En anteriores ocasiones, hemos hablado sobre el estrés. Una reacción que produce tensión física y/o mental derivada de una situación que nos produce malestar. Generalmente, aparece ante situaciones relacionadas con el entorno frente a la sensación de que no podemos (o no sabemos) enfrentarlas adecuadamente. Como adultos, seguro que hemos vivido un sinnúmero de contextos así y, probablemente, los seguiremos viviendo. No obstante, ¿cómo viven el estrés los niños? ¿Sabemos reconocer su malestar? ¿Cómo podemos ayudarlos? ¿Cuáles son las consecuencias del estrés infantil? En esta nota hablaremos sobre un tema clave en la salud mental, el estrés infantil.

¿Qué entendemos por estrés infantil?

En primer lugar, es importante comprender que cierto grado de estrés es positivo, pues puede ser aquel “empujón” que el niño requiere para la realización de ciertas tareas. No obstante, si este es muy profundo y/o crónico, puede resultar abrumador. A su vez, el estrés infantil, muchas veces, puede estar acompañado de otra reacción natural del cuerpo, la ansiedad infantil. Sin embargo, se diferencian en que la ansiedad es una reacción poco adaptativa frente al estrés.

Estrés infantil - ansiedad - NeuroClass

Es decir, cuando la preocupación de una situación genera un nivel de estrés muy alto y prologando, que impide que se sientan capaces de controlar una situación, surge la ansiedad. Por consiguiente, es importante tomar en cuenta el nivel de las consecuencias del estrés infantil para saber si estamos ante un caso “normal” o si es necesario abordarlo de otra manera.

Causas y consecuencias del estrés infantil

Existen diversas causas que pueden producir que un niño sienta estrés. Se incluyen situaciones cotidianas, como el hecho de responder a las demandas y expectativas escolares o del hogar o establecer amistades, etc. Y, por otro lado, eventos más impactantes, como por ejemplo una separación, un divorcio, la muerte de una persona cercana o un cambio de residencia, son otros elementos a tener en cuenta para anticipar una situación de molestia.

Ahora, un estrés prolongado puede acarrear diversas consecuencias a nivel físico y mental. En el primer caso, se ha encontrado que puede producir presión arterial alta, debilitar el sistema inmunológico y/o contribuir a enfermedades como la obesidad o enfermedades cardíacas, según la Asociación Americana de Psicología (APA, 2019).

De igual modo, en el segundo caso, trastornos como la depresión o la ansiedad han sido manifestados en estudios como el de Bitsko et al. (2018). Estos autores encontraron que, según la Encuesta Nacional de Salud Infantil (National Survey of Children’s Health, NSCH), los diagnósticos de ansiedad y depresión en niños de entre 6 y 17 años aumentaron significativamente del 5.4 % en 2003 al 8.4 % en 2011-2012.

¿Cómo podemos identificar signos de estrés en los niños?

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Según la APA (2019), se sugiere estar atentos a diversos signos. Estos son:

Según la APA (2019), es importante estar atentos para poder identificar diversos signos de estrés que pueden indicar problemas en los niños. Estos incluyen cambios de comportamiento, como malhumor e irritabilidad, así como el alejamiento de situaciones que antes les resultaban placenteras.

También se puede observar una preocupación constante sobre situaciones cotidianas y un aumento en las quejas relacionadas con el colegio u otros entornos, que pueden manifestarse a través del llanto o reacciones de miedo excesivo, como aferrarse a un adulto. Además, pueden presentarse alteraciones en el sueño y la alimentación, junto con síntomas físicos, como dolores de estómago o de cabeza frecuentes que pueden dar cuenta de una situación de estrés significativo.

Recomendaciones para sobrellevar el estrés infantil

Es fundamental estar atentos a cualquier cambio comportamental que apreciemos en los niños, es decir, identificar signos de estrés. De igual manera, si observamos conductas inusuales en ciertos sitios, tenemos que saber que puede ser el resultado de una situación estresante.

Por otro lado, es importante destacar que es muy probable que los niños no estén familiarizados con este término. Sin embargo, podemos evidenciar muestras de ello a través de lo que expresan verbalmente. Por ejemplo, “no le agrado a nadie”, “todo sale mal”, “no me divierte nada”, “soy tonto”, entre otras, son algunas frases que exponen un alto nivel de molestia.

¿Qué pueden hacer los padres?

Luego de haber detectado este tipo de situaciones, los padres pueden tomar una serie de medidas para abordar el problema. Según la APA (2019), estas serían:

  • Fomentar un modelo de afrontamiento saludable: Los progenitores son los principales referentes sociales de los niños. En consecuencia, pueden compartir estrategias sobre cómo han afrontado, adecuadamente, sus propias situaciones de estrés.
  • Permitir que los niños resuelvan sus problemas: Si bien es cierto que todo padre quiere evitar el sufrimiento de sus hijos, esto no quiere decir que tengan la responsabilidad de solucionar todos sus conflictos. Es importante que los niños aprendan sobre sus propias experiencias y que tengan la oportunidad de poner a prueba sus habilidades para resolver conflictos. Promover que intenten resolver sus problemas será muy positivo para su autoestima, eso sí, procurando que el adulto ratifique y exponga que está acompañando y apoyándole.
  • Limitar el tiempo de pantalla: La exposición a medios digitales puede resultar ser una fuente de estrés, pues el libre acceso a información ilimitada y descontrolada puede ser abrumador. En consecuencia, se recomienda que los padres acompañen a sus hijos en su uso, promoviendo su capacidad para cuestionar y reflexionar sobre lo que observan y limitando el tiempo de pantalla, procurando que el uso que dé a estos dispositivos sean adecuados para su edad.  
  • Combatir las creencias erróneas: Los pensamientos negativos suelen ser comunes. No obstante, es necesario no solo limitarse a mostrar desacuerdo. Es necesario propiciar la reflexión sobre las palabras que el niño se dice mientras se rescata y valora aquellas experiencias de mucho esfuerzo. Esto es, situaciones que puedan hacer que el niño se sienta mejor consigo mismo. Darle una mirada positiva a dichos pensamientos y potenciar la capacidad de resiliencia es fundamental para la vida.

¿Qué pueden hacer los niños frente al estrés infantil?

Continuando con las recomendaciones, se propone que los propios niños también puedan tomar ciertas medidas con el objetivo de reducir el estrés infantil y sus consecuencias. Veámoslas a continuación.

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  • Descansar bien: El sueño es clave para alcanzar el bienestar físico y mental. Se recomienda un descanso de 9 a 12 horas diarias para los niños entre los 6 y 12 años. En consecuencia, el sueño tiene que ser tomado como un factor prioritario y protector. Asimismo, se aconseja limitar el tiempo de uso de pantalla y evitar efectuar actividades estimulantes antes de dormir.
  • Hacer actividad físicas: El ejercicio es una fuente de alivio de estrés a cualquier edad. En el caso de los niños y adolescentes se recomienda que se realice al menos 1 hora diaria.
  • Expresar las emociones: Es importante hablar abiertamente sobre las sensaciones que tienen los niños, por lo que el papel de un adulto es escuchar activamente y brindar apoyo.
  • Establecer un tiempo para el ocio: Los niños necesitan un espacio para disfrutar y relajarse, en el que puedan hacer actividades lúdicas, artísticas o musicales. Incluso, pueden disfrutar de un espacio en el que no hagan ninguna actividad concreta. Es necesario encontrar un equilibrio entre las actividades que les gusta realizar y las que son obligatorias, pero también, las que les permiten sentirse libres.
  • Pasar tiempo fuera: La naturaleza es un gran aliado cuando se trata de gestionar el estrés. Los espacios verdes generan bienestar y son altamente beneficiosos para el desarrollo general del niño.
  • Escribir las sensaciones: Poner en palabras nuestras preocupaciones puede reducir la angustia mental y contribuir al bienestar psicológico. Por otro lado, algunos expertos recomiendan que se centren los sentimientos de manera positiva. Por ejemplo, escribir sobre los logros, las cosas que se pueden agradecer o de las que nos sentimos orgullosos.
  • Mindfulness: Estudios afirman que una práctica continua de actividades que impliquen atención plena pueden contribuir a una mayor sensación de bienestar.

Conclusión

Como adultos, comprendemos que el estrés es necesario en nuestras vidas y, de una u otra manera, hemos encontrado estrategias que nos han permitido sobrellevarlo. Sin embargo, en el caso de los niños, estas situaciones pueden resultar abrumadoras e incómodas.

Así, las consecuencias del estrés infantil son fáciles si aprendemos a identificar signos de estrés en los niños. Algo fundamental para los padres y cuidadores. Por lo tanto, si observamos que el nivel de estrés es superior y afecta notablemente su desarrollo, es importante acudir a un profesional de la salud mental.

Referencias bibliográficas

  • Alvord, M. y Halfond, R. (2019). How to help children and teens manage their stress. American Psychological Association. https://www.apa.org/topics/child-development/stress
  • Alvord, M. y Palmiter, D. J. (2019). Identifying signs of stress in your children and teens. American Psychological Association. https://www.apa.org/topics/stress/children
  • Bitsko, R., Holbrook, J. R., Ghandour, R. M, Blumberg, S. J., Visser, S. N., Perou, R. y Walkup, J. T. (2018). Epidemiology and Impact of Health Care Provider–Diagnosed Anxiety and Depression Among US Children. Journal of Developmental & Behavioral Pediatrics, 39(5), 395-403. Doi: 10.1097 / DBP.0000000000000571