Por medio de investigaciones científicas, cada día se conoce más sobre los efectos del consumo de alcohol durante el embarazo. Al ser uno de los principales teratógenos (sustancia que puede alterar o afectar el desarrollo normal del embrión) durante la gestación, puede generar importantes consecuencias. Esto ha dado como resultado la denominación de un nuevo síndrome, el síndrome alcohólico fetal. Un concepto que se ha ido transformando de un síndrome a un espectro alcohólico fetal con diferentes variantes, manifestaciones clínicas y estrategias de manejo. Además, es importante indicar que tiene consecuencias a nivel físico, cognitivo y emocional. Algunos de estos pueden llegar a desaparecer durante la niñez, pero otros se mantienen durante toda la vida y pueden desencadenar trastornos neuropsiquiátricos. En esta nota explicaremos más sobre el espectro que cada día toma más protagonismo.
Definición y origen del síndrome alcohólico fetal
El síndrome alcohólico fetal nace a través de la investigación de hijos de madres con alcoholismo (o dependencia del alcohol). En ellas, se observó la relación que tiene el consumo de alcohol con algunos problemas que presentaban los bebés durante la etapa de embarazo o después de su nacimiento.
La cantidad de resultados fue variable y dio origen a lo que se conoce como trastorno del espectro alcohólico fetal. La denominación del síndrome se asocia a trastornos en el neurodesarrollo.
Con el tiempo, se ha constatado que la exposición al alcohol genera un continuo de manifestaciones clínicas que abarcan problemas cognitivos, conductuales, físicos y adaptativos. A pesar del reporte sobre algunos cambios físicos, el 80-90% de los niños que lo padecen no presentan tales cambios.
Más incidencia de lo que parece
Los autores Sans-Fitó et al. (2019) indican que la prevalencia, a nivel mundial, se estima entre un 9-20 casos de cada 1000 recién nacidos. Asimismo, se considera que en los países industrializados este síndrome es la causa adquirida y, a la vez, el síndrome que se puede prevenir más común en los trastornos del neurodesarrollo.
Además de tener sus propios síntomas, puede generar una importante comorbilidad con diferentes trastornos como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o el trastorno oposicionista desafiante. Por otro lado, se ha encontrado que el síndrome es una de las causas más conocidas de déficit cognitivo. Esto se debe a que el alcohol es un teratógeno que durante el embarazo produce daños irreversibles en el sistema nervioso central.
Dependiendo de la etapa de embarazo en la que se encuentre la madre, va a tener una afectación específica. Es decir, si el consumo es en el primer trimestre hay más probabilidades de que el bebé presente anomalías faciales. Cuando es en el segundo trimestre, existe más riesgo de aborto espontáneo. Y, si ocurre en el tercer trimestre, disminuye el peso, longitud y crecimiento cerebral.
¿Cómo llega el alcohol al bebé durante el embarazo?
Se sabe que la composición de las sustancias alcohólicas atraviesan libremente la placenta. Por lo tanto, los niveles de alcohol en la sangre del bebé se acercan a los mismos de la madre aproximadamente a las 2 horas. Los problemas recaen en las dificultades que tiene el feto para una eliminación eficiente, lo que hace que esté mucho más tiempo expuesto.
En el caso del bebé, el alcohol se elimina de la bolsa amniótica en menor medida que lo hace el cuerpo de la madre. Asimismo, gran parte del alcohol se excreta en el mismo líquido amniótico. Por lo tanto, es reciclado por medio de la deglución fetal y la absorción intramembranosa.
Algunas de las alteraciones que puede generar en esta etapa son defectos en el cierre del tubo neural, problemas con la migración, alteraciones endocrinas y estrés oxidativo. Asimismo, el alcohol tiene la capacidad de generar una vasoconstricción en el cordón umbilical y en la placenta. Esto también incrementa la duración de la exposición del bebé a la sustancia debido a la disminución del flujo sanguíneo. Como consecuencia, disminuye la transferencia de la glucosa y los aminoácidos vitales para el proceso de desarrollo.
Manifestaciones clínicas del síndrome alcohólico fetal
El trastorno del espectro alcohólico fetal afecta a múltiples áreas en el desarrollo. En cada una de ellas podemos encontrar diferentes signos que no necesariamente se presentan en todos los casos o tipos pertenecientes al espectro en que se consumió alcohol durante el embarazo
Comenzaremos hablando sobre las manifestaciones clínicas conductuales en el síndrome alcohólico fetal. Estas, probablemente, son las que pueden generar un peor pronóstico a largo plazo. La afectación más significativa son las dificultades que tienen para desarrollar correctamente las habilidades sociales.
Asimismo, se observan dificultades en la autorregulación, lo que afecta notablemente al control de impulsos. Por lo tanto, podría generar problemas como agresividad, ira o poco control de situaciones con algún grado de dificultad.
Rasgos distintivos
En cuanto a las manifestaciones clínicas dismorfológicas, en el síndrome alcohólico fetal se observan diferentes rasgos físicos y algunos patrones en el crecimiento. Entre estos podemos encontrar:
- Microcefalia
- Fisuras palpebrales pequeñas
- Raíz nasal plana
- Surco nasolabial indiferenciados
- Labio superior delgado
- Parte superior de la oreja sin desarrollar
Asimismo, se encuentra un retraso en el crecimiento tanto en el embarazo como después del nacimiento. Sin embargo, este se va atenuando a medida que transcurre la infancia o cuando se llega a la adolescencia.
Por otro lado, existen dificultades en el desarrollo cognitivo. Entre ellas se observa una afectación en:
- Rendimiento cognitivo global
- Funciones ejecutivas
- Memoria y aprendizaje (verbal y no verbal)
- Motricidad
- Habilidades visoespaciales
- Atención
- Cognición social
Todas estas afectaciones, o manifestaciones clínicas del síndrome alcohólico fetal, tienen consecuencias a nivel escolar y social. La suma de todo ello puede generar importantes problemas de adaptación. En consecuencia, puede afectar notablemente la calidad de vida tanto de la persona que lo sufre como de su círculo cercano.
¿Qué implicaciones cerebrales tiene el síndrome alcohólico fetal?
El exponer a los bebés de manera prematura al alcohol genera una interferencia importante en el desarrollo de distintos mecanismos cerebrales. En el caso de la formación del sistema nervioso, afecta a los mecanismos de proliferación y migración celular. Asimismo, puede generar diferentes niveles de hipoxia, produciendo una muerte celular prematura. Durante el desarrollo, esto se traduce en dificultades de diversas habilidades.
Por medio de neuroimagen, los autores Sans-Fitó et al. (2019) indican que una de las principales consecuencias es la disminución del volumen cerebral global. Asimismo, se observa un adelgazamiento de la corteza cerebral, anomalías en el cuerpo calloso, ganglios basales e hipocampo.
¿Cuáles son los tipos de síndrome alcohólico fetal que entran dentro del espectro?
Para comenzar, es importante aclarar que no existen criterios diagnósticos universalmente aceptados para este espectro. Sin embargo, hay esquemas diagnósticos que se desarrollan por consenso de algunos expertos.
En este caso, nombraremos el realizado por Hoyme, Kalberg y Eliott (2016) citado por Sans-Fitó et al. (2019). Dentro de este síndrome existen 4 subtipos de trastornos, los cuales presentan sus propios criterios diagnósticos.
- En primer lugar, el síndrome alcohólico fetal. Cuando se trata de este síndrome, los niños presentan varias anomalías faciales, disminución del crecimiento corporal, problemas en el crecimiento cerebral y alteraciones neuroconductuales.
- En segundo lugar, el síndrome alcohólico fetal parcial. Para diagnosticarlo, los pacientes deben tener múltiples anomalías dismorfológicas (anteriormente nombradas), alteraciones cognitivas y de comportamiento.
- En tercer lugar, el trastorno del neurodesarrollo relacionado con el alcohol. Para que este pueda ser diagnosticado se debe tener documentada la exposición prenatal al alcohol. Además, hay presencia de afectaciones conductuales y puede presentar o no problemas cognitivos.
- Por último, los defectos fetales relacionados con el alcohol. En este caso, ha de estar documentada la exposición prenatal al alcohol. Asimismo, deben presentar una o varias malformaciones específicas demostradas como consecuencia de dicha exposición. Entre las malformaciones podemos incluir: cardíacas, esqueléticas, renales, visuales y auditivas.
¿Cómo se puede manejar el síndrome alcohólico fetal?
En el síndrome alcohólico fetal, la atención primaria dada por el pediatra toma protagonismo para un adecuado manejo. En ese caso, por medio de una correcta indagación se puede identificar de manera prematura a los niños afectados. También, se puede prevenir este síndrome en embarazos posteriores.
Asimismo, haciendo uso de un equipo multidisciplinar, se pueden proporcionar estrategias educativas para manejar el síndrome alcohólico fetal. Estas puedan ayudar tanto a los padres como a los cuidadores para un adecuado manejo de los menores. Algunas de los conceptos que se toman son:
- Enseñar que un entorno familiar afectivo y estable puede proteger de problemas a largo plazo.
- Generar guías sobre las dificultades neuroconductuales que se pueden presentar a corto y largo plazo. En ellas se deben incluir los problemas en la memoria, comportamiento y funciones ejecutivas. Asimismo, aclarar cuáles son los posibles síntomas del síndrome alcohólico fetal que pueden desarrollar para así poderlos manejar.
- Desarrollar expectativas adecuadas sobre lo que podría pasar.
- Enseñar técnicas de manejo de conducta.
- Preparar a los padres sobre los posibles cambios relacionados con la edad.
- Ayudar a reducir el estigma y la vergüenza.
- Evaluar a los miembros de la familia para el uso de sustancias y adicciones, dándoles ayuda para obtener un tratamiento oportuno.
- Identificar los posibles servicios de intervención a los que tengan derecho.
- Favorecer la formación y adaptación de los niños según las diferentes edades para ayudar a desarrollar habilidades en la vida diaria.
Conclusión
Para terminar, es importante aclarar que, a pesar de no ser un síndrome tan conocido, tiene una prevalencia alta en la población. Por lo tanto, es importante que todos tomemos conciencia del daño que puede generar el consumo de alcohol durante el embarazo. Las consecuencias se observan a nivel físico y cognitivo, y estas pueden mantenerse a lo largo de la vida.
Aunque no haya criterios diagnósticos universalmente aceptados se conoce que existe una buena cantidad de síntomas y que algunos de ellos son irreversibles. Además, estos no solo afectan el desarrollo del niño, sino que generan un impacto en todo el círculo familiar debido a las implicaciones que conlleva.
Por lo tanto, una evaluación oportuna y campañas para la prevención son fundamentales. Asimismo, es importante enseñar el manejo de las manifestaciones clínicas del síndrome alcohólico fetal. Y, aclarar que no se conoce cuál puede ser la cantidad mínima de consumo de alcohol. Por ello, es mejor abstenerse de consumir cualquier cantidad de alcohol durante el embarazo. Si te interesa acceder a una formación en el área clínica con casos reales, te recomendamos nuestro curso en trastornos del neurodesarrollo.
Referencias bibliográficas
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