Los beneficios del mindfulness son conocidos y su práctica se ha ido extendiendo. La alimentación consciente o mindful eating se basa en este para mejorar la relación con la alimentación en el día a día. Y es que, ¿cuántas veces hemos comido de forma automática o guiados por nuestras emociones? La respuesta, probablemente, sea que más de una vez. Un factor que tiene mucho que ver con ello es el ritmo de vida actual. Y si no, pensemos si en más de una ocasión, hemos terminado comiendo un tupper en el trabajo o en la biblioteca delante del ordenador mientras seguíamos trabajando. O puede que, tras un día ajetreado, hayamos llegado a casa y engullido lo primero que encontrásemos en la nevera. Así pues, el mindful eating es una innovadora práctica que tiene entre muchos de sus objetivos uno clave, prestar consciencia plena a la hora de comer.

Para empezar: ¿Qué es el mindfulness?

En los últimos años, la práctica del mindfulness ha cobrado relevancia en campos como la medicina y psicología. Ha demostrado, a través de estudios científicos, ser una estrategia efectiva para reducir el estrés, problemas físicos y psicológicos asociados. Además de mejorar la consciencia propia y el bienestar general.

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El mindfulness o “atención plena” se entiende como un estado de consciencia en el que prestamos atención a la experiencia presente (Brown y Ryan, 2003).

La práctica supone estar presente en el momento de una forma activa, sin interferir ni valorar la experiencia como positiva o negativa.

Además, encontraremos elementos como la aceptación de la experiencia, actitud compasiva hacia el sufrimiento, capacidad de observarse sin juzgar, observación del funcionamiento de la mente y la relación entre mente y cuerpo (Kabat-Zinn, 2007).

En la vida cotidiana, mindfulness significa focalizar la atención en lo que hacemos o sentimos, siendo conscientes de los procesos de la mente, cuerpo y conducta.

En otras palabras, se traduce en dedicar momentos a la observación y consciencia con distancia, pasando del “piloto automático” a la “responsividad” (esto es, a una respuesta de forma controlada).

De esta manera, el mindfulness cobra importancia ya que ayuda en la integración de distintos modelos terapéuticos.

Suponiendo una herramienta útil para diversas problemáticas psicológicas y físicas. La atención plena conforma, así, una estrategia para la regulación emocional, aceptación de la experiencia y desarrollo metacognitivo.

De ahí que en el ámbito de la alimentación y los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se haya investigado e incluido.

Y es que, se ha demostrado que aquellas terapias que incorporan técnicas basadas en la atención plena reducen la psicopatología (Garland, Gaylord y Park, 2009).

Cuando la alimentación supone un problema

¿Te suena la alimentación emocional?

Uno de los grandes problemas con la alimentación es que se trata de un proceso muy automático.

Nos alimentamos varias veces al día (desde el nacimiento), convirtiéndose en algo secundario frente a otras actividades.

Muchas personas expresan que comen “engullendo”, de manera muy rápida para trabajar, descansar e incluso no prestan apenas atención a la comida.

Esta alimentación automática es muy común, se tiende a no comer o comer sin hambre, por causas emocionales, de horario, falta de consciencia sobre las necesidades o elegir automáticamente la comida por su facilidad.

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Quizás nos suene el término de alimentación emocional o psicológica, entendida como el uso de la comida para afrontar emociones que no son agradables.

Para muchas personas, es la única forma conocida de evitar pensamientos y emociones negativas, provocando consecuencias en la salud física y mental.

El mindful eating promueve la atención, actitud de aceptación y distanciamiento de estos eventos.

¿Qué es el mindful eating?

La alimentación consciente pretende minimizar ese automatismo y desatención en relación a la comida, adaptando las prácticas del mindfulness.

De forma que, no solo se observa el comportamiento a la hora de comer, sino el estado emocional presente. Además, de los pensamientos y sensaciones.

Esta práctica mejora las reacciones a los antojos, el automatismo y la consciencia de las sensaciones. Lo que ayuda, de paso, a una mejor regulación del peso (Mantzios y Wilson, 2015). 

Ahora, esto no significa que la alimentación consciente sea una forma de dieta ni que busque la reducción del peso

Mindful eating es una manera de relacionarse con la experiencia del comer completa que puede cambiar algunos de los comportamientos que se asocian al sobrepeso.

Esta nueva vertiente puede ser útil en muchos de los siguientes comportamientos: hábitos poco saludables, ansiedad al comer, picoteo, sobrepeso y obesidad, atracones y bulimia. En especial, es útil para la comprensión, aceptación y observación de la comentada alimentación emocional o comer emocional.

Y es que, datos empíricos, tanto clínicos y muestras no clínicas, sugieren que niveles más altos de actuar con consciencia, reduciendo la reactividad, se asocian con menores niveles de psicopatologías (Sala et al., 2020).

¿Cómo se puede practicar el mindful eating?

Algunos enfoques de mindful eating

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  • El entrenamiento en mindful eating incluye el enfoque de la atención hacia la respiración. Logrando redirigir la atención cuando, inevitablemente, se traslada a otros estímulos internos o externos. De esta forma, mejora la consciencia y aceptación del presente, siendo la práctica básica para avanzar en las posteriores. 
  • Otra de las prácticas básicas dirige el enfoque de la atención hacia el cuerpo (o escaneo corporal). Esta se enfoca en cada parte del cuerpo, realizando un recorrido pausado y observando las sensaciones presentes, tomando consciencia de aquellas que van apareciendo. Con esto, además de la aceptación y acercamiento al cuerpo y sus sensaciones, se logra una mejor conexión mente-cuerpo. El objetivo es aumentar la atención consciente durante el día para mejorar el cuidado de las necesidades básicas físicas y emocionales. Y es que, una de las mejores formas de atención cotidiana se dirige hacia las sensaciones de hambre y saciedad antes, durante y tras la alimentación.
  • Asimismo, son importantes las prácticas enfocadas en la propia experiencia del comer consciente, es decir, con el alimento. En ellas, la reacción automática frente a un alimento o la observación de las características del mismo, de las sensaciones y emociones que produce. Se presta, de esta forma, atención plena hacia el alimento (olor, textura, temperatura, forma, color…), cuerpo (hambre, salivación, sabor, cambios…) y mente (ganas, pensamientos, dispersión, rechazo…) en ese momento.
  • Por último, se encuentran aquellas dirigidas a “estar” con las emociones y pensamientos que aparecen en el día a día. Estos eventos se vinculan con la alimentación emocional y los trastornos alimentarios. Consisten en una serie de prácticas más complejas dirigidas al perdón, vergüenza, culpa o enfado, entre otros.

Conclusión

Las bases del mindfulness se adaptan en el mindful eating para aplicarse en distintos comportamientos automáticos, problemáticas y experiencias relacionadas con la alimentación. Aceptación, compasión, curiosidad y comprensión son los componentes principales.

En mindful eating no solo se trabaja con las sensaciones físicas relacionadas con la alimentación. Sino que se va más allá al comprender la experiencia completa, abordando de forma integral y logrando una mejora en los automatismos alimentarios.

De este modo, se recalca la importancia de aprender la relación con la alimentación, no buscando la pérdida de peso, más bien el aumento del bienestar, sensación de consciencia, control y disfrute pleno.

Referencias bibliográficas

  • Brown, K. y Ryan, R. (2003). The benefits of being present: Mindfulness and its role in psychological well-being”. Journal of Personality and Social Psychology, 84(4), 822-848. Doi: 10.1037/0022-3514.84.4.822
  • Garland, E., Gaylord, S. y Park, J. (2009). The role of mindfulness in positive reappraisal. Explore: The Journal of Science and Healing, 5(1), 37-44. Doi: 10.1016/j.explore.2008.10.001
  • Kabat-zinn, J. (2007). La práctica de la atención plena. Kairós.
  • Mantzios, M. y Wilson, J. C. (2015). Mindfulness, Eating Behaviours, and Obesity: A Review and Reflection on Current Findings. Current Obesity Reports, 4, 141-146. Doi: 10.1007/s13679-014-0131-x
  • Sala, M., Ram, S. S., Vanzhula, I. A. y Levinson, C. A. (2020). Mindfulness and eating disorder psychopathology: A meta‐analysis. 18. Doi: 10.1002/eat.23247