La infancia es un período donde el crecimiento y desarrollo se encuentra marcado por una serie de aspectos vitales en la formación del individuo. Uno de estos factores que ha capturado la atención de científicos y padres es el proceso de adquisición y consolidación de la memoria en los niños. Sin embargo, hay un elemento que, a menudo, pasa desapercibido pero que desempeña un papel significativo en la formación y fortaleza de la memoria en la niñez, el sueño. ¿Cómo se relaciona el sueño en los niños con la retención de información? ¿Afecta la consolidación de recuerdos y el rendimiento cognitivo en los más pequeños?

El sueño en los niños: Un elemento de salud

El sueño en los niños, sin dudas, es un proceso fisiológico esencial y dinámico que influye de manera crítica en su salud y desarrollo. El mismo, cumple diversas funciones vitales, como el crecimiento, el aprendizaje, la memoria, regulación del comportamiento y fortaleza inmunológica. Si te interesa profundizar en técnicas de evaluación, diangóstico y abordaje del sueño, te recomendamos nuestro curso en trastornos del sueño.

Un largo letargo

Sueño

Durante los primeros años de vida, se producen cambios significativos que dan lugar al patrón de sueño y vigilia esperado en la edad adulta. En esta etapa, el sueño ocupa más del 50% del tiempo, en contraste con el tercio de la vida que ocupa en los adultos.

Además, el desarrollo del ciclo sueño-vigilia está estrechamente relacionado con la maduración cerebral, y varía según la edad y la individualidad. Con ello, se distinguen dos estados: el sueño REM (rapid eye movement, REM, en inglés) y no REM (non-rapid eye movement, NREM, en inglés). Este último compuesto por tres etapas distintas y con un destacado papel en lo anteriormente mencionado (Rana, 2019).

El caso de los recién nacidos

Investigaciones han revelado que los recién nacidos experimentan un mayor periodo de sueño REM, lo que se cree contribuye a la maduración funcional y activación de áreas motoras, entre otros. Así, respaldado por avances tecnológicos como la polisomnografía, se ha permitido comprender en profundidad el papel fundamental del sueño en el desarrollo cerebral y la salud infantil.

Consolidación de la memoria: ¿Qué papel ocupa el sueño?

Según Paller y colaboradores (2021), la consolidación de la memoria es un intrigante desafío en la investigación contemporánea. De hecho, se reconoce que no hay un solo mecanismo que explique todos los aspectos de la memoria humana. Así, cada tipo de memoria involucra sistemas cerebrales específicos cuya operación precisa varía. Sin embargo, algunos conceptos, como el papel del sueño, parecen tener un impacto universal en diversos tipos de aprendizaje.

Y es que, el sueño se revela como un factor potencialmente crucial para el aprendizaje perceptual, la adquisición de habilidades y el aprendizaje asociativo. Aunque aún no se ha llegado a un veredicto definitivo, las evidencias sugieren que dicho proceso influye en múltiples formas de consolidación de memoria. De esta forma, la memoria declarativa cuya formación implica la plasticidad en las conexiones entre diversas regiones de la neocorteza, se encuentra influida por los patrones de sueño.

¿Cómo es el proceso?: Dos etapas

El proceso de formación de la memoria se divide en dos etapas clave, la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo. La memoria a corto plazo almacena información de manera temporal y es vulnerable a interferencias. En contraste, la memoria a largo plazo almacena información de manera más estable y duradera, resistiendo mejor las interferencias, donde el sueño ocupa un rol protagonista. La formación de la memoria a largo plazo es gradual y se vuelve más estable con el tiempo y la evocación repetida de la información.

Sueño

Ahora, hay que considerar que las memorias son modificables por diversos factores y experimentan un proceso de estabilización a medida que se reorganizan en función de nuevas experiencias. Con esto, el proceso de formación de memoria consta de tres estadios: Adquisición de información, consolidación (conversión de corto a largo plazo) y recuperación (uso de memorias como guía conductual).

Por otro lado, la duración de la consolidación depende de procesos celulares y moleculares relacionados con el aprendizaje, así como de interacciones entre sistemas de memoria (Redolar-Ripoll, 2008).

¿Qué sabemos de las investigaciones en bebés?

El potencial del aprendizaje durante el sueño en los bebés se ha puesto a prueba en múltiples investigaciones. En este sentido, se ha observado a recién nacidos mientras se les presentaban estímulos sonoros y visuales. Aquellos bebés que predijeron rápidamente la secuencia de tales estímulos mostraron ondas cerebrales relacionadas con la actualización de la memoria. Lo que podría tener implicaciones para el diagnóstico temprano de trastornos como autismo, dislexia y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Bebés de 6 a 12 meses

Por otro lado, se ha explorado también acerca de cómo el sueño afecta la memoria explícita en bebés de 6 a 12 meses. Descubriendo que los pequeños que habían dormido una siesta recordaban mejor las actividades y, después de 24 horas, seguían obteniendo mejores puntuaciones.

Un estudio que resulta significativo al mostrar indicadores de consolidación temprana de la memoria explícita en el primer año de vida. Con estas investigaciones, se hipotetiza que el sueño tiene un papel crucial en el desarrollo cognitivo de los bebés, proporcionando valiosas perspectivas sobre cómo aprendemos desde una edad temprana (Kapsi et al., 2020).

El sueño y la memoria: Contribuciones a largo plazo

Por otra parte, el sueño no solo facilita la codificación de la memoria, sino que también influye en la memoria de trabajo y la consolidación a largo plazo en adultos, niños y adolescentes. Tal es así, que algunos estudios sugieren que el sueño puede ser especialmente crucial en tareas cognitivas más complejas.

Además, sueño y la memoria están estrechamente conectados en todas las etapas de la vida. Por tanto, el sueño desempeña un papel multifacético, desde la maduración cerebral temprana hasta la mejora de la memoria y el rendimiento cognitivo en situaciones desafiantes.

Entonces… ¿Cómo afecta en los niños el sueño y la memoria?

Sueño

La transición de la niñez a la adolescencia trae consigo notables cambios en la arquitectura del sueño, afectando aspectos esenciales. A medida que los niños no solo deben asimilar más información, sino también disfrutar de un sueño más prolongado y profundo que los adultos, surge una expectativa significativa sobre la importancia del sueño en la consolidación de la memoria.

La investigación sobre los hábitos de sueño respalda ampliamente la idea de que el sueño desempeña un papel fundamental en la codificación de la memoria, tanto en la memoria de trabajo como en la consolidación a largo plazo. Un aspecto que se aplica no solo a adultos, sino también en niños y adolescentes.

Además, algunos estudios sugieren que el sueño puede tener una relevancia particular en la realización de tareas desafiantes y complejas. En otras palabras, podría convertirse en un factor aún más crucial en situaciones que requieran un esfuerzo cognitivo adicional o en condiciones adversas (Hoedlmoser, 2020).

Conclusión

Resulta clave seguir investigando sobre el sueño, ya que se ha considerado su papel en la consolidación de la memoria y en el desarrollo cognitiva. Crear rutinas, hábitos y ambientes armoniosos para que el infante pueda consolidar el sueno en horarios oportunos y la cantidad de horas necesarias según la edad, favorece el descanso profundo. A su vez, generando este descanso profundo se favorece directamente al desarrollo cognitivo, al funcionamiento del niño y la consolidación de la memoria.

Referencias bibliográficas

  • Hoedlmoser, K. (2020). Sleep and memory in children. Current sleep medicine reports, 6(4), 280-289. https://doi.org/10.1007/s40675-020-00194-8
  • Kapsi, S., Katsantoni, S. y Drigas, A. (2020). The role of sleep and impact on brain and learning. International Journal of Recent Contributions from Engineering, Science & IT8(3), 59. https://doi.org/10.3991/ijes.v8i3.17099
  • Kopasz, M., Loessl, B., Hornyak, M., Riemann, D., Nissen, C., Piosczyk, H. y Voderholzer, U. (2010). Sleep and memory in healthy children and adolescents – A Critical Review. Sleep Medicine Review. 167 – 177. Doi: 10.1016/jsmrv2009.10.006
  • Oropeza-Bahena, G., Sánchez, J. D. L. y Granados-Ramos, D. E. (2021). Hábitos de sueño, memoria y atención en niños escolares. Revista Mexicana de Neurociencia. https://doi.org/10.24875/rmn.m19000021
  • Paller, K. A., Creery, J. D. y Schechtman, E. (2021). Memory and Sleep: How sleep cognition can change the waking mind for the better. Annual Review of Psychology, 72(1), 123-150. https://doi.org/10.1146/annurev-psych-010419-050815
  • Rana, M., Riffo Allende, C., Mesa Latorre, T., Rosso Astorga, K. y Torres, R. (2019). Sueño en los niňos: fisiología y actualizacion de los últimos conocimientos. Medicina (Buenos Aires), 79(Supl. 3), 25-28.
  • Redolar-Ripoll, D. (2008). Consolidación de la memoria, sustrato nervioso del refuerzo y adicción. Psiquiatría Biológica, 15(4), 109-124. https://doi.org/10.1016/s1134-5934(08)76481-9