La regresión en el desarrollo infantil es un fenómeno intrigante y complejo que desafía las expectativas de un progreso lineal en el crecimiento de los niños. Si bien tal alteración es ampliamente reconocida en trastornos del neurodesarrollo, las causas subyacentes y las trayectorias de dicho fenómeno siguen siendo un enigma. Sin embargo, se sabe que las condiciones familiares estresantes desempeñan un papel crucial en el proceso. En esta nota, exploraremos las posibles causas, consecuencias e intervenciones para la regresión infantil, basándonos en investigaciones actuales.
¿De qué estamos hablando?

A menudo se confunde con términos como retroceso o pérdida de hitos. Sin embargo, la regresión infantil implica una pérdida significativa de habilidades previamente adquiridas. Por ejemplo, un infante que solía decir palabras de manera regular deja de hablar, o un bebé que solía gesticular y hacer contacto visual pierde su capacidad de respuesta social. Asimismo, pese a su relevancia, no está claramente definida en los manuales diagnósticos, lo que complica su identificación y estudio.
¿Qué condiciones la provocan?
Se observa con frecuencia en distintos trastornos del neurodesarrollo. Por ejemplo, en el caso del autismo, la regresión suele manifestarse entre los 18 y 24 meses de edad, afectando principalmente el lenguaje hablado y las habilidades sociales. A su vez, en el síndrome de Rett, la alteración se presenta con una pérdida de habilidades motoras y de comunicación, acompañada de movimientos estereotipados de las manos. Consecuentemente, han surgido diversas hipótesis para explicar la pérdida de funciones, que van desde respuestas inmunitarias proinflamatorias, hasta procesos neurobiológicos como la poda sináptica.
De hecho, algunos estudios identificaron mutaciones genéticas asociadas con una mayor probabilidad de experimentar regresión. También se observaron una mayor frecuencia de enfermedades autoinmunes en familiares, lo que sugiere un componente inmunogenético relevante que aún necesita mayor exploración (Furley et al., 2023).
Regresión y desigualdad social

Concomitantemente, el entorno familiar constituye un factor determinante en el desarrollo infantil. Las condiciones estresantes (como la tensión económica y los problemas de salud mental de los cuidadores a cargo), pueden influir significativamente en el proceso evolutivo de los niños. En efecto, tales aspectos afectan el entorno de aprendizaje y el ambiente psicosocial en el hogar, lo que tiene un impacto negativo en el desarrollo socioemocional y cognitivo de las infancias.
Los niños de familias vulneradas no solo están más expuestos a situaciones estresantes, sino que también tienden a ser más susceptibles a sus efectos negativos. Precisamente, la falta de recursos económicos y redes de apoyo aumenta la vulnerabilidad de estos niños, lo que a su vez conduce a alteraciones en el desarrollo infantil (Oude Groeniger et al., 2023).
Consecuencias cognitivas y sociales
En tal sentido, la regresión infantil tiene consecuencias significativas en el desarrollo cognitivo, social y emocional. Quienes experimentan dicho fenómeno, a menudo, muestran un menor rendimiento cognitivo y mayores dificultades en la comunicación y la interacción social.
Si bien el impacto varía según el diagnóstico subyacente, se ha observado que los niños con pérdida en habilidades previamente adquiridas suelen requerir apoyos más intensivos a largo plazo. En el caso del autismo, por ejemplo, los estudios muestran un vínculo entre la regresión y una mayor prevalencia de discapacidad intelectual, así como un pronóstico más complejo en términos de funciones adaptativas (Furley et al., 2023).

¿Y qué impacto tiene en las familias?
Todo lo anteriormente mencionado no solo afecta a las infancias, sino también a sus familias. Los padres de niños que experimentan regresión suelen reportar niveles más altos de estrés y ansiedad. Además, la incertidumbre sobre el futuro desarrollo de sus hijos puede generar sentimientos de pérdida y tristeza en los cuidadores.
¿Es posible prevenir o intervenir?
La identificación temprana de la regresión infantil es fundamental para implementar intervenciones efectivas. Lamentablemente, hoy día existe una falta de consenso en la definición y la variabilidad en la presentación de este fenómeno, dificultando su diagnóstico. En tal sentido, se vuelve necesario desarrollar medidas estandarizadas y herramientas de evaluación para lograr una detección más temprana y precisa.
Teniendo en cuenta lo anterior, la investigación futura debería centrarse en comprender los mecanismos subyacentes a la pérdida de habilidades adquiridas. Asimismo, el enfoque transdiagnóstico (que considera la regresión como un síntoma dimensional en lugar de un diagnóstico específico), podría proporcionar una visión más completa.
Debemos mirar más allá del síntoma
Sin dudas, la regresión infantil es un fenómeno complejo que involucra la pérdida de habilidades previamente adquiridas en los niños. Aunque se observa con frecuencia en trastornos del neurodesarrollo, las causas subyacentes y sus trayectorias siguen siendo un enigma. Además, como se ha detallado, las condiciones familiares estresantes desempeñan un papel crucial en tal alteración, especialmente en familias vulneradas.
Abordar esta problemática requiere avanzar hacia el desarrollo de herramientas estandarizadas que faciliten la detección temprana de la regresión infantil. Al mismo tiempo, resulta clave adoptar un enfoque transdiagnóstico que permita comprender dicho fenómeno como una manifestación dimensional del desarrollo, más que como un diagnóstico aislado o exclusivo de ciertos trastornos.
Referencias bibliográficas
- Furley, K., Mehra, C., Goin-Kochel, R. P., Fahey, M. C., Hunter, M. F., Williams, K. y Absoud, M. (2023). Developmental regression in children: Current and future directions. Cortex; a Journal Devoted to the Study of the Nervous System and Behavior, 169, 5-17. https://doi.org/10.1016/j.cortex.2023.09.001
- Oude Groeniger, J., Houweling, T. A. J., Jansen, P. W., Horoz, N., Buil, J. M. y van Lier, P. A. C. (2023). Social inequalities in child development: the role of differential exposure and susceptibility to stressful family conditions. Journal of Epidemiology and Community Health (1979), 77(1), 74-80. https://doi.org/10.1136/jech-2022-219548































