En ocasiones, lo que más deseamos parece alejarse por nuestras propias decisiones. Prometemos cambiar, pero repetimos viejos patrones. Esta contradicción interna tiene nombre: auto-boycott. Comprender qué significa el sabotaje interno y por qué surge es el primer paso para salir del círculo. En esta nota, exploraremos sus raíces psicológicas y cómo transformarlo en una oportunidad de cambio.
¿Qué es el auto-boycott?
Decisiones, comportamientos o actitudes que interfieren con los propios objetivos dan lugar a lo que se conoce como auto-boycott. Incluso cuando se desea avanzar hacia una meta, como finalizar una carrera universitaria, iniciar un proyecto o sostener un vínculo, ciertas acciones tienden a ir en dirección contraria. Por ende, se genera una tensión difícil de explicar, donde lo que se planifica no se traduce en acciones coherentes (Rodríguez Canales y Uriol Alva, 2023).

Asimismo, las interferencias no siempre resultan visibles. A menudo se expresan mediante elecciones aparentemente justificadas: posponer actividades clave, evitar compromisos, elegir caminos que alejan del propósito inicial. Entonces, el núcleo del problema no radica en la conducta puntual, sino en la desconexión entre intención y acción.
Pero… ¿Por qué sucede?
En términos psicológicos, la conducta autolimitante se entiende como una forma de actuar en desacuerdo con las propias metas. No responde únicamente a falta de voluntad, sino a una contradicción interna que suele estar guiada por pensamientos, emociones o creencias que operan fuera de la conciencia. Así, aunque exista un deseo claro de avanzar, ciertos patrones conducen a decisiones que generan retrocesos, bloqueos o alejamiento de lo que se busca.
En tal sentido, el auto-boycott funciona como un mecanismo de defensa. Evita la exposición al riesgo, protege de la frustración, e incluso genera una falsa sensación de control. A pesar de que frena el crecimiento, ofrece una especie de alivio momentáneo frente a la tensión que implica progresar.
Auto-boycott y autoimagen
Por otro lado, creencias arraigadas sobre uno mismo inciden directamente en la aparición del sabotaje propio. Cuando se internalizan ideas como no lo merezco, no soy suficiente o no voy a poder, se reducen las posibilidades de evolucionar, incluso si el deseo está presente.
Tales creencias, muchas veces inconscientes, actúan como fronteras que delimitan nuestra conducta. Cuanto más rígida sea la identidad que intentamos preservar, más complicado se vuelve adoptar nuevas formas de actuar que impulsen el crecimiento o permitan enfrentar desafíos.
Hacia un posible abordaje: El rol de la terapia

Detectar los patrones en los que se manifiesta representa un punto de partida habitual del abordaje del auto-boycott. Reconocerlos ayuda a tomar distancia y observar qué situaciones lo activan. A partir de ahí, es posible comenzar a cuestionar ciertas ideas aprendidas que limitan, como creer que no se está a la altura o que fallar invalida el intento.
Dentro del contexto terapéutico, se trabaja en la autovaloración y la posibilidad de construir una imagen más flexible de uno mismo. No se trata de pensar en positivo sin fundamento, se trata de ampliar la mirada sobre las propias capacidades. De a poco, el objetivo es pasar de una respuesta automática a una elección más consciente, donde avanzar deja de ser una amenaza y empieza a sentirse como una posibilidad.
Y… ¿Cómo se detecta el auto-boycott?
La realidad es que no es tarea fácil. Lejos de ser evidente, el autobloqueo se disfraza de decisiones razonables o emociones pasajeras. Sin embargo, ciertas señales permiten entrever que hay algo más profundo en juego.
Una de las formas más comunes en que se manifiesta es a través de la postergación crónica. No se trata simplemente de dejar algo para más adelante, sino de alejarse, una y otra vez, de lo que resulta valioso. A ello, se suman dificultades para sostener compromisos, tomar impulso o mantener el foco en lo que importa. Poco a poco, dicha tendencia alimenta el malestar y hace que continuar parezca cada vez más cuesta arriba (Stamateas, 2021).
Las emociones también bloquean
Más allá de las acciones visibles, el sabotaje suele ir acompañado por un conjunto de emociones difíciles de gestionar. Una de las más frecuentes es la culpa, que aparece cuando se toma conciencia de haber evitado, una vez más, lo que se quería lograr. Una respuesta que suele mezclarse con frustración, especialmente al ver que el tiempo avanza sin cambios concretos.

Al mismo tiempo, es frecuente que surja la duda. No solo respecto a las propias capacidades, incluso sobre si vale la pena seguir intentando. De esta manera, la combinación emocional genera un círculo aún más complejo: cuanto más incómodo se vuelve el malestar, más difícil resulta tomar decisiones diferentes. Así, la conducta autolimitante desgasta también por dentro.
Comprender para transformar
En definitiva, el auto-boycott no representa una falla personal, es una señal que invita a mirar hacia adentro. Aparece cuando el deseo de progresar se cruza con temores, exigencias o ideas aprendidas que aún condicionan. En lugar de rechazar dicha contradicción, vale la pena abrir un espacio para comprender qué se busca proteger o evitar.
Por ello, dar un paso no siempre implica insistir con más fuerza, sino cambiar la forma en que se acompaña el propio proceso. A veces, avanzar comienza por escuchar. Entonces, más que preguntarse por qué no se logra cambiar, tal vez sea momento de indagar: ¿Qué parte necesita sentirse a salvo para poder intentarlo?
Referencias bibliográficas
- Rodríguez Canales, F. F. y Uriol Alva, A. del P. (2023). De la frustración recurrente al autosabotaje, un fenómeno psicosocial en la sociedad Peruana: From recurring frustration to self-sabotage, a psychosocial phenomenon in Peruvian society. LATAM Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades, 4(1), 1288-1298. https://doi.org/10.56712/latam.v4i1.33
- Stamateas, B. (2021). El auto-boicot: Cómo superar nuestros principales enemigos internos. Editorial Planeta.