A lo largo de la historia han existido diversas enfermedades que suelen ser incapacitantes para el ser humano y una de ellas fue la peste negra. Imaginemos, por un momento, la época medieval, donde los avances médicos son escasos. Aún se piensa que la teoría de Hipócrates acerca de los humores son el reflejo de esta desconocida enfermedad. Imagina también, que las personas que presentaban dolores intensos de cabeza, así como otros síntomas neurológicos, eran tratados con el uso de sanguijuelas o sangrías. Ahora bien, en la actualidad, pese a todos los avances médicos realizados, no deja de ser una enfermedad peligrosa. Veamos más acerca de qué es la peste negra y el impacto que tiene en el cerebro humano.

Primero que nada, ¿qué es la peste negra?

Se trató de una pandemia que afectó en gran escala a la población Europea, aunque surgió en Asia y luego se propagó hasta la península de Crimea. Comenzó a principios del siglo XIV, y era conocida con nombres como la muerte negra, peste bubónica o simplemente peste.

La peste negra: Repercusiones neurológicas

Esta enfermedad que marcó la historia de la humanidad, es causada por la bacteria Yersinia Pestis. La misma, se propaga principalmente por picadura de pulgas infectadas o población de roedores.

Quizás, nos sean conocidas las túnicas empleadas por los médicos para tratar a los pacientes. Tal vestimenta constaba de una gran mascarilla con forma cónica que contenía paja, flores de lavanda o aromáticas. Sin embargo, a pesar de los intentos por protegerse, dicha enfermedad tuvo una tasa de mortalidad del 30% al 50% de la población en Europa. Siendo, aproximadamente, unas 75 y 200 millones de personas las que fallecieron de tal enfermedad (González, 2021). Un número de muertes que, sin duda alguna, resulta alarmante.

La peste negra en la actualidad…

Como ya adelantamos previamente, hoy en día, aún existen casos que pueden llegar a ser severos. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS), registra que esta enfermedad sigue afectando a un total de 3000 personas aproximadamente por año en el continente asiático, Sudamérica y Estados Unidos (National Geographic, 2021).

Pero entonces, ¿cómo afecta la peste negra al cerebro?

Retomando lo ya mencionado, la peste negra es una infección de tipo bacteriano que afecta a diversos sistemas fisiológicos del cuerpo, incluyendo de manera particular al cerebro. Y es que, la enfermedad, suele generar diversos estragos en este órgano.

Así, este tipo de peste puede llegar a causar meningitis meningocócica, caracterizada por la inflamación de las meninges cerebrales, afectando al sistema nervioso central (SNC), así como la medula espinal. Presenta síntomas diversos y variados, que pueden incluir fiebre, dolor de cabeza intenso, dolor en el cuello, ganglios linfáticos inflamados, confusión, somnolencia y vértigo, entre otros síntomas neurológicos. Además, en algunos casos llega a provocar cuadros de epilepsia, cambios de personalidad, convulsiones, e incluso alteraciones del habla y pérdida de memoria (Dewitte et al., 2023).

Principales zonas perjudicadas

En este sentido, afecta a las meninges del cerebro y al Polígono de Willis, zona de unión de arterias en la parte inferior del cerebro que suministran oxígeno. Dicho circuito de irrigación sanguíneo es importante debido a que entre los síntomas causados por la peste negra se encuentra el insomnio (Afifi, 2010). Y es que, una de las vías sanguíneas afectadas es la vertebrobasilar, estructura que conecta con el tronco encefálico y es donde se adheriere la bacteria Yersinia Pestis a neuronas que producen ácido gamma-aminobutírico (GABA), encargado de la producción del sueño.

Díada central

Por otra parte, en el centro del cerebro existen diferentes alteraciones en áreas talámicas e hipotalámicas. Veamos brevemente algunas de sus características relevantes:

  • Área talámica: Es la encargada del procesamiento sensorial y motriz. Esta zona es importante debido a su papel en las alteraciones de la realidad, es decir, cuando se producen alucinaciones, pues procesa información auditiva y visual. Además, los mecanismos emocionales se muestran alterados cuando la peste toma control en el área central del cerebro. De igual modo, al estar afectadas las emociones, se alteran circuitos que comunican la memoria y el comportamiento.
  • Hipotálamo: Guarda una fuerte relación con los trastornos de sueño. Por ende, está implicado en funciones de sistemas neuronales gabaérgicos de cara a la regulación del sueño. No se tiene que olvidar al núcleo supraquiasmático, en convivencia con un grupo numeroso de células que regulan el comportamiento fisiológico mediante el ritmo circadiano (Pinel, 2018).

Epilepsia y memoria: Una relación estrecha con la peste

Esta asociación es quizás una de los mayormente afectadas debido a que, en el transcurso de la peste, suelen quedar afectadas zonas temporales. Lo que puede traducirse en afectaciones en redes neuronales que trabajan en conjunto con áreas frontotemporales, dorsomediales del tálamo y temporotalámicas (implicadas en las alteraciones de conciencia, entre otros). Con esto, al existir un ataque epiléptico por peste, puede llegar a presentarse una alteración de consciencia así como de personalidad.

Generalmente, cuando se adhiere la bacteria Yersinia Pestis en células nerviosas, la nutrición de las neuronas se desequilibra. En consecuencia, el voltaje de estas se altera, generando una carga electroquímica irregular que conformará la génesis del primer ataque epiléptico (Martínez, 2019). Datos observados mayormente en la epilepsia del lóbulo temporal.

Ahora, al igual que se ve afectado el lóbulo temporal, es importante enfatizar que es justo en los lóbulos temporales donde el hipocampo habita. Una zona donde se almacenan cada uno de los recuerdos de la vida. Por ello, cuando la peste llega al centro del cerebro, afecta e incrementa la proteína TAU, generando que las neuronas se atrofien y no logren almacenar y enviar información a redes neuronales (Chakraborty et al., 2019).

Cambios de personalidad

Una de las modificaciones importantes dentro del campo neurológico es el referente a la personalidad, ya que estos sucesos se deben comúnmente a la alteración de dos estructuras en función del estado de ánimo: la corteza orbitofrontal, encargada de la toma de decisiones y el control de los impulsos, y la amígdala, responsable de procesar las emociones y las respuestas emocionales.

  • Corteza orbitofrontal: Cuando la bacteria se aloja en el área orbitofrontal, genera alteraciones electroquímicas. Estas afectan al tálamo, llegando a maximizar emociones como la tristeza o el enojo, por ejemplo. Efecto similar a la bipolaridad, un trastorno en el que existen diversos cambios neuronales por efecto químico y eléctrico (Martínez, 2019).
  • Amígdala: Cuando dicha región se ve afectada por la peste, se modifica la interacción entre la corteza orbitofrontal y el tálamo. Además, también está relacionada con el hipotálamo e hipocampo.

Conclusión

Durante la Edad Media, la peste negra fue un fenómeno aterrador que causó gran devastación y provocó un miedo generalizado en la población. No obstante, en la actualidad, a pesar de que siguen existiendo casos de esta enfermedad en diferentes partes del mundo, se cuenta con gran conocimiento científico y tecnológico que permite detectar con mayor precisión los signos y síntomas característicos de la enfermedad.

A pesar de contar con tales avances, su diagnóstico continúa siendo un desafío a causa de la complejidad de la enfermedad y la necesidad de un enfoque multidisciplinario. Por tal motivo, para su seguimiento y tratamiento resulta fundamental la intervención de especialistas tales como neurólogos, neuropsicólogos e infectólogos. En este sentido, si te interesa profundizar tu formación en el área clínica, te invitamos a conocer nuestro curso en neuropsicología clínica.

Referencias bibliográficas

  • Afifi A.K. y Bergman R. A. (2010). Neuroanatomía funcional. McGraw Hill.
  • Chakraborty, N., Gautam, A., Muhie, S., Miller, S. A., Moyler, C., Jett, M. y Hammamieh, R. (2019). The responses of lungs and adjacent lymph nodes in responding to Yersinia pestis infection: A transcriptomic study using a non-human primate model. Plos one14(2), e0209592. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0209592
  • Dewitte, A., Werkmeister, E., Pierre, F., Sebbane, F. y Bontemps-Gallo, S. (2023). A Widefield Light Microscopy-Based Approach Provides Further Insights into the Colonization of the Flea Proventriculus by Yersinia pestis. Applied and environmental microbiology, e0209122. Advance online publication. https://doi.org/10.1128/aem.02091-22
  • González, H. (2021). Pandemias en la historia: la Peste Negra y la gripe española, Covid-19 y crisis capitalista. Revista Chakiñan de Ciencias Sociales y Humanidades, (14), 130-145. https://doi.org/10.37135/chk.002.14.09.
  • Martínez, D. (2019). Epileptogenesis en ratones control [Vídeo]. Facebook. https://www.facebook.com/Neuropsicmartinez/videos/125074675484280
  • Martínez, D. (2021). Bases neurobiológicas del trastorno bipolar: El canal de calcio dependiente de voltaje [Discurso principal]. UNAM, México.
  • National Geographic. (2017). La Peste Negra sigue causando estragos en la actualidad. National Geographic. https://www.nationalgeographic.es/historia/la-peste-negra-sigue-causando-estragos-en-la-actualidad
  • Pinel, J. P. y Barnes, S. (2017). Biopsychology. Pearson.