Esto es algo que ya conocemos. La ansiedad es una emoción humana normal que todos experimentamos en algún momento. Sin embargo, cuando esta emoción se torna abrumadora y persistente puede convertirse en un trastorno de ansiedad, lo que puede interferir significativamente con la vida cotidiana de una persona. Y es que, los trastornos de ansiedad son una de las formas más comunes de trastornos mentales, y su prevalencia global está en aumento. Por ello, para los psicólogos es crucial no solo reconocer y tratar los trastornos de ansiedad, sino también comprender los diagnósticos diferenciales para evitar errores en el diagnóstico y garantizar un tratamiento efectivo. Con lo que, veamos la importancia de los diagnósticos diferenciales de la ansiedad, destacando los desafíos y las estrategias para una evaluación precisa.

Definición de ansiedad y cuando pasa a trastorno

La ansiedad es una respuesta natural a situaciones percibidas como amenazantes. Básicamente, es una reacción que prepara al organismo para afrontar el peligro mediante la activación del sistema nervioso autónomo. Sin embargo, cuando esta se presenta de manera desproporcionada en relación con el estímulo y persiste durante largos períodos, puede clasificarse como un trastorno de ansiedad. Y, por mencionar algunos, vemos que entre los trastornos de ansiedad más comunes se encuentran el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), el trastorno de pánico, la fobia social y las fobias específicas.

La complejidad de los diagnósticos diferenciales

La importancia del diagnóstico diferencial en la ansiedad

Sabemos que estos diagnósticos diferenciales son cruciales en la práctica clínica para distinguir entre trastornos que presentan síntomas similares. Con relación al tema, la ansiedad, debido a su naturaleza omnipresente y variabilidad en la presentación, puede confundirse fácilmente con otros trastornos psicológicos y médicos.

¿Qué ocurre entonces? Que un diagnóstico incorrecto puede llevar a tratamientos inadecuados, prolongando el sufrimiento del paciente y aumentando el riesgo de complicaciones adicionales. Véase la prescripción de ansiolíticos sin una evaluación exhaustiva. Esto puede enmascarar problemas médicos subyacentes, como enfermedades cardíacas, que al no ser tratadas adecuadamente, pueden empeorar y causar complicaciones graves

Trastornos psicológicos muy parecidos

Si bien pudiera a simple vista parecer sencillo, existen varios trastornos psicológicos que pueden presentar síntomas similares a los de los trastornos de ansiedad, lo que complica el diagnóstico. Entre estos se incluyen:

Depresión

La comorbilidad entre la ansiedad y la depresión es alta. De hecho, los síntomas como la preocupación excesiva, la agitación y la dificultad para concentrarse son comunes en ambos trastornos. Sin embargo, la depresión se caracteriza por un estado de ánimo persistentemente bajo y la pérdida de interés en actividades, aspectos que pueden no ser prominentes en los trastornos de ansiedad (Kessler et al., 2015).

Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC)

El TOC y los trastornos de ansiedad, por su parte, también comparten la característica de la ansiedad intensa, pero el TOC se distingue por la presencia de obsesiones y compulsiones específicas. Con lo que se observa que, a menudo, los pacientes con TOC reportan preocupaciones que pueden parecerse a la ansiedad generalizada, pero las compulsiones repetitivas son un indicador clave del este (American Psychiatric Association [APA], 2013).

Y, ojo, aunque en el siguiente apartado se hable de ello, el trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo puede ser confundido con el TOC debido a la preocupación excesiva por el orden y el control, aunque en el trastorno de personalidad, estas características son más globales y persistentes en la vida del individuo.

Trastornos de la personalidad

A pesar de que no podemos indicar todos, algunos trastornos de la personalidad, como el trastorno límite de la personalidad, pueden presentar síntomas de ansiedad intensa. Esto hace que las crisis emocionales y el miedo al abandono puedan confundirse con trastornos de ansiedad, aunque la inestabilidad en las relaciones y la autoimagen son más pronunciadas en los trastornos de personalidad (Lieb et al., 2004).

Y no solo ese, el trastorno de personalidad evitativo donde se presenta una inhibición social extrema, sentimientos de insuficiencia e hipersensibilidad a la evaluación negativa, puede confundirse con fobia social o trastorno de ansiedad social. En vistas, sobre todo, a su intensa necesidad de cuidado y miedo al abandono, lo que puede parecer similar a la ansiedad de separación.

Y, por mencionar alguno más, el trastorno de personalidad paranoide, con su desconfianza y sospecha persistente hacia los demás, también puede ser confundido con un trastorno de ansiedad generalizada debido a la preocupación constante, pero la paranoia implica una desconfianza infundada y generalizada en las intenciones de los demás. 

Condiciones médicas imitadoras de la ansiedad

ansiedad

Hemos visto la parte más psicológica, por así decirlo, pero no hay que olvidar que también existen ciertas condiciones médicas que pueden imitar los síntomas de los trastornos de ansiedad, lo que subraya la importancia de una evaluación médica completa.

Hipertiroidismo

El hipertiroidismo puede causar síntomas de ansiedad como nerviosismo, irritabilidad, y palpitaciones. Por esto, la evaluación de la función tiroidea es esencial cuando se presentan tales síntomas para descartar causas médicas subyacentes. Y es que, el exceso de hormonas tiroideas acelera el metabolismo y afecta el sistema nervioso, lo que puede llevar a síntomas como nerviosismo, irritabilidad y palpitaciones. Estas hormonas en exceso pueden sobreestimular el sistema nervioso, provocando una respuesta similar a la ansiedad (Pasquali, 2017).

Trastornos cardíacos

En efecto, las arritmias cardíacas y otros problemas cardiovasculares pueden manifestarse con síntomas similares a los ataques de pánico, como palpitaciones y dificultad para respirar. Concretamente, las arritmias, como la fibrilación auricular o las taquicardias supraventriculares, pueden causar palpitaciones, sensación de latidos irregulares, mareos y dificultad para respirar, síntomas que también se observan en los ataques de pánico. Igual que la angina de pecho y los infartos de miocardio pueden presentarse con dolor torácico, disnea y ansiedad intensa (Zaubler y Katon, 1998).

Deficiencias nutricionales

Deficiencias de vitaminas como la B12 y el folato (conocido como ácido fólico o vitamina B9) también pueden contribuir a síntomas de ansiedad. Con lo que, en tales casos, un análisis de sangre puede ayudar a identificar y corregir estas deficiencias (Jacka et al., 2012).

Y es que, por si no lo sabías las deficiencias de estas vitaminas se relacionan con la ansiedad debido a su papel fundamental en la función del sistema nervioso y la producción de neurotransmisores. Con esto, la vitamina B12 es crucial para la formación de glóbulos rojos y la síntesis de ADN, así como para mantener la salud de las neuronas. Y su falta puede llevar a síntomas neurológicos y psiquiátricos como la ansiedad, depresión e irritabilidad. De manera similar, el folato es vital para la producción y reparación de ADN y ARN, y su carencia puede resultar en alteraciones del estado de ánimo y aumento de la ansiedad.

Estrategias para un diagnóstico diferencial preciso

Dada la complejidad de los diagnósticos diferenciales en la ansiedad, los profesionales de la salud debemos emplear estrategias sistemáticas para asegurar una evaluación precisa. Algunas pueden ser:

Historia clínica detallada

diagnóstico diferencial en la ansiedad

Elemento fundamental para identificar posibles causas y comorbilidades. Esto incluye antecedentes familiares de trastornos mentales, historial médico, y una descripción detallada de los síntomas y su evolución temporal.

Evaluaciones psicométricas

Las herramientas de evaluación psicométrica, como cuestionarios y escalas de autoinforme, pueden ser útiles para identificar síntomas específicos y su gravedad. Ejemplos, el Inventario de Ansiedad de Beck (Beck Anxiety Inventory, BAI, en inglés) y la Escala de Ansiedad Generalizada (Generalized Anxiety Disorder 7, GAD-7, en inglés) (Beck et al., 1988).

Evaluación médica

Ya hemos visto en los apartados anteriores las condiciones médicas que llamamos informalmente imitadoras de la ansiedad. Por ello, una evaluación médica completa debe ser parte del proceso diagnóstico para descartar condiciones médicas subyacentes. Teniendo en cuenta, por supuesto, pruebas de laboratorio y estudios de imagen, según sea necesario. Mismamente, en esto, por poner otros ejemplo, se requeriría si hay anemia, infecciones crónicas, como la enfermedad de Lyme, desequilibrios hormonales, como los que ocurren durante la menopausia… ¡E incluso el síndrome del intestino irritable!

Entrevistas estructuradas

No olvidar las entrevistas estructuradas, que siguen un formato estandarizado que asegura que todas las áreas relevantes sean cubiertas de manera consistente, lo que aumenta la fiabilidad y la validez del diagnóstico. Un ejemplo es la Entrevista Clínica Estructurada para el DSM (Structured Clinical Interview for DSM, SCID, en inglés), que puede proporcionar una evaluación sistemática y detallada de los síntomas y ayudar a diferenciar entre trastornos (First et al., 1996).

La importancia del diagnóstico diferencial en el tratamiento

Un diagnóstico preciso es crucial para el tratamiento efectivo de los trastornos de ansiedad. Y en esto, diferentes trastornos requieren enfoques de tratamiento específicos. Por ejemplo, el tratamiento del TOC a menudo incluye terapia de exposición y prevención de respuesta, mientras que el TAG puede ser tratado con una combinación de terapia cognitivo-conductual y medicación.

Consecuencias de un diagnóstico incorrecto

Como hemos comentado, como poco puede prolongar el sufrimiento del paciente y aumentar el riesgo de complicaciones adicionales. Mismamente, tratar la ansiedad como depresión puede resultar en el uso inapropiado de antidepresivos, que pueden no abordar eficazmente los síntomas de ansiedad y tener efectos secundarios innecesarios.

Múltiples desafíos

Confirmamos que el proceso de diagnóstico diferencial de los trastornos de ansiedad no está exento de desafíos. La variabilidad en la presentación de los síntomas, la comorbilidad con otros trastornos mentales, y la influencia de factores culturales y sociales pueden complicar la evaluación. Sumado a ello, la estigmatización de los trastornos mentales puede llevar a que los pacientes minimicen o no revelen ciertos síntomas, dificultando aún más el diagnóstico preciso.

Una solución en la formación y supervisión de los psicólogos

La formación continua y la supervisión son claves para los psicólogos en el manejo de los diagnósticos diferenciales de la ansiedad. Pues la educación en las últimas investigaciones y metodologías de evaluación, así como la supervisión regular de casos clínicos, puede mejorar significativamente la precisión diagnóstica y la efectividad del tratamiento.

Conclusión

Ojo, que siempre hay un pero. El proceso de diagnósticos diferenciales en trastornos de ansiedad, aunque necesario para un tratamiento efectivo y personalizado, presenta diversas limitaciones y desafíos que deben ser abordados. Pues la complejidad inherente a la presentación de los síntomas de ansiedad y su solapamiento con otros trastornos mentales y médicos puede llevar a una sobrecarga de información tanto para los profesionales como para los pacientes.

Y esta sobrecarga puede resultar en diagnósticos incorrectos o incompletos, afectando negativamente el tratamiento y prolongando el sufrimiento del paciente. Además, la variabilidad en la expresión de los síntomas y la influencia de factores culturales y sociales complican aún más la precisión diagnóstica. En fin, críticas que subrayan la necesidad de mejoras continuas en la metodología y formación clínica para asegurar evaluaciones más precisas y efectivas.

Referencias bibliográficas

  • American Psychiatric Association. (2013)Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). Arlington, VA: American Psychiatric Publishing.
  • Beck, A. T., Epstein, N., Brown, G. y Steer, R. A. (1988). An inventory for measuring clinical anxiety: Psychometric properties. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 56(6), 893-897.
  • First, M. B., Spitzer, R. L., Gibbon, M. y Williams, J. B. W. (1996). Structured Clinical Interview for DSM-IV Axis I Disorders, Clinician Version (SCID-CV). Washington, D.C.: American Psychiatric Press.
  • Hofmann, S. G., Asnaani, A., Vonk, I. J., Sawyer, A. T. y Fang, A. (2012). The Efficacy of Cognitive Behavioral Therapy: A Review of Meta-analyses. Cognitive Therapy and Research, 36, 427-440.
  • Jacka, F. N., Kremer, P. J., Berk, M., de Silva-Sanigorski, A. M. y Moodie, M. (2012). A prospective study of diet quality and mental health in adolescents. PLoS One, 6(9), e24805.