El trastorno límite de la personalidad (TLP) se caracteriza por deficiencias en varios campos del procesamiento de la conducta y las emociones, incluida la desregulación de estas últimas, relaciones interpersonales intensas e inestables, propensión a la ira, comportamiento suicida recurrente y peculiaridades cognitivas. Como no puede ser de otro modo, el papel de la familia en la comprensión del trastorno es clave para una mejor relación con quien convive con TLP. Sin olvidar que esta, en sus actividades de gestión, cuidado, apoyo y convivencia con la persona que presenta el cuadro, también se ve impactada en lo económico, social y psicológico. Pues el TLP es un trastorno caracterizado por síntomas severos y duraderos. Así, si bien debe haber una intervención en la persona que lo presenta, no hemos de olvidar la importancia de aquella destinada a su núcleo familiar. Y, ligado a ello, la utilidad de un enfoque sistémico. Veamos.

El difícil papel de la comprensión en el TLP

En ocasiones, los progenitores reportan la dificultad que les supone comprender plenamente las necesidades expresadas por sus hijos o garantizarles la consecución de una autonomía emocional. Especialmente, durante la adolescencia.

TLP y familia: Cuando es necesario cuidar a quienes cuidan

Y es que, es en este periodo donde pueden existir más comportamientos impulsivos (p. ej., consumo de drogas), de mala regulación emocional (p. ej., arrebatos de ira), destructivos y suicidas que dan paso a una sensación de impotencia e incertidumbre en la relación con la persona. Algo que no es de extrañar cuando una de las características definitorias del TLP son las relaciones disfuncionales.

Siente que es una carga, que no tiene amigos y que otros están hablando de él. Tiene dificultades para separar sus problemas con los de los demás. Se culpa a sí mismo e interioriza sus sentimientos, lo que lleva a su automutilación (Miembro familiar) (Kay et al., 2018).

Cuando el dolor llega a la familia

Esto desemboca, a veces, en actitudes de sobreprotección y preocupación ansiosa por parte de los cuidadores en un entorno de alto conflicto. Como consecuencia, los familiares pueden presentar un nivel de malestar psicológico generalmente superior al de la población general.

No podía dejarla sola. Creo que las cosas que me dice son bastante duras. Está atrapada en su propio dolor. Es muy difícil para mí. Necesito que alguien diga que no soy malo para ella (Miembro familiar).

Tanto en sintomatología ansiosa, depresiva, dificultades relacionadas con el sueño, somatizaciones o actitud hostil (Martino et al., 2014).

Sigo tratando de ser consistente. Ella no puede entender que me sienta deprimido, pero también me siento triste (Miembro familiar).

Hacer frente a la culpa

No estoy segura de si debería hacerle preguntas sobre lo que ha hecho. Me culpo a mí misma porque fui estricta con él (Miembro familiar).

Se cree, de manera generalizada, que las familias de las personas con TLP se caracterizan por trastornos mentales graves o trastornos del apego. Y, aunque la psicopatología paterna y la poca calidez, hostilidad y castigo severo pueden ser factores de riesgo para su desarrollo, no son definitorias (Fossati y Somma, 2018).

Si se convierte en un peso

No sé cómo dirigirla en la dirección correcta. Nunca supe que estaba tan enferma, tomando drogas y lastimándose.

No puede huir de problemas reales. Estaba enfadado conmigo mismo. Nunca me comuniqué con mi hija. Algo tiene que cambiar. Simplemente no estaba ahí para ella (Miembro familiar).

Hay que tener en cuenta que el cuidador no tiene por qué ser responsable del desarrollo del trastorno, pero muchas veces sí está directamente implicado en las dinámicas interpersonales problemáticas.

Volverse el aliado

Sin embargo, sea como fuere, la culpabilización y exclusión que este pueda sentir han de transformarse en un papel cada vez más activo y cercano hacia la persona con TLP. En definitiva, de involucrarse en el tratamiento con una psicoeducación adecuada e interiorizar que son potenciales aliados en el manejo de las crisis. Esto primero es esencial, dado que tiende a reducir el estigma tanto internalizado como externalizado o ideas preconcebidas.

Habilidades para familias de personas con trastornos de la personalidad

Cuidar a quienes cuidan es la máxima que debería seguirse para cualquier intervención cuyo último fin es el empoderamiento familiar. Pues recordemos que es necesario cuidarse a sí mismo y estar adecuadamente capacitados para proporcionar atención a los demás.

  • Atender a los patrones y necesidades fundamentales de la relación mediante el modelado de habilidades de comunicación efectivas que no juzgan, validan, prestan atención y son apropiadas. Por ejemplo, las discusiones que parecen lógicas para la familia a menudo se interpretan emocionalmente como juicios o culpas para la persona con TLP.
  • Cubrir las necesidades de la relación al reducir la reactividad y aumentar las respuestas tranquilas y conscientes mediante la comprensión de las funciones del miedo, emoción y ansiedad. Pues, muchas veces, la desregulación emocional ocurre cuando la persona no es capaz de cambiar o aceptar partes de su experiencia emocional, lo que interfiere con su capacidad de funcionar.
  • No desatender las propias necesidades de salud mental y física, manteniéndose conectado con amigos y familiares.
  • Modelar una asertividad adecuada, estableciendo límites y reglas básicas para la relación.
  • Desarrollar planes de seguridad y estrategias de crisis cuando los problemas de salud mental se intensifican, contratando servicios de salud (Grenyer et al., 2019).

¿Hay una adecuada psicoeducación del TLP para las familias?

La gente se calla y el conocimiento no está fácilmente disponible. No ha habido información disponible para nosotros (Miembro familiar).

Los cuidadores pueden informan de problemas con el compromiso y la recepción de educación y apoyo de todo el espectro de proveedores de servicios de salud mental. Pues muchas veces, los proveedores de estos experimentan problemas con la comunicación, actitudes y propia alfabetización del TLP. Además, de la falta de recursos suficientes para responder eficazmente de muchos departamentos de emergencia.

Así, los médicos generales son considerados como la primera línea de contacto de atención médica en algunos países. Lo que conlleva que, en ocasiones, los sistema de hospitales públicos sean el principal soporte, con las dificultades de acceso al apoyo que implican. ¿Por qué puede ocurrir esto? O no existe tal apoyo, los cuidadores no se identifican con ellos o no son lo suficientemente conscientes de estos (Lawn y McMahon, 2015).

Conclusión

Si ya de por sí el propio término de TLP no tiene características básicas y es un diagnóstico altamente heterogéneo, los tratamientos y el manejo familiar son igual de dificultosos. Lo que se traduce en un proceso desafiante de adaptación y afrontamiento para todos. Un camino que se vuelve más pantanoso ante la falta de conocimiento, la incapacidad de sobrellevar la situación y el agotamiento por el estrés. Aspectos que se solventarían, en buena parte, por un mayor apoyo y reconocimiento hacia la familia de una persona con TLP.

Referencias bibliográficas

  • Florange, J. G. y Herpertz, S. C. (2019). Parenting in Patients with Borderline Personality Disorder, Sequelae for the Offspring and Approaches to Treatment and Prevention. Current psychiatry reports21(2), 9. https://doi.org/10.1007/s11920-019-0996-1
  • Fossati, A. y Somma, A. (2018). Improving Family Functioning to (Hopefully) Improve Treatment Efficacy of Borderline Personality Disorder: An Opportunity Not to Dismiss. Psychopathology51(2), 149–159. https://doi.org/10.1159/000486603
  • Grenyer, B. F. S., Bailey, R. C., Lewis, K. L., Matthias, M., Garretty, T. y Bickerton, A. (2019). A Randomized Controlled Trial of Group Psychoeducation for Carers of Persons With Borderline Personality Disorder. Journal of personality disorders33(2), 214-228. https://doi.org/10.1521/pedi_2018_32_340
  • Kay, M. L., Poggenpoel, M., Myburgh, C. P. y Downing, C. (2018). Experiences of family members who have a relative diagnosed with borderline personality disorder. Curationis41(1), e1–e9. https://doi.org/10.4102/curationis.v41i1.1892
  • Lawn, S. y McMahon, J. (2015). Experiences of family carers of people diagnosed with borderline personality disorder. Journal of psychiatric and mental health nursing22(4), 234-243. https://doi.org/10.1111/jpm.12193
  • Martino, F., Lia, L., Bortolotti, B., Menchetti, M., Monari, M., Ridolfi, M. E., Sanza, M., Sasdelli, A. y Berardi, D. (2014). The family of a patient with borderline personality disorder: burden of illness and interventions for caregivers. Rivista di psichiatria49(5), 199-206. https://doi.org/10.1708/1668.18258