaca su importancia para los profesionales de la salud. Debido a que afectan la dinámica médico-consultante, predicen resultados de tratamiento, contribuyen a la mortalidad prematura y representan un significativo costo social (Jiménez-Benítez, 2021).
¿Diagnóstico de los trastornos de personalidad tipo A?

Los trastornos de la personalidad son, a menudo, subdiagnosticados debido a la dificultad en su evaluación. Aunque existen herramientas como encuestas de autoinforme y entrevistas estructuradas, su lentitud e inexactitud plantean desafíos.
Por ello, no dependen exclusivamente de estas herramientas. En su lugar, se destaca la importancia de identificar estructuras de personalidad afectadas que impacten las relaciones interpersonales y, por ende, el curso del tratamiento.
A su vez, se valora la obtención de una historia detallada y contextualizada, proporcionada por la persona y preferiblemente corroborada por, al menos, otro informante confiable. Presentándose esta opción como un enfoque más certero en la evaluación de los trastornos de la personalidad.
Distintos aspectos para considerar
En la evaluación de una persona con posible trastorno de personalidad tipo A, es esencial considerar diversas influencias, como las biológicas, sociales, culturales y familiares. Así, se debe trazar una línea temporal de los eventos formativos en la vida de la misma y reconocer patrones adaptativos y metas personales.
Sin embargo, distinguir entre una presentación aguda y síntomas recurrentes a lo largo de la vida es crucial. Para ello, se sugiere considerar un trastorno de personalidad si se observan ciertas características, como reacciones emocionales intensas, respuestas desproporcionadas, uso ineficaz de medicamentos psiquiátricos y ocupación significativa del tiempo del proveedor de salud. Con todo esto, sobra mencionar la importancia de mostrar compasión hacia quien que convive con un trastorno de la personalidad (Artola et al., 2020).
Entonces… ¿Qué trastornos pertenecen al tipo A?

Dentro del tipo A, el trastorno paranoide de personalidad se manifiesta con una excesiva sensibilidad a los contratiempos, desconfianza vigilante hacia los demás y actitud combativa.
Por otro lado, el esquizoide se caracteriza por la distancia emocional, falta de interés en los demás y actividades solitarias. Mientras tanto, el trastorno esquizotípico se evidencia a través del deterioro del autofuncionamiento, limitación en el funcionamiento interpersonal y rasgos patológicos como el psicoticismo y el desapego (Artola et al., 2020).
Trastorno paranoide de la personalidad
La complejidad de los estados paranoides del grupo A, evidenciada en síntomas como ansiedad, angustia y alucinaciones, ha sido acentuada por la pandemia de COVID-19, especialmente entre jóvenes. Y es que, estudios destacan la relación entre la función cognitiva y los trastornos de salud mental, subrayando la vulnerabilidad de los jóvenes a creencias paranoicas debido a cambios sociales y económicos, aislamiento y temores de salud. En esto, la inestabilidad emocional durante la adolescencia, puede desencadenar estados patológicos (Spytska, 2023).
Trastorno esquizoide
Por el contrario, el trastorno esquizoide de la personalidad se manifiesta típicamente en la adultez temprana. Afectando al 5% de la población general y al 2,2% en muestras clínicas. Caracterizado por desapego en las relaciones y expresiones emocionales limitadas, el trastorno esquizoide presenta falta de interés social, preferencia por actividades solitarias y falta de interés en relaciones íntimas.
El DSM-V establece pautas diagnósticas oficiales, basadas en un enfoque categórico. Sin embargo, han surgido críticas a este enfoque en la literatura, abogando por modelos dimensionales más flexibles (De Francisco Carvalho et al., 2020).
Finalmente, el esquizotípico

Manifiestan características distintivas como ideas delirantes y paranoides, junto con habilidades socioafectivas limitadas. La falta de dificultades en el pensamiento abstracto contrasta con alteraciones perceptivas, lenguaje vago y la presencia clave de alucinaciones visuales y auditivas. Estas alucinaciones, percepciones aparentes sin base real, pueden surgir debido a daños en redes corticales, alteraciones estructurales del sistema nervioso central o lesiones sensoriales.
El diagnóstico implica malestar intenso y disminución de la capacidad para establecer relaciones sociales. Adicionalmente, se reportan ideas de referencia, pensamiento mágico, pensamiento paranoide y alteraciones perceptivas. La ansiedad social y comportamientos excéntricos también son comunes en el trastorno esquizotípico (American Psychiatric Association, [APA], 2013).
Tipo A: ¿Tratamiento farmacológico?
Transformando las interacciones entre el equipo y el paciente, la terapia cognitivo-conductual constituye la primera línea de intervención para aquellos con trastornos de personalidad. Dicha práctica ha sido fundamental en el tratamiento, siendo la piedra angular del abordaje. Y, aunque la investigación se ha centrado principalmente en los trastornos de la personalidad del grupo B, especialmente en el trastorno límite de la personalidad, la aplicación de estos principios se extiende basándose en la experiencia de expertos.
Con el foco en el tratamiento farmacológico, los estabilizadores del estado de ánimo impactan positivamente en la impulsividad, ira y ansiedad. En el caso de trastornos de personalidad del tipo A, como el esquizotípico, ciertos antipsicóticos atípicos, como la risperidona, han mostrado mejoría sintomática. Sin embargo, el uso de medicamentos requiere precaución debido a la polifarmacia, y su utilidad puede ser limitada (Artola et al., 2020).
Conclusión
Los trastornos de personalidad del grupo A presentan desafíos significativos tanto para quienes conviven con ellos como para los profesionales de la salud mental. Por lo que la comprensión profunda de estas condiciones es crucial para ofrecer un tratamiento efectivo y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.
A medida que avanzamos en la investigación y práctica clínica, surge la pregunta de cómo podemos desarrollar enfoques más personalizados y compasivos. ¿Cuál es el papel fundamental de la empatía en el tratamiento de estos trastornos? ¿Cómo podemos promover la conciencia y reducir el estigma asociado? Tales interrogantes señalan la necesidad continua de exploración y mejora en el campo de la salud mental.
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). https://doi.org/10.1176/appi.books.9780890425596
- Artola, C. B., Solórzano, N. G. y Matamoros, D. O. (2020). Actualización de los trastornos de personalidad. Revista médica sinergía, 5(4), e437. https://doi.org/10.31434/rms.v5i4.437
- De Francisco Carvalho, L., Salvador, A. P. y Gonçalves, A. P. (2020). Development and preliminary psychometric evaluation of the dimensional clinical personality inventory – Schizoid Personality Disorder scale. Avaliaçao Psicologica: Interamerican Journal of Psychological Assessment, 19(03). https://doi.org/10.15689/ap.2020.1903.16758.07
- Jiménez-Benítez, M. (2021). Conceptualización y diagnóstico dimensional del trastorno de personalidad en el CIE-11. Revista de Psicología Universidad de Antioquia, 12(2), 1-29. https://doi.org/10.17533/udea.rp.e346148
- Spytska, L. (2023). Paranoid personality type: relationships with the surroundings. Naukovij vìsnik Mukačìvsʹkogo deržavnogo unìversitetu, 9(2). https://doi.org/10.52534/msu-pp2.2023.96