Los trastornos alimentarios afectan significativamente la salud física y emocional de quienes los padecen. En este contexto, la vergüenza ha sido identificada por diversos estudios como una emoción clave en su desarrollo y mantenimiento de dichos trastornos. Por ello, la misma se ha convertido en un factor crítico a considerar en la intervención terapéutica. Pero, ¿de qué manera la vergüenza contribuye a los trastornos alimentarios? ¿Qué implicaciones tiene esta emoción para la recuperación?
La influencia de la vergüenza en la conducta alimentaria
Caracterizada por una evaluación negativa del propio ser, puede generar sentimientos de insuficiencia y desesperanza, dificultando el bienestar emocional. En el marco de los trastornos alimentarios, dicha emoción se manifiesta a través de la percepción negativa de la imagen corporal y la relación con la comida. Mismamente, se estima que las personas que experimentan altos niveles de vergüenza tienden a desarrollar una relación disfuncional con la alimentación.
En muchos casos, las manifestaciones de los síntomas oscilan entre la restricción extrema y la sobrealimentación compulsiva. Es así que el ciclo descrito, perpetúa el malestar emocional y refuerza comportamientos perjudiciales. Como resultado, la recuperación se dificulta y aumenta el riesgo de recaídas (Nechita et al., 2021).
Tipos de vergüenza en los trastornos alimentarios

Se han identificado distintos tipos de esta emoción con efectos variables en la conducta alimentaria. En particular, la vergüenza corporal resulta central. Relacionada con la percepción negativa de la imagen personal, conduce a una autoevaluación crítica constante. Además, es frecuente la adopción de conductas restrictivas para alcanzar estándares irreales de delgadez.
Por otro lado, la vergüenza alimentaria (también fundamental) se centra en los hábitos de consumo de alimentos. Dicho subtipo desencadena sentimientos de culpa y autorrechazo tras episodios de ingesta percibidos como inadecuados. En último lugar, cabe señalar que ambas formas de vergüenza actúan como factores de riesgo y mantenimiento, influyendo en la gravedad de los síntomas y la respuesta al tratamiento.
Factores psicológicos y sociales asociados a la vergüenza corporal
Existen diferentes factores que influyen en la aparición de la vergüenza en personas con trastornos alimentarios. Entre los más comunes se encuentran la baja autoestima, la autocrítica excesiva y la presión sociocultural en torno a la delgadez y la imagen corporal. Asimismo, las experiencias de discriminación y estigmatización también la intensifican, aumentando la vulnerabilidad a desarrollar conductas alimentarias disfuncionales.
Análisis de la prevalencia en los trastornos alimentarios

Ya hemos mencionado que diversas investigaciones han revisado el vínculo entre la vergüenza y los trastornos alimentarios. Específicamente, un metaanálisis publicado en la revista The International journal of eating disorders analizó 195 estudios y encontró una asociación significativa entre estos dos términos.
Además, la vergüenza corporal y la relacionada con la alimentación son los tipos más fuertemente vinculados con la sintomatología de esta clase de trastornos. En particular, se ha observado que la vergüenza alrededor de la alimentación incrementa la probabilidad de episodios de atracón, mientras que la vergüenza corporal se asocia con una mayor insatisfacción con la imagen y comportamientos de evitación social.
Otro estudio: Género y trastornos alimentarios
Por otro lado, un segundo estudio publicado en la revista Eating and weight disorders: EWD, exploró cómo la prevalencia de los trastornos alimentarios varía en diferentes regiones y entre géneros. Así, el análisis subrayó que las mujeres son particularmente vulnerables debido a factores culturales y sociales, aunque también reconoció un aumento en el reconocimiento de estos trastornos en hombres (Qian et al., 2022).
Implicaciones clínicas de los hallazgos
Los investigadores destacaron la importancia de considerar la vergüenza como un componente central en el desarrollo de estrategias de prevención e intervención. Especialmente, subrayaron su valor en contextos clínicos donde el reconocimiento temprano mejoraría los resultados terapéuticos.
Asimismo, las intervenciones psicológicas planificadas para abordar sus raíces emocionales, serían idóneas. En este punto, hablaríamos de estrategias que ayudan a reducir los sentimientos de insuficiencia, así como también, a fomentar una relación más saludable con el cuerpo y la alimentación.
Estrategias terapéuticas recomendadas

Desde una perspectiva clínica, los resultados subrayan la importancia de abordar esta emoción en el tratamiento de los trastornos alimentarios. Así, es destacable la incorporación de estrategias terapéuticas como la terapia de aceptación y compromiso (ACT) o la terapia cognitivo-conductual (TCC) adaptada para trabajar la autocompasión, las cuales han demostrado ser eficaces en la reducción de la vergüenza y en la mejora de la relación con la alimentación y la autoimagen.
Adicionalmente, queremos hacer hincapié en la necesidad de que las intervenciones vayan más allá de trabajar directamente con las personas afectadas. En esta línea, es necesario fomentar cambios en las actitudes sociales, hacia la apariencia física y los hábitos alimenticios. En particular, las campañas de sensibilización pública son una herramienta efectiva para reducir el estigma asociado con los trastornos alimentarios y la búsqueda de ayuda (Qian et al., 2022).
Conclusión
La vergüenza tiene un rol central en el desarrollo y mantenimiento de los trastornos alimentarios, afectando la relación de la persona con su cuerpo y la comida. Resulta destacable que las estrategias terapéuticas centradas en la reducción de esta emoción, demostraran ser eficaces. Sin embargo, es importante seguir explorando enfoques que integren un abordaje multidimensional. Lo anterior, implica considerar factores individuales, sociales y culturales que perpetúen el mencionado sentimiento y obstaculicen la recuperación.
En este sentido, ¿cómo pueden las intervenciones a nivel comunitario contribuir a desmitificar la vergüenza asociada con los trastornos alimentarios? Sin lugar a dudas, creemos que la promoción de una imagen corporal positiva y la educación en salud mental serían claves para prevenir estos trastornos desde edades tempranas. Para conocer y profundizar en el uso de herramientas DBT aplicadas a los trastornos de la conducta alimentaria, te invitamos a nuestro curso en habilidades DBT-ED.
Referencias bibliográficas
- Nechita, D. M., Bud, S. y David, D. (2021). Shame and eating disorders symptoms: A meta-analysis. The International journal of eating disorders, 54(11), 1899-1945. https://doi.org/10.1002/eat.23583
- Qian, J., Wu, Y., Liu, F., Zhu, Y., Jin, H., Zhang, H., Wan, Y., Li, C. y Yu, D. (2022). An update on the prevalence of eating disorders in the general population: a systematic review and meta-analysis. Eating and weight disorders: EWD, 27(2), 415-428. https://doi.org/10.1007/s40519-021-01162-z