La depresión en la tercera edad presenta particularidades que requieren intervenciones específicas. Esta nota explora la presentación de la depresión en ancianos, así como los pasos fundamentales para su abordaje y tratamiento. Desde la evaluación multidimensional hasta las opciones terapéuticas, se brinda una resumida, y siempre insuficiente, guía para ayudar a los profesionales de la salud a entender y tratar el trastorno en esta población. ¿Cuáles son las características particulares de la depresión en ancianos? ¿Qué abordajes terapéuticos son mas pertinentes?
Algunas particularidades
La depresión en ancianos se presenta con características diferentes a las de la depresión en adultos jóvenes. Así, aunque la gravedad del trastorno parece mantenerse estable a lo largo de la vida, lo que realmente diferencia la depresión en la mediana y la tercera edad son las peculiaridades cualitativas en su presentación clínica.
Disforia y anhedonia en ancianos
Por ejemplo, los dos síntomas principales del trastorno depresivo mayor según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-V, en inglés), el estado de ánimo deprimido (tristeza o disforia) y la pérdida de interés (anhedonia), pueden manifestarse de manera diferente en los adultos mayores en comparación con los jóvenes.
Además, los ancianos suelen experimentar otros síntomas, como la culpa inapropiada o los sentimientos de inutilidad. Esto, aunado al imaginario social construido alrededor de la tercera edad, que tiende a infantilizar a las personas, converge en una experiencia de este cuadro distinta (Zenebe et al., 2021).
Así, en los ancianos, la disforia puede estar ausente en la depresión, lo que se conoce como depresión sin tristeza. En su lugar, estos suelen manifestar dificultades para dormir, falta de esperanza, pérdida de apetito y pensamientos de muerte. Por otro lado, la pérdida de interés o placer en actividades que antes eran agradables, es más pronunciada en el sector de la tercera edad, y tienden a ser más apáticos.
Pasos a seguir en el abordaje de la depresión en ancianos
De esta manera, un abordaje adecuado involucra la construcción de estrategias de intervención pertinentes y personalizadas, compuestas de forma general, por la siguiente serie de pasos:
- Una evaluación multidimensional de la persona mayor, incluyendo una evaluación médica, psicológica y social.
- Identificación de los síntomas de depresión, a la vez que se descartan otras condiciones médicas que puedan estar causándolos.
- Confirmación del diagnóstico de depresión y evaluación de la gravedad de los síntomas.
- Consideración de tratamiento farmacológico y no farmacológico, incluyendo la terapia cognitivo-conductual, la terapia interpersonal y la terapia de estimulación cognitiva.
- Realización de un seguimiento y una evaluación periódica para monitorear la respuesta al tratamiento y prevenir la recurrencia del cuadro.
- Promoción de un estilo de vida activo y saludable, incluyendo actividad física, socialización y estimulación cognitiva como factores protectores contra el trastorno.
Tener en cuenta las condiciones médicas
Es particularmente importante evaluar otras condiciones médicas debido a varias razones. En primer lugar, esta población tiene una mayor probabilidad de tener múltiples condiciones médicas crónicas, como enfermedades cardiovasculares, diabetes, entre otras (Bradley et al., 2016).
En segundo lugar, los ancianos tienen una mayor sensibilidad a los efectos secundarios de los fármacos. Además, suelen estar atravesando más de un tratamiento y, por ello, tomando múltiples medicamentos, lo que aumenta el riesgo de interacciones medicamentosas.
En tercer lugar, tienden a tener una mayor probabilidad de experimentar discapacidad y limitaciones funcionales, lo que puede afectar su calidad de vida. Por lo tanto, es particularmente importante evaluar y tratar cualquier condición médica que pueda estar afectando su estado de ánimo y salud mental, de cara a poder prevenir cuadros depresivos (Sekhon et al., 2023).
Evaluación psicológica, sin olvidar la social
Es probable que los ancianos experimenten, además, cambios emocionales y cognitivos relacionados con el envejecimiento, como la pérdida de memoria, disminución de la capacidad de atención y de la capacidad de resolución de problemas. Aún más, la probabilidad de que experimenten eventos estresantes de la vida, como la pérdida de un ser querido, la jubilación o la pérdida de independencia, es mayor a la de una persona más joven, y tiene una fuerte incidencia.
Por otro lado, el aislamiento social y la soledad tienden a ser un factores importantes que aumentan el riesgo de depresión. Por ello, tanto la evaluación psicológica y social constituyen abordajes pertinentes que permiten ayudar a identificar cualquier problema relacionado a estas áreas, y proporcionan información necesaria para construir intervenciones y tratamientos que mejoren la calidad de vida (Fiske et al., 2009).
Tres abordajes psicoterapéuticos para la depresión en la tercera edad
Las características que destacan a los tres tipos de abordajes psicoterapéuticos anteriormente nombrados están vinculadas, justamente, a las particularidades que tiene la depresión en ancianos.
Terapia cognitivo-conductual
Este tipo de terapia engloba un enfoque terapéutico que se centra en la identificación y modificación de los patrones de pensamiento y comportamiento negativos que pueden estar contribuyendo a la depresión. Por ello, permite ayudar a los ancianos a identificar y cambiar pensamientos y creencias que estén contribuyendo en el desarrollo del cuadro. Además, ayuda a desarrollar habilidades para manejar el estrés y mejorar la capacidad para resolver problemas, contrarrestando los sentimientos de inutilidad y dependencia.
Terapia interpersonal
Constituye un tratamiento terapéutico que se centra en la identificación y resolución de problemas interpersonales que contribuyen a la depresión. Así, ayuda a mejorar habilidades de comunicación y resolver conflictos interpersonales que tienden a afectar las salud mental. Además, también se enfoca en el desarrollo de relaciones más satisfactorias y significativas.
Terapia de estimulación cognitiva
Finalmente, este tipo de terapia se centra en la estimulación cognitiva y la mejora del funcionamiento cognitivo. Por ello, brinda un marco terapéutico efectivo que tiene como objetivo mejorar la memoria, atención y capacidad de resolución de problemas, lo que permite reducir el riesgo de depresión a través de diferentes intervenciones.
Un estilo de vida activo y saludable en la vejez
A su vez, las razones acerca de por qué es importante promover un estilo de vida activo y saludable son, también, varias. Una de ellas está vinculada al ejercicio físico regular. Pues este, aumenta la producción de endorfinas, sustancias químicas en el cerebro que reducen el dolor, pero también mejoran el estado de ánimo (Kok y Reynolds, 2017).
Además, una dieta saludable mejora la salud física y mental. Proporcionando los nutrientes necesarios para mantener a las personas saludables y reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas que afectan o suelen padecer las personas mayores.
Por último, el sueño adecuado es importante para la salud mental de los individuos, particularmente de los ancianos. Dado que estos suelen experimentar cambios en los patrones de sueño relacionados con el envejecimiento, como la dificultad para conciliar el sueño y la interrupción del sueño durante la noche (Devita et al., 2022).
Conclusión
La comprensión de las diferencias cualitativas y la aplicación de enfoques personalizados son esenciales para ayudar a esta población a prevenir padecer cuadros de depresión. Así, al considerar tratamientos farmacológicos y terapias, además de promover un estilo de vida saludable, podemos contribuir a mejorar la calidad de vida de quienes han llegado a la tercera edad. En esto, la atención integral siempre será fundamental para afrontar este desafío de manera respetuosa y eficaz. Si te interesa la psicología aplicada a la vejez, te recomendamos nuestro curso en psicogerontología.
Referencias bibliográficas
- Bradley, B., Backus, D. y Gray, E. (2016). Depression in the older adult: What should be considered? The Mental Health Clinician, 6(5), 222-228. https://doi.org/10.9740/mhc.2016.09.222
- Devita, M., De Salvo, R., Ravelli, A., De Rui, M., Coin, A., Sergi, G., Snr y Mapelli, D. (2022). Recognizing depression in the elderly: Practical guidance and challenges for clinical management. Neuropsychiatric Disease and Treatment, 18, 2867-2880. https://doi.org/10.2147/ndt.s347356
- Fiske, A., Wetherell, J. L. y Gatz, M. (2009). Depression in older adults. Annual Review of Clinical Psychology, 5(1), 363-389. https://doi.org/10.1146/annurev.clinpsy.032408.153621
- Kok, R. M. y Reynolds, C. F., III. (2017). Management of depression in older adults: A review. JAMA: The Journal of the American Medical Association, 317(20), 2114. https://doi.org/10.1001/jama.2017.5706
- Ribeiro, O., Teixeira, L., Araújo, L., Rodríguez-Blázquez, C., Calderón-Larrañaga, A. y Forjaz, M. J. (2020). Anxiety, depression and quality of life in older adults: Trajectories of influence across age. International Journal of Environmental Research and Public Health, 17(23), 9039. https://doi.org/10.3390/ijerph17239039
- Sekhon, S., Patel, J. y Sapra, A. (2023). Late-Life Depression. StatPearls Publishing.
- Zenebe, Y., Akele, B., W/Selassie, M. y Necho, M. (2021). Prevalence and determinants of depression among old age: a systematic review and meta-analysis. Annals of General Psychiatry, 20(1). https://doi.org/10.1186/s12991-021-00375-x