El aprendizaje en la infancia no siempre ocurre de manera lineal ni obedece únicamente a la repetición de contenidos. Cada vez más investigaciones señalan que la emoción, la curiosidad y el juego libre cumplen un rol determinante en la construcción de conocimiento. Frente a modelos educativos estandarizados, la pedagogía del asombro surge como una propuesta que busca reconectar a los niños con su capacidad innata de maravillarse ante el mundo. En esta nota, exploraremos cómo dicha perspectiva se articula desde propuestas didácticas y herramientas pedagógicas concretas.

El asombro como motor del aprendizaje

Pedagogía del asombro, Preguntas genuinas

La emoción ante lo nuevo ha sido considerada por diversas corrientes pedagógicas como un punto de partida esencial para aprender. En efecto, se sostiene que los niños poseen una inclinación natural hacia la exploración, la contemplación y la creatividad. Sin embargo, ese potencial se ve afectado por un entorno educativo centrado en resultados, fichas y metas rígidas, que terminan apagando la curiosidad (Gómez Herreros, 2021).

Por otra parte, fomentar preguntas genuinas (Wonder Questions, en inglés) permite a los estudiantes procesar la información activamente, integrando conocimientos nuevos con saberes previos. Así, el asombro no solo estimula el interés por aprender, sino que también promueve estrategias cognitivas profundas y duraderas (Lindstrøm, 2021).

Ambientes que despiertan la curiosidad

El contexto físico donde se produce el aprendizaje también desempeña un papel crucial. La pedagogía del asombro no puede desarrollarse plenamente en aulas rígidas, saturadas o sobrecargadas de estímulos artificiales. Por ende, la literatura disponible propone transformar los espacios escolares en entornos organizados, estéticos y accesibles, con materiales reales y naturales al alcance de los niños. De tal manera, los ambientes preparados facilitan la autonomía, a la par que generan múltiples oportunidades de descubrimiento sensorial (Gómez Herreros, 2021).

Asimismo, se ha señalado la importancia de generar un clima seguro y abierto a la exploración. En este sentido, el aula debe ser un lugar donde las preguntas sean bienvenidas y donde el error no se penalice, sino que se aproveche como punto de partida para nuevas búsquedas.

El papel del adulto

Pedagogía del asombro, Preguntas genuinas

En dicho marco, el rol del docente se redefine. Ya no es quien transmite contenidos de manera unidireccional, sino un acompañante que observa, guía y provoca situaciones significativas de aprendizaje. Consecuentemente, el adulto debe evitar intervenir innecesariamente para no obstaculizar el desarrollo del pensamiento autónomo.

Entonces, se aporta una herramienta concreta para el acompañamiento respetuoso: las antes mencionadas preguntas genuinas. Las mismas permiten al maestro conocer en profundidad los intereses y dificultades del grupo, y adaptar sus intervenciones para nutrir tales procesos. Además, favorecen una enseñanza más flexible, que toma en cuenta los aportes del alumnado en la planificación didáctica (Lindstrøm, 2021).

Aprender a través del juego y la pregunta

Siguiendo esta línea, en lugar de tareas mecánicas o actividades repetitivas, la pedagogía del asombro propone un enfoque activo y exploratorio. Se presenta una serie de propuestas basadas en el juego libre, el trabajo con materiales sensoriales, las provocaciones artísticas y la vida práctica. Todas ellas tienen como eje central el respeto por los ritmos individuales y el disfrute del aprendizaje (Gómez Herreros, 2021).

En sintonía, las preguntas formuladas por los propios estudiantes estimulan la reflexión y fortalecen la comprensión conceptual. Dichas interrogantes pueden ser utilizadas para conectar el contenido con ejemplos del mundo real, corregir malentendidos o incluso abrir la puerta a debates que trascienden el programa establecido. Así, tanto el juego como la formulación de preguntas se configuran como vías privilegiadas para alimentar el asombro y la motivación.

El valor de las preguntas genuinas

Pedagogía del asombro, Preguntas genuinas

Continuando con este enfoque centrado en el descubrimiento, resulta clave detenernos en el lugar que ocupan las interrogantes dentro del proceso educativo. Mientras que muchas metodologías tradicionales privilegian la repetición de respuestas, la pedagogía del asombro rescata el valor de la pregunta como motor legítimo del pensamiento.

Cuando un niño pregunta, no solo busca información. También compara, anticipa, relaciona y pone en juego procesos complejos que reflejan su modo de interpretar el mundo. Las preguntas genuinas se insertan en dicha lógica: permiten formular inquietudes que surgen de la curiosidad y no solo del contenido previsto. De este modo, se activan aprendizajes significativos, que conectan lo emocional con lo cognitivo.

Evaluar sin apagar el deseo de aprender

Como consecuencia directa se hace manifiesta la necesidad de revisar cómo se evalúa el aprendizaje. En lugar de centrarse en la obtención de respuestas correctas, el proceso cobra más valor, así como también la participación activa, la evolución del pensamiento y la creatividad desplegada. De tal manera, documentar el recorrido de cada niño —a través de registros, fotos o relatos— es más relevante que cuantificar resultados estandarizados.

Por otra parte, también se pueden utilizar las preguntas genuinas como herramienta diagnóstica y formativa. Dichas interrogantes revelan niveles de comprensión, errores conceptuales, intereses emergentes y modos de razonamiento. Al integrar la información en la planificación docente, favorecemos una evaluación más situada y valiosa.

Cuando enseñar también es sorprender

La pedagogía del asombro ofrece una mirada alternativa al aprendizaje infantil, centrada en el respeto por la curiosidad natural, el juego y la exploración activa. Lejos de ser una propuesta romántica o improvisada, se basa en fundamentos teóricos sólidos y evidencia pedagógica que demuestran su eficacia para promover aprendizajes profundos.

En este sentido, recuperar el asombro no solo transforma el modo en que enseñamos, sino también la forma en que los niños se relacionan con el mundo. En un sistema educativo cada vez más orientado a resultados y estándares, quizás sea momento de preguntarse qué pasaría si enseñar fuera también sorprender. ¿Y si preguntar genuinamente fuera el primer paso para aprender mejor?

Referencias bibliográficas

  • Gómez Herreros, B. (2021). La educación infantil a través de la pedagogía del asombro [Trabajo de fin de grado, Universidad Internacional de La Rioja]. Repositorio de TFG de UNIR. https://reunir.unir.net/handle/123456789/12103
  • Lindstrøm, C. (2021). The Pedagogical Power of Wonder Questions. The Physics Teacher59(4), 275-277. https://doi.org/10.1119/10.0004156